El Premio Princesa de Asturias de las Letras reúne sus textos de jazz en un libro del que adelantamos un extracto en exclusiva Leer
El Premio Princesa de Asturias de las Letras reúne sus textos de jazz en un libro del que adelantamos un extracto en exclusiva Leer
El proyecto que dio forma a mi libro de retratos de jazz partió en primera instancia de Makoto Wada. Entre una enorme variedad de músicos de jazz, él eligió a los que iba a retratar y yo me adherí con posterioridad para ilustrar con palabras cada una de las figuras seleccionadas. Ni que decir tiene que ha sido un auténtico placer abordar el retrato de cada músico, y lo he hecho de la siguiente manera: busco entre mi colección de discos, exclusivamente compuesta por viejos vinilos, alguno que hace tiempo que no escucho, uno de Clifford Brown, por ejemplo; pongo el disco sobre el plato del tocadiscos y me acomodo en mi butaca para escucharlo, dejándome mecer por la música.. Finalizada la escucha, acudo a mi mesa de trabajo y garabateo unas primeras impresiones, paladeando todavía la música que acaba de fluir a través de unos viejos y enormes altavoces JBL, modelo Back Loaded Horn, que me han acompañado a lo largo de los últimos veinticinco años. De hecho, el que no necesite trasladarme de la sala donde escucho música a ningún otro lugar para escribir ha supuesto una apreciable ventaja en la concepción y elaboración del libro.. El libro de Haruki Murakami y Makoto Wada Retratos de jazz (Tusquets) sale a la venta el 5 de marzo.. Cuando escuché a Billie Holiday por primera vez, yo era todavía muy joven y recuerdo haber experimentado cierta emoción al hacerlo. Pero no me di cuenta de lo maravillosa que era como cantante hasta mucho tiempo después, lo cual significa que envejecer tiene sus aspectos positivos.. De joven escuchaba a menudo sus discos del periodo que abarca desde la década de 1930 hasta mediados de la de 1940. Fue una época de gran actividad para ella, en la que cantó mucho, con una voz joven y fresca. Columbia Records reeditó muchas de esas grabaciones después. Era increíblemente imaginativa y tenía una asombrosa capacidad para hacer volar las melodías. El mundo del swing bailaba con ella y hasta la Tierra misma se estremecía a su son. No exagero. Lo suyo no era arte, era magia. Además de ella, el único músico capaz de concitar a voluntad semejante magia fue, en mi opinión, Charlie Parker.. Billie Holiday, en 1948.El Mundo. Los discos que escuché de joven formaban parte del final de su carrera, cuando grababa para la discográfica Verve y su voz ya se había roto y su estado físico se había deteriorado debido al abuso de las drogas. En esas grabaciones apenas había nada que me permitiera conectar con ella: las de los años 50, en especial, me resultaban lamentables, incluso dolorosas. No obstante, después de haber cumplido los 30 y a medida que me aproximaba a los 40, comencé a apreciarlas y a ponerlas en el tocadiscos cada vez con más frecuencia, y sin entender bien por qué, me sentía extrañamente conmovido por esa música.. ¿Qué encontré en esa desbaratada cualidad vocal suya? Me lo he preguntado muchas veces. ¿Qué tienen esas interpretaciones que tanto me conmueven?. Es posible que se trate de una expiación. O al menos es lo que he llegado a creer últimamente. En efecto, esa voz ajada que tiene en los años 50 parece adjudicarse todos los errores que he cometido hasta el presente, parece asumir todo el daño que yo pueda haber infligido a tantas personas a través de mis convicciones, a través de mi escritura. «Olvídalo, ya no importa», parece decirme Billie. Y eso no tiene nada que ver con una terapia. Sea lo que sea, no admite curación. De hecho, no es eso lo que busco; pero sí, al menos, el perdón, ser perdonado.. En cualquier caso, se trata de mi experiencia personal con su música, y por tanto no debe buscársele ningún valor objetivo. Así pues, me decanto por recomendar el magnífico álbum recopilatorio The Golden Years, del sello Columbia, y si tuviera que destacar una canción de este disco, elegiría sin dudarlo un instante When You’re Smiling (The Whole World Smiles with You), que incluye, entre otras virtudes, un fabuloso solo de saxo a cargo de Lester Young.. «Cuando sonríes, el mundo entero sonríe contigo».. Quizás no lo creas, pero es verdad.. Hubo una época en que las estrellas de la canción estadounidense surgían, casi sin excepción, de las big bands. Jimmy Rushing y Billie Holiday nacieron de la orquesta de Count Basie; Peggy Lee, de la de Benny Goodman; June Christy, de la de Stan Kenton, y Frank Sinatra de la de Tommy Dorsey. Sin embargo, la popularidad de este tipo de orquesta empezó a decaer tras la Segunda Guerra Mundial y eso empujó a los cantantes a iniciar carreras en solitario, acompañados en la mayoría de los casos por pequeñas bandas de músicos que implicaban menos gastos.. La función primordial de las big bands en su época de gran esplendor era tocar en grandes salas para acompañar el baile en pareja de un número considerable de personas, y los cantantes eran un elemento más de esa música de baile. Al fin y al cabo, era una música creada con dicho fin: el de hacer bailar. Al independizarse de las big bands, los cantantes fueron dejando atrás aquella función festiva para concentrarse más en las capacidades propiamente artísticas y expresivas de la voz. Por su parte, el público, familiarizado ya con el bebop, dio la bienvenida a ese nuevo estilo de canción que no animaba especialmente a mover el esqueleto. El jazz abandonó su propósito de atraer a las masas y se convirtió en una música de inclinaciones artísticas, minoritaria e intelectual.. Un joven Frank Sinatra, en sus años de Columbia.El Mundo. Sin embargo, Frank Sinatra, después de finalizada su etapa en la big band, no se adhirió a ese viraje del jazz hacia el bebop y el gusto intelectual. Siguió su propio camino y continuó haciendo bailar al mundo entero. No llegó a renunciar a las big bands, y cantó con algunas de las mejores, como las de Nelson Riddle y Billy May, derrochando generosidad y distinción, a menudo en grandes salas de concierto y en teatros restaurante de Las Vegas. No me viene a la cabeza ningún otro cantante con semejante convicción y seguridad en sí mismo. Obviamente, su condición de estrella le proporcionó muchos de sus caprichos, pero una carrera como la suya solo es posible si se tiene una convicción de acero, y eso, en mi opinión, merece todo mi respeto y mi aplauso.. Sin duda, sus discos más representativos son los que grabó para Capitol Records. Todo, absolutamente todo: un estilo vocal conciso, unos arreglos que valían su peso en oro, un saber estar inmaculado…, rezumaba una profesionalidad aplastante, sin necesidad de que su protagonista, Frank Sinatra, derramara una sola gota de sudor. Eso era parte de su arte. Sinatra llevaba el talento en los bolsillos, como si tal cosa.. De entre sus muchísimos discos, mis favoritos son Swing Easy y Songs for Young Lovers, dos elepés en los que el swing aflora en los temas de la cara A, mientras que en los de la B lo hace la serenidad de la balada. Por eso prefiero escucharlos en vinilo, en el tocadiscos, y no en formato CD. La exquisitez y el sentimiento de las baladas de la cara B no tienen parangón. Uno queda prendado de inmediato y no puede por menos que quitarse el sombrero ante ellas. Cada canción es una breve novela en sí misma.
Literatura // elmundo