Como casi todas las grandes noches televisivas, la gala final de Operación Triunfo 2025 empieza con una mezcla rara de ruido y silencio. Ruido en el plató, en las gradas, en los pasillos que desembocan en el escenario; silencio en la concentración de los cinco finalistas, que ya no miran a cámara como concursantes de un talent, sino como artistas cuyas carreras están a punto de despegar. Da igual cuántas galas lleven a sus espaldas: el último envite siempre pesa distinto. Es el culmen de tres meses de encierro, de canciones ensayadas hasta la extenuación, de cámaras encendidas incluso cuando nadie parece mirarlas.. Seguir leyendo
La sevillana de 19 años se llevó el premio de 100.000 euros para rematar su brillante trayectoria en el programa. Olivia y Tinho se hicieron con el segundo y tercer puesto en la final
Como casi todas las grandes noches televisivas, la gala final de Operación Triunfo 2025 empieza con una mezcla rara de ruido y silencio. Ruido en el plató, en las gradas, en los pasillos que desembocan en el escenario; silencio en la concentración de los cinco finalistas, que ya no miran a cámara como concursantes de un talent, sino como artistas cuyas carreras están a punto de despegar. Da igual cuántas galas lleven a sus espaldas: el último envite siempre pesa distinto. Es el culmen de tres meses de encierro, de canciones ensayadas hasta la extenuación, de cámaras encendidas incluso cuando nadie parece mirarlas.. Un trimestre de concurso retransmitido por Prime Video, tras el que se proclamó ganadora Cristina, como ya vaticinaban las redes sociales desde hace semanas. Anoche, la sevillana se llevó el trofeo de OT 2025 y los 100.000 euros del premio con dos actuaciones impecables y el 46,3% de los votos. Nombrada tres veces la favorita del público, la artista de 19 años, benjamina de la edición, ha vivido una edición irregular, con picos muy altos y galas más discretas.. A veces sobreactuada, a veces demasiado perfecta —cuando empiezas siendo un nueve es difícil evolucionar—, las valoraciones del jurado la pusieron en la cuerda floja en varias ocasiones. Pero Cristina llegó a la final de este lunes consciente de que su baza está en la frescura y en ese punto de descaro que conecta especialmente bien con el público más joven. A la vista está.. OT vuelve a jugar su carta más clásica: la de convertir una final en un acontecimiento compartido, casi familiar, para todos los espectadores que la ven desde casa por toda Europa y Latinoamérica. El programa arrancó con el himno coral elegido para la ocasión, Marta, Sebas y los demás, de Amaral. No es una elección inocente. Hay nostalgia, hay espíritu de grupo y hay una apelación directa a la idea de comunidad que siempre ha sostenido el formato. Los cinco finalistas cantaron juntos, buscándose con la mirada, apoyándose en los coros. Es un momento bonito, honesto, uno de los más sinceros de toda la noche. También es una declaración de intenciones: antes de competir, recordemos que esto iba de convivir.. A partir de ahí, la gala entraba en terreno conocido. Guille Toledano abría fuego con Haz lo que quieras conmigo de Walls. El joven cocinero castellano-manchego ha sido uno de los perfiles menos profesionalizados de origen, como recordaba Leire Martínez. Sin formación previa en teatro musical o en prestigiosas escuelas de canto, ha logrado sostener un concurso sin grandes exhibiciones vocales o dance breaks loquísimos, pero siempre correcto, dulce, afinado y ajustado al género. En un formato que históricamente ha premiado la espectacularidad, propuestas como la suya siempre generan división: hay quien conecta de inmediato y quien se queda esperando algo más. Esa tensión también forma parte del ADN de Operación Triunfo.. Claudia Arenas aparecía después con su versión de un clásico intergeneracional, Vivir así es morir de amor, más próximo a Nathy Peluso que a Camilo Sesto. Claudia ha sido durante toda la edición la concursante de la voz inconfundible, pese a la afonía que le ha acompañado durante el último tramo de concurso. La voz que pone los sentimientos a flor de piel. En la final no cambió el guion: cantó con gusto y delicadeza, pero también con rabia, bordando una coreografía que en las primeras galas se vería incapaz de ejecutar.. Olivia Bay, por su parte, se lanzaba a It’s all coming back to me now, de Céline Dion, una de esas canciones que en una final son casi una trampa. Aquí no bastaba con llegar a las notas: hay que contar algo, explotar la emoción sin perder el control. Era su tema predilecto, su mayor baza en el casting de OT. Lo había interpretado mil veces antes pero, como ella misma reconocía, tras la tralla del concurso, «sentía que cantaba peor que al principio». Nada que ver: su directo fue sublime.. Olivia ha sido una de las voces más potentes de esta edición de Operación Triunfo, aunque a veces se le haya reprochado jugar sobre seguro con canciones pop comerciales, de esas que no paran de sonar en la radio. Que si Aitana, que si Amaia, que si Raye… En esta actuación lo apostaba todo al dramatismo, al crescendo, al gran momento vocal. A la elegancia como seña de identidad. A poner a sus compañeros y al jurado en pie, emocionadísimos todos. El resultado fue impactante, aunque también dejó esa sensación conocida de OT: la de preguntarse si estamos viendo a una futura artista con identidad propia o a una intérprete brillante aún en busca de ella.. El turno de Tinho llegaba en cuarto lugar con Lose control, de Teddy Swims, al que el plató respondía con un aplauso largo, de esos que no siempre tienen que ver con la canción, sino con el recorrido. Tinho ha ido creciendo a fuego lento, sin ser nunca el favorito indiscutible para ganar, pero ganándose semana a semana un público fiel que le ha entregado sus votos y su confianza. El estilo soul-pop que representa es una carta preciosa, aunque quizá menos «bombástica» que algunas de sus compañeras. Su interpretación de Lose control, como anillo al dedo, es honesta, sentida, con algún desajuste menor que no empaña el conjunto. Puede que no sea el momento más espectacular de la noche, pero sí uno de los más esperados.. Y del último puesto, al primero. Cristina despuntaba con La noia, la eurovisiva propuesta en italiano de Angelina Mango. Bailó cumbia sobre la mesa con la soltura de una superestrella protagonizando su propio videoclip. Hubo riesgo, actitud, una voluntad clara de no hacer lo de siempre. Fue una actuación pluscuamperfecta, coherente con el personaje artístico de showgirl que ha ido construyendo dentro de la Academia. Por algo se declaró fan incondicional del formato. Una «bestia escénica», como la definió Chenoa. Ningún escenario le queda grande.. Tras la resolución de Claudia Arenas y Guille Toledano como cuarto y quinto clasificados, la gala se permitió el gesto simbólico de volver al origen. Los finalistas interpretaron las canciones que cantaron en la Gala 0, un recurso que funciona como espejo y como cierre de ciclo. Cristina repitió con My baby just cares for me, Olivia rozó de nuevo el estrellato con Break Free y Tinho hizo lo propio con Hold the line.. Mientras se reabrían las votaciones, el público pudo comparar, medir la evolución, recordar de dónde venían los talents. Es uno de los aciertos claros de la noche, porque conecta el relato televisivo con la experiencia real de los concursantes. Aquí OT se reconoce a sí mismo como historia y no solo como concurso. Otra prueba de ello es el himno de la edición, Ese lugar, interpretado a medianoche en punto por los 16 concursantes, desde Iván Rojo a Guillo Rist, primer y último expulsados.. Sin artistas invitados y con la tibia presencia de Naiara, ganadora de OT 2023, la sensación en plató era ambivalente. Hubo mucha emoción y vítores, sí, pero también cierta conciencia de que esta edición no ha terminado de explotar fuera de su núcleo duro de seguidores.Operación Triunfo 2025 ha sido correcta, llena (llenísima desde el inicio) de talento musical, pero le ha faltado ese momento reality que atraviese la pantalla y se cuele en la conversación general.. Coronada ganadora Cristina y con Olivia y Tinho como segundo y tercer finalistas con el 30,1% y el 20,6% de los votos, OT 2025 cierra como muchas ediciones recientes: con talento sobre el escenario y una narrativa estructurada que busca satisfacción para fans y neutralidad para nuevos públicos. También con la promesa de una gira por 13 ciudades españolas en 2026 y nuevas firmas de discos. Pero la chispa mediática que lo catapultó como fenómeno cultural en sus mejores años parece estar a la búsqueda de una nueva forma de encenderse.
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