El autor originario de Jaén lanza ‘El verano de Cervantes’, un ensayo en el que comparte sus pensamientos sobre la vasta historia del hidalgo, conectando la lectura con su propia vida, incluyendo sus pasiones y desencantos, desde su infancia en un ambiente rural hasta convertirse en un intelectual contemporáneo.
El autor de Jaén ha lanzado ‘El verano de Cervantes’, un ensayo en el que expone sus pensamientos sobre la destacada narración del hidalgo, relacionando la lectura con su historia personal, sus pasiones y desilusiones, desde su infancia en un ambiente rural hasta convertirse en un intelectual actual.
Con la situación complicada en España y un septiembre que se perfila tumultuoso, busco consuelo en una obra de Antonio Muñoz Molina, una lectura que parece inusual para su época pero que está profundamente conectada con la actualidad. El verano de Cervantes, editado por Seix Barral. El viaje es impresionante. Esto se debe a que Cervantes posee una combinación de misterio sin resolver y clara sabiduría, además de crear una obra que muestra una gran gracia en contraste con la dureza del calor seco de un agosto como este. Las aventuras de don Quijote tienen lugar en verano, y Antonio Muñoz Molina ha pasado muchos veranos montando a su lado, alcanzando así más de 70 años. Era el instante adecuado. Muñoz Molina es un autor con un estilo definido, caracterizado por una prosa que crea círculos concéntricos en la percepción y donde el lenguaje evoca la naturaleza vibrante, una reflexión profunda y el jazz posterior (quizás influenciado por la música de Coltrane, tal vez con toques de Louis Armstrong, o incluso sabe de las maravillas del órgano Hammond de Seleno Clarke). Si no se malinterpreta, diría que este hombre muestra características de un moralista al estilo francés, recordando a Joubert, La Bruyère y especialmente a Stendhal.
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