La autora del monumental ‘Cuarteto Estacional’ regresa con ‘Gliff’, un inquietante réquiem por una sociedad a la deriva, que muestra un futuro marcado la tecnologización y el autoritarismo. «Nada en esta novela es una invención. Ya vivimos en el futuro» Leer
La autora del monumental ‘Cuarteto Estacional’ regresa con ‘Gliff’, un inquietante réquiem por una sociedad a la deriva, que muestra un futuro marcado la tecnologización y el autoritarismo. «Nada en esta novela es una invención. Ya vivimos en el futuro» Leer
Fragua, la anterior novela de la escritora escocesa Ali Smith (Inverness, 1962) era una especie de coda a su revelador Cuarteto estacional, esa crónica colosal del presente inmediato, escrita casi en tiempo real, por la que desfilaban el Brexit, Trump y sus émulos, la pandemia, y la desasosegante deriva de nuestra sociedad, cada vez más autoritaria, insolidaria, temerosa. Más allá de su ingeniosa trama y su prosa experimental, viva, juguetona, el libro guardaba un mensaje esperanzador sobre la historia y nuestro papel en ella.. «Si no miramos aquello que nos hizo ser lo que somos, ¿cómo podemos saber de qué estamos hechos?», reflexiona Smith sobre su interés por el pasado y la génesis de esta Fragua. «El poder de la palabra, oral o escrita, estriba en su capacidad para permitirnos leer el mundo y también los personajes de otros tiempos. Y para ello necesitamos por un lado las historias, los relatos ficticios, pero también conocer la gran historia, esa que nos enseña cómo se construyó la realidad que habitamos».. Sabemos cómo ha sido esa realidad, pero ¿Cómo será? A esta pregunta responde la escritora en Gliff (Nórdica), un inquietante vistazo de tintes distópicos a un futuro alienante, hipertecnologizado y deshumanizador que parece construido por una mezcla de las políticas autoritarias cada vez más comunes en el mundo y el turbocapitalismo laboral de Amazon y las empresas tecnológicas de Sillicon Valley.. «Hay que insistir en que el pasado y el futuro están conectados, que lo que sucede tiene consecuencias, y que algo tan antiguo y útil para nosotros como especie como la historia es excepcionalmente bueno para revelar el significado de la secuencia y la consecuencia», reflexiona la esctiora, refractaria en extremo a las entrevistas [sólo concede una por país y libro], en conversación con La Lectura. «Tiendo a pensar que no existe una novela futurista ni histórica: lo que escribimos, lo que sea que hagamos, en la época en que vivimos, evoca la época en que vivimos. No hay casi nada en Gliff que no esté sucediendo ya», advierte.. Y lo que sucede en el mundo de Gliff es, cuando menos, inquietante. A diferencia de muchos clásicos del género, de Aldous Huxley a Margaret Atwood, de George Orwell a Ursula K. Le Guin, Smith dosifica la información con cautela morosa, sin nombrar lugares ni fechas, y sólo nos muestra de forma vaga, parcial, a partir de pocos detalles significativos, cómo está construida la sociedad. El lector entra en la novela a través de los ojos de los niños Briar y Rose, dos hermanos que su madre debe dejar temporalmente reclamada por una emergencia familiar. Y no son buenos tiempos. La hostilidad de las autoridades destruye los hogares marcados con una línea roja -la máquina que lo hace se llama, en otro hallazgo de la autora y de su traductora Magdlena Palmer, «SUPERA BUSER»- como el suyo, convirtiendo a sus habitantes en «inverificables», personas fuera del sistema que no se someten al modelo autoritario dominante.. Traducción de Magdalena Palmer. Nórdica. 264 páginas. 21,95 € Ebook: 9,99 €. Puedes comprarlo aquí.. Pronto, advertimos una asfixiante tecnología de vigilancia que no sólo se centra en cámaras y fuerzas de seguridad, sino en unos aparatos que toda la población lleva en la muñeca y que recaba sin piedad datos personales: tu fecha y lugar de nacimiento, tu etnia, tu género, tu sexualidad, tu religión, tu código postal, tus últimos resultados de análisis de sangre, tu nivel de educación, el nivel de educación de tus padres, la situación laboral actual e histórica y el nivel de ingresos de tus padres… E inlcuso otros más pintrescos y ridículos, como qué marca de pasta de dientes usan y por qué, y si son amantes de los perros o los gatos. El objetivo, claro, es el control.. «Un fragmento de esos aspiradores de datos que nos etiquetan y valoran está en el bolsillo de todos, con una pequeña pantalla». «Entiendo que el lector piense que es exagerado, pero espero que, poco a poco, la sonrisa se le congele y entienda. Esta realidad está tan cerca de nosotros que un fragmento de esos aspiradores de datos que nos etiquetan y valoran está en el bolsillo de todos, con una pequeña pantalla. Sabe e informa a enormes centros de datos sobre nuestros gastos, dónde hemos estado, nuestra salud o nuestra enfermedad, lo que nos hemos dicho y lo que probablemente votemos. Está cargado con todo, desde los datos personales de cada persona hasta la información local e internacional, desde la localización de una tienda hasta la marcha de la guerra», explica la escritora.. «Cualquier máquina de las que llamamos inteligentes, en un perverso uso de esa palabra, puede responder como si fuera un amigo, aunque no lo es, no es más que una máquina. Y pretende saber más sobre nosotros que nuestros padres, hermanos, amigos, incluso que nosotros mismos, y ya ha decidido, o está siendo decidido por alguien que controla esa máquina, qué es lo más importante sobre nosotros en ese supuesto conocimiento», lamenta la escritora, famosa por utilizar lo que en inglés se llama un «dumbphone», es decir, un teléfono muy básico sin funciones «inteligentes».. El resultado de tanto control social, además del miedo a la vigilancia y el silenciamiento es, como refleja la novela, un totalitarismo opaco y elitista, una cosificación humana, que parece más algo del pasado que del futuro. «Este tipo de sometimiento es algo antiguo que se repite una y otra vez en la historia de nuestra especie. Pero esta vez, gracias al enorme poder propagandístico de las nuevas tecnologías, tan cercanas y persuasivas para nosotros, ha llegado con fuerza global. Tendremos que aprender de nuevo, si es lo que realmente queremos, cómo queremos vivir», reclaca la escritora, quien insiste en que salvo la «SUPERA BUSER», «y quién sabe, todo esto ya está sucediendo en el mundo. Gliff es una novela, ficción, pero la ficción siempre ha sido una de nuestras formas más útiles de permitirnos ver y analizar las narrativas que pretenden ser la realidad que nos rodea, las que inventamos para nosotros mismos y las que otros inventan para nosotros».. La escritora, hace unas semanas en el Festival de Literatura de Roma.MIMMO FRASSINETI. Pero, como ocurre siempre en los libros de la escocesa, que nadie piense que esta novela es simplemente un exquisito y literario catálogo de nuestros males presentes y futuros. Ocultas, o no tanto, en sus páginas están las recetas para oponerse a ellos. Por ejemplo, la reconquista de algo tan obvio y complejo como el lenguaje y las palabras, así como la defensa del conocimiento, que no la información, y de esa facultad netamente humana que es la imaginación. «Experimentación, juego, conocimiento e imaginación son todo lo que siempre hemos tenido los seres humanos frente al tipo de poder y dinero que quiere torcer la verdad, son las señales fundamentales de la supervivencia. Esto se puede ver en cualquier camada de criaturas jóvenes, y lo sabemos desde antiguo», explica.. «Experimentación, juego, conocimiento e imaginación son lo que siempre hemos tenido frente al poder que quiere torcer la verdad». «Sófocles lo dice en sus tragedias: se puede imaginar que es posible torcer y enterrar la verdad, pero no se puede enterrar la verdad. Ese es, en definitva, el poder del tiempo: la salida a la superficie de la verdad. Que este conocimiento sea trágico debería decirnos todo lo que necesitamos para decidir qué camino tomar con respecto a cómo vivimos o cómo nos obligan a vivir», reflexiona la escritora, que en la novela condensa todo esto en la figura de un caballo llamado Gliff, que los hermanos rescatan de un viaje al matadero y que representa para Smith todo lo bueno que se ha perdido en la sociedad: la libertad, la belleza, la humanidad, la naturaleza…. «Desde hace milenios el caballo ha sido para los seres humanos un símbolo de negociación, confianza y acuerdo para trabajar juntos entre especies. Como dijo un santo escritor [Platón], el alma y el cuerpo son como un caballo y su jinete», revela Smith, que asegura que también lo eligió como símbolo porque «un caballo de verdad es indiscutible: ahí está, innegable, una materia viva enorme, poderosa, individual, con un aroma maravilloso, inteligente, con un lenguaje propio que hay que aprender para comunicarse, y cuando estás a lomos de un caballo sabes que estás ahí solo por la gracia del acuerdo que ese caballo ha establecido contigo para que ambos colaboren. Escribir una novela es un poco como estar a lomos de un caballo: hay que respetar su poder, su fuerza, su grandeza y, sobre todo, su inclinación», define.. Por todo ello, la escritora que quizá mejor ha radiografiado la oscuridad contemporánea se dice optimista. «La desesperación y la esperanza son gemelas. Son dos caras de un mismo ser. Pero sé cuál de ellas es la que sobrevive. Citaré a James Baldwin: ‘No puedo ser pesimista, porque estoy vivo’. Así me siento yo», expresa con sencillez. Incluso aventura cómo sustraerse al poder autoritorio que nos acecha. «La clave para escapar del poder autoritario… ¡Hmm! Es complicado. ¿Cuál puede ser la llave de la puerta del lugar donde durante siglos tantos millones de seres humanos han sido sometidos a prisión, esclavitud, abuso, tortura, ruina, muerte? Llave grande, puerta grande, diría», responde con humor, pensativa.. «La desesperación y la esperanza son gemelas, dos caras de un mismo ser, pero es imposible ser pesimista estando viva». «Todo lo que sé es que tanto la literatura como la política, es decir, la narrativa, son herramientas poderosas para la especie. Pero la literatura nunca excluye, y la narrativa que crea el poder casi siempre se reduce a una cuestión de pertencia, a un nostoros o ellos. Esto, creo, es una manera fácil de saber qué hace realmente una narrativa construida por nosotros o por otros en nuestras vidas. La narrativa del poder político siempre buscará la exclusión, pues de ahí proviene su poder. Pero la literatura no puede hacerlo, va contra su naturaleza. Una buena historia atrapa a todos y por eso que el arte enfurecen a los gobernantes autoritarios y luchan tanto por controlarlo».. No obstante, con cierta timidez, la escritora asegura que su libro no es un manual de respuestas. «Soy una lectora que prefiere que un libro me pregunte qué pensar o ver en lugar de decírmelo». Y aún así, elude la última pregunta. En enero de 2026 está prevista la salida de Glyph, una nueva novela que funcionará como continuación o espejo de la que sólo sabemos que aborda una historia escondida en esta primera. «Sería revelador avanzar algún detalle, pero no puedo, perdóname. Si lo hago, el libro todavía no terminado se escapará como una criatura salvaje sorprendida en la noche». Así que a los lectores sólo nos queda esperar más respuestas… o preguntas.
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