Si, tal como afirmaba Hegel, el entendimiento surge una vez que el cambio ha ocurrido, entonces durante la intensa transformación de la adolescencia, el pensamiento se convierte en una poderosa mezcla filosófica. Es una etapa repleta de interrogantes, un periodo donde puedes percibir, casi como con visión infrarroja, un vasto horizonte de posibilidades, inquietudes y miedos, un momento en el que sueles desafiar lo que normalmente se considera cierto. En resumen, eso es la filosofía. De acuerdo al joven filósofo catalán Leo Espluga (Castelldefels, 2013), la adolescencia representa un periodo intermedio entre el fin del modelo infantil y el de la vida adulta. Es un periodo caracterizado «por estar en un interregno, lleno de los desafíos que esto implica», donde «sientes que estás al borde de algo significativo, una especie de todavía no que parece no llegar nunca», menciona en una conversación telefónica. No era un estudiante destacado, y cuando lo expulsaban de clase en su escuela, solía hojear al azar los libros de filosofía de bachillerato. A medida que su comportamiento inapropiado continuaba, su interés por esos libros creció, llegando a cambiarlo casi por completo. Admite que se sintió tan cautivado por la filosofía que comprender a Parménides fue una de las experiencias más emocionantes que ha vivido. Desde ese momento, tomó la decisión de sumergirse en los temas del pensamiento, y le está yendo bastante bien: posee un canal de divulgación filosófica en YouTube con cerca de 40.000 suscriptores, 84.000 seguidores en TikTok y colabora en diversos medios de comunicación. Daniela Martín Duarte, de 17 años y estudiante de Bachillerato en el instituto Antonio Machado de la Línea de la Concepción, también ha optado por dedicarse a la filosofía. «Desde que era niña solía reflexionar, pero fue únicamente al empezar a enseñar Filosofía que comprendí que eso no era algo malo, sino una forma de salvarme», comenta por teléfono. Para ella, el estudio de la filosofía y su contexto solo presenta aspectos positivos. «Contribuye a transformar la situación actual y a cambiarlo todo de manera radical.»
La adolescencia es un período lleno de incertidumbres, enfrentamientos, vivencias novedosas y una mayor conexión con el entorno. En este contexto, no resulta sorprendente que los jóvenes vean en la filosofía una manera de lidiar con la incertidumbre, formular interrogantes y buscar respuestas.
Si, tal como afirmaba Hegel, el entendimiento surge una vez que el cambio ha ocurrido, entonces durante la intensa transformación de la adolescencia, el pensamiento se convierte en una poderosa mezcla filosófica. Es una etapa repleta de interrogantes, un periodo donde puedes percibir, casi como con visión infrarroja, un vasto horizonte de posibilidades, inquietudes y miedos, un momento en el que sueles desafiar lo que normalmente se considera cierto. Y eso es, en resumen, la filosofía. Más detalles. Es imposible vivir sin filosofía. Incluso si es solo para expresar nuestras quejas sobre ella. De acuerdo con Leo Espluga, un joven pensador de Castelldefels, la adolescencia se encuentra en un punto intermedio entre el final de la infancia y el inicio de la adultez. Es un periodo caracterizado «por estar en un interregno, lleno de los desafíos que esto implica», donde «sientes que estás al borde de algo significativo, una especie de todavía no que parece no llegar nunca», menciona en una conversación telefónica. No era un estudiante destacado, y cuando lo expulsaban de clase en su escuela, solía hojear al azar los libros de filosofía de bachillerato. A medida que su comportamiento inapropiado continuaba, su interés por esos libros creció, llegando a cambiarlo casi por completo. Admite que se sintió tan cautivado por la filosofía que comprender a Parménides fue una de las experiencias más emocionantes que ha vivido.
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