En este adelanto de sus memorias, el actor narra el impacto que sintió al leer por primera vez el guión de ‘El silencio de los corderos’ y su interés por un personaje que cambió su vida. «Cuando empecé a hablar como Lecter, Jodie se ponía tensa», escribe Leer
En este adelanto de sus memorias, el actor narra el impacto que sintió al leer por primera vez el guión de ‘El silencio de los corderos’ y su interés por un personaje que cambió su vida. «Cuando empecé a hablar como Lecter, Jodie se ponía tensa», escribe Leer
Casi al final de una serie de ocho meses de representaciones de la obra M. Butterfly en el West End en septiembre de 1989 estaba tremendamente aburrido. Una mañana, antes de una sesión matinal, fui a ver Arde Mississippi, protagonizada por Gene Hackman, y salí del cine pensando: «Me encantaría hacer una gran película de Hollywood». Me pregunté si alguna vez sucedería. Pensé que seguramente no. Había rodado algo pequeño con Mickey Rourke y cuando me agarró demasiado fuerte por el cuello en una escena lo empujé y le dije: «¡Tócame así otra vez y te romperé la cara y te la pondré en la nuca!».. Aburrido e irritable era mi estado de ánimo en el momento en que estaba finalizando mi contrato con la obra. Entonces, un jueves por la tarde, recibí una llamada al teléfono del teatro. -Tengo un guion aquí en la oficina -dijo mi agente de Londres, Dick -. Es interesante. ¿Quieres leerlo?. -Sí. Ahora estoy en el teatro.. -Lo sé. Por eso te he llamado ahí. ¿Vas a estar ahí toda la tarde? Puedo mandarte el guion ahora mismo.. -¿De qué trata la película? -pregunté.. -Se llama El silencio de los corderos. La va a dirigir un estadounidense, Jonathan Demme. Es bueno.. -El silencio de … ¿cómo era? -pregunté.. -El silencio de los corderos.. -¿Es una película para niños?. -No, es una especie de thriller. El personaje se llama Lecter. No es un papel grande, pero parece que a Demme le gustaría que lo interpretases tú. Está interesado. Creo que la protagonista es Jodie Foster.. -Es buena. ¿No ha ganado un Óscar?. -Sí. ¿Quieres leerlo?. -Sí. Mándamelo.. Las críticas de M. Butterfly habían sido en gran parte indiferentes, aunque algunas eran salvajes. El público había ido menguando a lo largo del verano. Me moría por que terminase. Para entonces ya me había dado cuenta de que el teatro realmente no era para mí. Hacer lo mismo noche tras noche se había vuelto aburrido. «¿Por qué elegí este camino?», me preguntaba. «¿Pero el cine? Es otra historia. Muy poca repetición. Viajes. Bien pagado. Y lo disfruto. Te mantienes activo, moviéndote siempre, desarraigado. Esta película podría ser interesante. ¿Jodie Foster? No puede ser mala.». Media hora después llegó el guion. En la portada Dick había escrito «Lecter».. Me hice una taza de té y me senté a leerlo. Me detuve en la página 15 y llamé a la agencia.. -Hola. Entonces ¿qué te parece? – dijo Dick.. -No quiero leer más. ¿Hay una oferta en firme?. -¿Qué problema hay? ¿No quieres leer más, pero preguntas si hay una oferta? Eso suena raro.. -Es el mejor papel que he leído en mi vida. No quiero leer más por si no hay una oferta en firme.. -De acuerdo. Me pondré en contacto contigo.. Aquello sonaba prometedor, de modo que leí el resto del guion de Ted Tally, que se basaba en la novela superventas de Thomas Harris. La llamada llegó.. -Jonathan quiere que interpretes a Lecter. La oferta es real. Mañana vuela a Londres. Le he comprado una entrada para ver la obra el sábado, y quiere llevarte a cenar para hablar después. ¿Te parece bien?. -Genial. Fantástico.. -Es un buen papel ese Lecter, ¿no?. -El mejor. De los que te cambian la vida.. -Es un papel pequeño, pero si tú crees que es genial, adelante. Felicidades.. Llegó el sábado. Había una nota para mí en la entrada de artistas: «Nos vemos después de la función, señor Hopkins. Jonathan Demme». Después de la obra nos encontramos y fuimos a cenar a un restaurante italiano al otro lado de la calle. No paraba de hacerme preguntas: ¿qué me parecía el guion? ¿Alguna idea sobre Lecter? ¿Cómo tenía pensado interpretarlo?. -Como la supercomputadora HAL en 2001: Una odisea del espacio de Kubrick -dije-. Silencioso e íntimo.. En las primeras escenas de la película, la agente del FBI en prácticas Clarice Starling recibe instrucciones de su superior, Jack Crawford, para llevar a cabo una peligrosa misión: entrevistar a un criminal despiadado, un antiguo psiquiatra que ahora cumplía cadena perpetua por asesinato. Crawford le dice a Clarice que se limite a preguntas específicas y que evite cualquier proximidad. En otras palabras, que tome las riendas. Que no deje que el entrevistado ponga las reglas.. -¿Quién es el sujeto? -pregunta Clarice.. -El psiquiatra Hannibal Lecter.. -Hannibal el Caníbal.. Crawford le advierte a Clarice que no le cuente a Lecter nada personal.. -Créeme, no querrás que entre en tu cabeza. Cuando leí aquellas líneas, reconocí al personaje de inmediato. El patrón de su personalidad encajó en mi mente. Lecter se describe como un monstruo. Esa fue mi clave. «No interpretes a un monstruo: interpreta una versión tranquila y amigable. Crea un romance con Starling. Sedúcela. Toma las riendas de la entrevista. El juego del gato y el ratón. Divertido. Atrae al público al juego.». Cuando Starling se presenta en la cárcel para entrevistar al asesino, él puede ver su verdadera naturaleza, y cada palabra que pronuncia le provoca dolor. Su atención es ligera, directa y sostenida. Penetrante. La penetración no es sexual, sino psicológica. El mito detrás de la historia es el de La Bella y la Bestia.. «En cuanto empecé a hablar como Lecter vi que Jodie se ponía tensa. Luego me confirmó que se quedó paralizada». Cuando Lecter conoce a Clarice, le impresiona su valentía profesional. Una mujer joven contra un asesino en serie más mayor. Busca la ayuda y la orientación del doctor Lecter, pero primero Lecter juega con ella. La pone a prueba. Sabe cómo abrirle un pequeño agujero en el cerebro. La perturba con comentarios sobre la ropa que lleva y lo que dice de ella.. -Es usted muy ambiciosa, ¿verdad? -le dice, y a medida que leía el guion podía oírme pronunciar las palabras en un tono de voz frío, amenazador y profundamente razonable-. ¿Sabe qué me parece que es, con su bolso bueno y sus zapatos baratos? Parece una pueblerina. Una pueblerina bien cuidada y ajetreada con un poco de gusto. La buena alimen-tación le ha dado algo de altura, pero no está a más de una generación de la basura pobre blanca, ¿verdad, agente Starling? Y ese acento que tan desesperadamente trata de ocultar… totalmente de Virginia Occidental.. Clarice lo reta a que dirija su «poderosa percepción» hacia sí mismo. Lecter responde:. -Una vez un encuestador intentó ponerme a prueba. Me comí su hígado con habas y un buen chianti.. Al mes siguiente me reuní con Demme y algunos miembros de su equipo en el Hotel des Artistes de Manhattan. Jonathan era un director de cine poco común; desprendía siempre buena voluntad, entusiasmo y afabilidad. Habló con emoción sobre cómo Jodie Foster iba a interpretar a Clarice Starling y dijo que iban a rodar en la academia del FBI en Quantico, Virginia.. Algunos de los miembros del equipo de Jonathan claramente estaban un poco nerviosos por el hecho de que me hubiese contratado, pero empezó la reunión diciendo que me había visto interpretar a Frederick Treves en El hombre elefante y que estaba convencido de que sería perfecto como Hannibal Lecter.. -Pero Treves es un buen hombre -dije-. De buenos modales.. -Sí -dijo Demme-, pero, al igual que él, Lecter es un hombre muy sofisticado y culto; simplemente está atrapado en un cerebro loco […]. Incluso el clic clac del nombre, «Lecter», me evocaba la imagen de esa caja negra. Sin emoción. Sin empatía. Sin necesidad de sensaciones o apetito. Lecter no va a ir a ninguna parte. Es un espécimen en una jaula de cristal. El hecho de estar desprovisto de sentimientos y necesidad sensual lo convierte en una presencia despiadada y aterradora, una encarnación del diablo.. -¿No prefieres a un actor estadounidense?- le pregunté a Jonathan Demme.. Se rio y dijo:. -¿No quieres hacerlo?. -Sí, quiero hacerlo —dije, mientras me decía: «¡No hagas preguntas, imbécil!»-. De verdad que quiero.. Un productor de la mesa confesó:. -Teníamos nuestras dudas sobre un actor inglés interpretando a este asesino estadounidense.. -Bueno, entonces no pasa nada -dije-. No soy inglés; soy galés.. Sabía que no tenían nada de lo que preocuparse porque sentí de manera instintiva cómo debía interpretar a Hannibal exactamente. Llevo al diablo en mi interior. Todos tenemos al diablo dentro. Sé que eso asusta a la gente. La clave es encarnar a la vez dos actitudes internas que no suelen coexistir; estar «distante» y «alerta» al mismo tiempo. Me había encontrado con esos dos aspectos en una sola entidad una vez, cuando era muy pequeño, y eso se convirtió en parte del subconsciente de mi infancia. Sufría un miedo terrible a las arañas y, para mi desgracia, mi casa era vieja y había criaturas que se arrastraban y correteaban por todas partes. Una noche encendí la luz de la panadería de mi padre y justo al lado del interruptor había una araña negra enorme; paciente e inmóvil, pero a la vez completamente alerta. Casi salté hasta el techo.. Ese era el efecto que quería conseguir con el papel de Hannibal. Quería que fuese la araña en la panadería de mi padre, de tal modo que, tan pronto como la cámara lo encuadrase, se revelara como todo disposición y a la vez todo quietud. Mirar fijamente a la gente durante mucho rato los hace sentir muy incómodos. La distancia atrae al testigo -o víctima- hacia delante y hacia el círculo de la personalidad del depredador. Pensé en lo que había aprendido sobre el gesto psicológico e intuí la estructura interna de la mente de Hannibal Lecter. La principal virtud de Lecter radicaba en su pensamiento penetrante y su intuición sostenida. Eso también se reflejaba en la perfecta claridad de su discurso.. Cuando empecé a actuar en el cine, me esforcé mucho por quedarme quieto, porque realmente no es algo natural en mí permanecer mucho tiempo con una atención directa y sostenida. Para este papel tenía que cultivar esa disposición hasta el límite más extremo. Hannibal tenía que estar a la vez alerta y distante para poder construir un carisma fascinante. La forma de hacerlo es por medio de la quietud.. El día de la primera mesa de lectura no tuve la oportunidad de hablar con Jodie Foster antes de empezar. Simplemente nos pusimos a ello. Aunque no suelo ofrecer una interpretación completa durante una mesa de lectura, quería mostrar lo que podía hacer, de modo que fui tan escalofriante como pude. Al parecer fui «bastante» escalofriante. Se podría haber oído un alfiler caer al suelo de la sala. Un par de segundos después de que empezase a hablar como Lecter vi que Jodie se ponía tensa. Después me confirmó que se había quedado paralizada. Y esa ligera distancia entre nosotros se mantuvo durante todo el rodaje.. Para mi primer encuentro con Clarice Jonathan Demme me preguntó qué quería estar haciendo, cuando ella bajase a aquella sala oscura para entrevistarme en mi celda.. -¿Quieres estar pintando? ¿Leyendo? -me preguntó Demme-. ¿Durmiendo? ¿Sentado en el catre?. -No -dije, pensando en la araña de la panadería-. Quiero estar de pie, esperándola tranquilamente.. -¿Por qué? -preguntó.. -Porque puedo olerla acercándose por el pasillo.. -Oh, Dios, estás muy enfermo, Hopkins -dijo Demme, y se rio.. Pensaba que aquello era muy espeluznante y a la vez precisamente lo que tenía que ser.. Yo continué explicando que Lecter tenía que presentarse como alguien extremadamente civilizado. Insistí en que el diseñador de vestuario me diese un mono de convicto que me quedase ajustado en lugar de uno holgado, por ejemplo. Señalé que Lecter habría pagado a alguien para que se lo hiciese a medida, porque esas cosas le importaban. Entonces, mientras Clarice avanza por el pasillo lleno de lunáticos gritándole y tirándole cosas, el doctor Lecter está al final del pasillo, esperándola con su mono hecho a medida, recibiéndola con toda su atención imperturbable. Es un monstruo, pero uno que se mueve en silencio a través de la noche.. Para este papel también recurrí a mis experiencias de infancia imitando a Bela Lugosi en el internado. De niño fui a verlo en Drácula. Fue uno de los primeros grandes libros que leí. En el libro, el protagonista se corta con una navaja y percibe la atención extasiada de Drácula. El sonido que imaginé que Drácula hacía en ese momento, sediento de sangre, era una combinación muy particular de sisear y sorber. De ahí salió el sonido que hacía al interpretar a Hannibal, ese que tantas veces se ha imitado. Gracias, Drácula.. Lo hicimos bien, chico, el libro de memorias de Anthony Hopkins, sale a la venta el 12 de noviembre (Libros Cúpula)
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