La novela ‘Pavía’ recuerda la famosa batalla en su quincentenario así como el impacto que supuso para la capital el cautiverio del monarca Leer
La novela ‘Pavía’ recuerda la famosa batalla en su quincentenario así como el impacto que supuso para la capital el cautiverio del monarca Leer
En febrero de 2025 se cumplirán 500 años de la batalla de Pavía, una de las más destacadas del Renacimiento. La resonante victoria española tuvo muchas implicaciones, y una de ellas fue que, por primera de muchas veces en la Historia, todas las miradas de Europa se volvieron hacia Madrid.. Francisco I, el rey de Francia, fue apresado por los soldados del emperador Carlos V en Pavía y estuvo cautivo durante varios meses en el alcázar de Madrid. Se trataba del edificio más antiguo de la ciudad, que había sido fundada siglos antes por los musulmanes para que sirviera de campamento militar a tropas que pudieran interceptar las incursiones cristianas que atravesaran la Sierra de Guadarrama antes de que amenazaran Toledo. La historia de su santo patrón, San Isidro, refleja esta dualidad, pues cuando nació Madrid era una ciudad islámica y, a su muerte, ya había pasado a manos cristianas.. Bajo el dominio de los reyes castellanos, la ciudad floreció, y en 1309 albergó por primera vez las Cortes de Castilla. Ni siquiera la devastación provocada por las inundaciones de 1434 o la guerra entre los partidarios de Isabel la Católica y la Beltraneja (cuyo padre que quizá no fue, Enrique IV, había muerto en Madrid) pudieron detener su empuje. Más tarde la villa se puso del lado de los comuneros, pero fue perdonada cuando la rebelión fracasó, y no sufrió castigo por parte del emperador.. El Madrid al que llegó Francisco I había comenzado hacía décadas un proceso de transformación hacia una economía de corte más urbano, con numerosos talleres y artesanos que mostraban el crecimiento de la población burguesa. Muchas de las calles que hacen referencia a estos oficios, como la calle de los Bordadores o la calle de las Hileras, reciben su nombre en estos años. La muralla que delimitaba Madrid (más a efectos fiscales que defensivos) se había ampliado bajo el reinado de Enrique IV, pero ya entonces había una demanda de tierra y propiedades que superaba a la oferta, por lo que muchos talleres se situaban extramuros.. El Rey Francisco I de Francia.E. M.. En 1525, el trazado de esta muralla permite hacernos una idea del tamaño de la ciudad, que apenas contaba con unos 10.000 habitantes. Hacia el este, los madrileños veían el amanecer en la Puerta del Sol, de donde partía el camino hacia Alcalá, o lo que es a día de hoy la calle Alcalá. Muchos de los talleres que se hallaban fuera de la ciudad estaban cerca de esta puerta, así como el Convento de los Jerónimos. En el sureste, la Puerta de Atocha mostraba el camino hacia Vallecas y, antes de llegar allí, hacia el Convento de Atocha, donde Francisco I fue asiduamente a Misa durante su cautiverio. Hacia el sur, el camino a Toledo salía de la Puerta de la Latina, llamada así por Beatriz Galindo, humanista española cuyo dominio del latín le valió el sobrenombre de La Latina y que fundó un hospital y convento al que traspasó el apodo.. Por su parte, en el norte la muralla bordeaba la calle Preciados y tenía puertas en el Postigo de San Martín, que se situaba donde ahora está la plaza del Callao, y en la Puerta de Santo Domingo, donde ahora está la plaza homónima y donde el santo fundador de los domini canes creó un monasterio. Santo Domingo visitó Madrid en 1218, donde se encontró con San Francisco de Asís, quien en su peregrinaje hacia África se había visto obligado a detenerse en la ciudad al caer enfermo. Allí había levantado una choza a la sombra de la muralla, en el lugar donde ahora se alza la Basílica de San Francisco el Grande. La choza estaba cerca de lo que luego sería la Puerta de Segovia, de donde salía el camino hacia esta ciudad, y la Puerta de la Vega, en cuyas inmediaciones se encontró la imagen de la Virgen de la Almudena.. El aumento de la población y la actividad llevó a la creación de nuevas normas y multas: a quien dejara a sus cerdos sueltos, diez maravedís; a quien ensuciara las calles, veinte maravedís; por «exceso de velocidad», que consistía en ir con la carreta corriendo o trotando, la friolera de cien maravedís. Asumiendo, en un tipo de cambio estimado con amplio margen de error, que cada maravedí equivale a unos diez céntimos, las multas serían de un euro, dos euros y diez euros respectivamente.. La portada de ‘Pavía’.E. M.. Aunque Madrid no era todavía la capital del reino, ya había comenzado a desarrollar una importante presencia «funcionarial». Los Trastámara habían tenido la villa en muy alta estima y habían pasado largas temporadas en ella, lo que había provocado que muchos nobles menores se mudaran a la ciudad para estar cerca del poder. Con ellos habían traído a no pocos sirvientes, escribanos, abogados y similar. Esto sucedió en un momento de profundas transformaciones sociales en que el viejo orden feudal, herido de muerte con la Peste Negra, vivía sus últimos momentos y daba pie a una monarquía cada vez más fuerte y, por lo tanto, más necesitada de administradores.. Esta monarquía tuvo que librar uno de sus mayores desafíos con Madrid como telón de fondo. Aunque estuviera cautivo, Francisco I seguía siendo el rey de Francia, y no se dejó doblegar por el emperador Carlos V. El duelo de mentes y voluntades entre ambos monarcas, que describo en la novela Pavía, cristalizó en el Tratado de Madrid y determinó el destino de Europa durante varios siglos.. Francisco Rivas es autor de ‘Pavía’, su segunda incursión en la narrativa histórica tras publicar con gran éxito ‘1212. Las Navas’, ambos en la editorial La Esfera de los Libros.
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