El fraile dominico y poeta despliega en los versos de ‘La belleza del otro’ una escritura deseante, intensa, sin censuras, y habla en esta entrevista de su manera heterodoxa de ejercer el sacerdocio y del presunto resurgir de la espiritualidad entre los jóvenes Leer
El fraile dominico y poeta despliega en los versos de ‘La belleza del otro’ una escritura deseante, intensa, sin censuras, y habla en esta entrevista de su manera heterodoxa de ejercer el sacerdocio y del presunto resurgir de la espiritualidad entre los jóvenes Leer
Antonio Praena (Purullena, Granada, 1973) es un fraile de la orden mendicante de los dominicos. Poeta, ensayista, profesor de Teología en Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia. Nació en un taxi. Estudió en colegios e institutos públicos donde aprendió de algunos de sus profesores la importancia del compromiso cívico y descubrió las posibilidades del poema. Ha colaborado en cárceles, en centros de terminales de sida, en labores de acompañamiento. Vestido de impecable es difícil adivinar lo muy dominico que es. Y cómo su poesía nada tiene que ver con el misticismo ni la espiritualidad. Antonio Praena es un fraile sin censuras, osado, militante del deseo, deseante a la vez, dispuesto a explorar algunos límites vibrantes. En sus poemas recorre cuerpos, irrumpen drogas, abunda el desafío hermoso: «Fuimos belleza en movimiento;/ quizá más movimiento que belleza./ Dos rudos animales que se entienden». Su escritura profundiza en otros mundos.. Ahora que asoma un presunto resurgir de la religiosidad entre algunos jóvenes, fray Antonio Praena alerta sobre las generaciones vacías de referencia y la necesidad de mirar hacia adentro. No hacia atrás, sino hacía dentro. Y que ese viaje sea desde la necesidad y no desde la reacción. Hace unos meses publicó La belleza del otro, libro con el que ganó el Premio de Poesía Hermanos Argensola que convoca el Ayuntamiento de Barbastro (Huesca). Vuelve a explorar límites, entusiasmos, daños, surcos de ausencia. Y es, más que nada, una declaración de apetito por los otros.. A la poesía cómo llega.. Soy hijo de la Transición. Me eduqué en colegios e institutos públicos con profesores comprometidos en asuntos políticos. De los que tengo mejor recuerdo eran los más visiblemente de izquierdas. En la efervescencia de esos años 80 me inculcaron el amor por la lectura. Me marcó mucho ese tiempo y es responsable de que me interesase por la poesía. Aquellos profesores despertaron en mí esa vocación, porque la poesía es vocación, aunque al final de la adolescencia desapareció el entusiasmo.. ¿Y cuándo regresó?. De una manera imprevista y potente al acabar los estudios universitarios de Teología, en la Universidad de Salamanca.. ¿En ese tiempo alejado de la poesía, qué hubo?. Los primeros años universitarios estaba más interesado en asuntos espirituales. Necesitaba consolidar mi identidad religiosa: la oración, la contemplación, el retiro… Y también me preocupaba por temas sociales… Colaboré en programas de ayuda a presos en la cárcel de Topas, en Salamanca… Esos son mis años de campamento y mili que aplacaron la inquietud poética. Aunque al final de la veintena recuperé la pasión por la poesía.. ¿Qué problemas sociales le inquietaban?. Los relacionados con las personas en situación de exclusión. Es algo que viví con fuerza al llegar a Valencia. Estuve cinco años implicado en una casa de acogida de enfermos terminales de sida y conocí a mucha gente padeciendo una realidad terrible. Fue entre 1993 y 1998. Trabajaba con los terminales los fines de semana. Los que ingresaban venían a esa casa desahuciados, a morir… Aquello afianzó mi interés por los otros, por los invisibles y me mostró la crueldad a la que los sometemos como sociedad. Había prostitutas, adictos a las drogas, gente sin apoyo familiar… Mujeres y hombres maravillosos unos y patibularios otros. Todos con la certeza de saberse condenados.. ¿Aquella experiencia se filtró en su poesía?. Sí. Al principio mi escritura era más intimista, pero esa inquietud social se hizo sitio en los poemas. Había ya en mi una atracción por los límites que dura hasta hoy.. ¿Y cómo era su relación con lo eclesiástico en los años de formación?. No me he vinculado mucho a ambientes eclesiásticos. Mis amigos y amigas de Granada, por ejemplo, estaban más cerca del mundo de la farándula y del teatro. La gente que me conoce bien no pertenece a mi ámbito. Aunque soy profesor en una facultad eclesiástica y tengo buenos amigos en ese lado, mi vida más personal no va por ahí. Fluyo de otra manera con quienes son ajenos a mi condición religiosa.. ¿Y eso no aviva las dudas?. La vocación es vivir eternamente con la duda. Cuando me miro hacia dentro me siento muy dominico y muy sacerdote. El verdadero sacerdocio es una mediación entre Dios y los hombres, y en ese sentido me siento de una manera real, no sólo litúrgica, presencia de Dios en este mundo difícil. La espiritualidad dominica confía mucho en los otros.. Pero como fraile y como poeta hay algo en usted distinto.. Puede ser. No eran tan raros los frailes de mi corte en los años 60 y 70, cuando el movimiento obrero en los barrios periféricos, cuando la Teología de la Liberación y esas propuestas… Hoy pensamos en la Iglesia y lo que aparece primero es el clero, el culto, el rito… Pero hay mucho más.. ¿Y cómo se manifiesta su idea de Dios en su poética?. Conviene dejar claro que nunca he escrito voluntariamente poesía religiosa o mística. Prefiero que la realidad se haga palabra y se convierta en poema a su manera. Entiendo la poesía como un acto de comunicación y a través del poema la vida y el mundo resuenan de otro modo. Incluso no me he cortado al escribir sobre asuntos o emociones que pasan los límites de la moral cristiana, de la oficialidad o lo estándar de la religión. Nunca me he sentido limitado por las barreras religiosas, ni me ha frenado el ser cura o el qué pensarán de mí si leen esto. Jamás.. ¿Pero Dios se cuela en su poesía?. Para mi sorpresa, sí. Y digo para mi sorpresa porque a veces me siento alejado de Dios y de golpe aparece un poema que me da claves de dónde estoy respecto a Él. Y estoy muy a su lado.. ELENA IRIBAS. ¿Y cómo entiende este presunto renacer de la religiosidad entre los jóvenes y el impulso del último trabajo de Rosalía y la película ‘Los domingos’, de Alauda Ruiz de Azúa?. Es usted un raro en su gremio.. Quién sabe… Algo que me irrita es la escisión entre la Iglesia y la cultura, que no ha hecho más que crecer en el último siglo. Ya lo denunció Pablo VI en los años 60 del siglo pasado. Todos salimos perdiendo con esa distancia. No se trata de ir como curita evangelizando a ateos o agnósticos, catequizar a escritores y pintores… Qué va. Se trata de fundirnos, de aprender unos de otros.. ¿Y cómo entiende este presunto renacer de la religiosidad entre los jóvenes y el impulso del último trabajo de Rosalía y la película ‘Los domingos’, de Alauda Ruiz de Azúa?. Lo de Rosalía me parece algo sincero. Representa a una parte de jóvenes en los que sí veo ese renacer que dices, pues han perdido el miedo. Saben que se puede ser moderno o moderna sin renunciar a lo espiritual. Viven menos las polaridades de sus padres y han desarrollado una racionalidad más afectiva. Son más del corazón. Y cuando eso se cultiva, Dios aparece de alguna manera como algo natural.. Pero a la vez hay un aumento del puritanismo, del dogma, de la reacción…. En esto conviene ser unamuniano. Me explico: ni una cosa ni la otra. Por un lado, la necesidad de abrirse a experiencias espirituales es un hecho y no está desligado de ciertos movimientos reaccionarios que cada vez están más presentes en la realidad occidental. Pero, por otro lado, una parte de la juventud (no toda es reaccionaria ni regresiva, ni mucho menos) busca referentes ante los vacíos actuales.. Así que hay una mezcla entre verdad y recuperación de viejos modelos extremistas.. Te contaré algo que ocurrió hace poco en nuestra iglesia de Sevilla, la de Santa María la Real. Allí se reune una asociación de gais y lesbianas cristianos para celebrar la eucaristía. Esto es algo nartural para nosotros los dominicos, pero alguna gente no lo entiende. Hace unas semanas, y no es la primera vez, unos chavales entraron a esa eucaristía e increparon al cura al grito de «¡enemigo de Cristo!». Ahí ves con nitidez que los movimientos reaccionarios van a más y son inquisitivos, violentos, insultantes.. Usted para ciertos grupos de creyentes será una aberración.. ¿Por poeta?. Por fraile.. No sé.. ¿Y por poeta?. Suelo no mezclar lo que escribo con algunas partes de mi vida, aunque en el fondo todo está mezclado. Hay quien leyendo mis poemas intenta «pillarme», como se dice vulgarmente. Pero la poesía es el espacio de la gran libertad y un gran filtro y un camino hacia la verdad. El lema de los dominicos es una sola palabra: «Veritas». Y yo me he metido en algunos líos por mi manera de perseguir esa verdad. Me atraen tanto los límites humanos porque en ellos está también la verdad de lo que somos.. En su poesía hay un pulso muy deseante.. Porque la sexualidad y el deseo son un regalo de Dios. La experiencia del placer, del tacto, del clímax en el encuentro con el otro o con la otra es maravilloso. Lo dice un salmo de la Bilbia: «Me diste un cuerpo». Y ese cuerpo es tuyo y puede ser gozo. No soy nada platónico. Y como bien señaló Santo Tomás, los dominicos damos gran importancia a la materia, a la corporalidad, de manera que el alma es la forma del cuerpo y no está separada de él como afirmaba Platón. El alma está presente cuando tocamos, cuando besamos, cuando copulamos. El centro del cristianismo es la encarnación, no sé si nos damos cuenta. El cuerpo es la primera mediación y Dios se media a sí mismo a través del cuerpo, del cuerpo de Jesús, de la sed, del amor, del dolor…. ¿Y usted?. Me entrego al deseo sin demasiadas reservas. Desear es conocer, porque el deseo es también una forma de conocimiento que te abre a la experiencia del otro.. Es uno de los ejes de los poemas de ‘La belleza del otro’.. Así es. Este es un libro con el que exploro la alteridad. Aquí la poesía se está mirando en los otros, se está fundiendo en los otros. La diferencia de nuestro Dios, el Dios cristiano, con los demás es que el nuestro no es uno sino tres. Ése es el misterio. Nuestro Dios es una realidad compuesta por tres personas que tienen una relación de amor, de diferencia y de respeto al otro. Yo creo en la alteridad: hay que fundirse y abrirse al otro con deseo.. La poesía de qué le ha salvado.. De la incomunicación y de la soledad, aunque viva rodeado de mucha gente. Hay en mí un sentimiento de exclusión o quizá es autoexclusión, como de sentirme fuera de muchos ámbitos. Un desnivel comunicativo y de identificación. La poesía ha compensado ese desnivel porque aquello que no he podido o sabido decir de otra manera puedo expresarlo con ella sin censura. Hay aspectos propios que necesitamos compartir y no siempre podemos hacerlo o no sabemos con quién hacerlo. Ahí es donde la poesía me rescata.. ¿Vive la poesía como un hecho espiritual?. Soy poco místico. La poesía no la vivo como san Juan de la Cruz o santa Teresa. No la vivo como una oración ni como algo espiritual. Me siento más cerca del aristotelismo y creo que la creatividad es otra manifestación más de la inteligencia, una acción cerebral. Cuando olvidas eso entran en juego los sentimentalismos y otros efluvios innecesarios.. No está mal para ser cura.. Es que la espiritualidad se puede vivir de muchas maneras. Yo celebro misas, rezo, confieso, disfruto del recogimiento y del silencio… Tengo momentos de sobra para vivir mi espiritualidad con plenitud. No he necesitado la poesía para dar cauce al alma.
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