Tengo la sospecha de que el redescubrimiento del arte sublime de Sam Cooke partió de esa famosa escena de Único testigo (1986) donde suena su Wonderful World. Recuerden: el personaje encarnado por Harrison Ford descubre a la ingenua chica amish (Kelly McGillis) el poder de la música para desatar emociones, ante el escándalo de su padre.. El signo de la vida de Sam Cooke fue el movimiento: nacido en una de las cunas del blues, Clarksdale, en Mississippi, su padre —predicador baptista— se apuntó a la Gran Migración y la familia (numerosa) terminó en Chicago. Urgía traer comida a casa y el joven Sam se incorporó a grupos que recorrían la llamada Autopista del Góspel, el circuito de iglesias. Con 19 años, entró en los potentes Soul Stirrers, grupo donde desempeñaba el rol de sweet man, el chico guapo que buscaba excitar al público femenino. En contra de lo que se podría imaginar, el góspel es una música muy sexualizada, donde muchas estrellas desarrollan vidas, digamos, intensas. Sam, que se casó dos veces, tuvo varios hijos fuera del matrimonio, aunque eso no afectó a su popularidad.. Con buena planta, Cooke poseía una voz flexible y capacidad para improvisar con inesperados embellecimientos. Inyectaba los versos más banales con una intensidad emocional extraordinaria que provocaba, eh, humedecimientos. Lamentablemente, no existen filmaciones de sus actuaciones en locales nocturnos; solo se le puede ver en estudios de televisión, ejerciendo de entertainer.. No pasó por esas crisis de conciencia tan amadas por los guionistas cinematográficos. Grabó música profana cuando todavía dependía del público religioso. Fuera del ghetto, se lanzó a hacer pop de amplio espectro, con los productores italoamericanos Hugo Peretti y Luigi Creatore. Como buena criatura del showbiz, protagonizó homenajes a Billie Holiday o Nat King Cole pero lo compatibilizó con la búsqueda del mercado juvenil. Con oídos muy atentos, reconoció la cualidad de himno rebelde del Blowin’ In the Wind dylaniano y, aparte de grabarlo, se empeñó en crear algo similar que reflejara su experiencia como afroamericano. Eso desembocaría en el sublime A Change Is Gonna Come, expresión majestuosa de la necesidad de los cambios sociales, recalcando su inevitabilidad.. Cooke no era ningún inocente: sabía que el poder no se regala, se conquista, incluso en el negocio discográfico. Fundó en 1961 SAR Records, para desarrollar sus habilidades como productor y lanzar a amigos como Bobby Womack o Johnnie Taylor. Una película de Amazon de 2020, Una noche en Miami… ficcionaliza su choque con el activista Malcolm X respecto a las tácticas de empoderamiento de la minoría negra.. Sam prefería el pactismo. Se alió con el astuto Allen Klein, antes de que este trabajara con Beatles y Rolling Stones; de hecho, Klein terminaría por adquirir los derechos del catálogo editorial y discográfico de Cooke. Pero eso ocurriría después del desastre del 11 de diciembre de 1964 en Los Ángeles, cuando el cantante cometió varios errores.. Esa noche Sam salió a divertirse, con su Ferrari rojo. Ligó sin problemas con una bella, Elisa Boyer, de ascendencia china. Terminaron en el Hacienda Motel, un establecimiento de reputación dudosa (cobraban tres dólares por hora), donde se inscribieron como matrimonio. A continuación, según la problemática versión de Elisa, el vocalista intentó violarla. Cuando Sam entró en el baño, ella aprovechó para escapar, llevándose su ropa y la del cantante. Un encolerizado Sam Cooke, desnudo excepto por una chaqueta, se presentó en la recepción del motel, preguntando dónde demonios estaba su acompañante. Alguien con más calle habría sospechado que estaba siendo víctima de un truco habitual de algunas prostitutas angelinas.. La encargada se sintió amenazada y usó su revolver. Correcto hasta el final, Cooke expresó su pasmo: “Señora, me ha disparado.” No contenta con tirotearle, la dama le apaleó con una escoba hasta que dejó de moverse. La investigación posterior determinó que había sido “un homicidio justificado”. Resultó escaso consuelo que, años después, Elisa Boyer fuera condenada por matar a su novio.. Seguir leyendo
Tengo la sospecha de que el redescubrimiento del arte sublime de Sam Cooke partió de esa famosa escena de Único testigo (1986) donde suena su Wonderful World. Recuerden: el personaje encarnado por Harrison Ford descubre a la ingenua chica amish (Kelly McGillis) el poder de la música para desatar emociones, ante el escándalo de su padre. El signo de la vida de Sam Cooke fue el movimiento: nacido en una de las cunas del blues, Clarksdale, en Mississippi, su padre —predicador baptista— se apuntó a la Gran Migración y la familia (numerosa) terminó en Chicago. Urgía traer comida a casa y el joven Sam se incorporó a grupos que recorrían la llamada Autopista del Góspel, el circuito de iglesias. Con 19 años, entró en los potentes Soul Stirrers, grupo donde desempeñaba el rol de sweet man, el chico guapo que buscaba excitar al público femenino. En contra de lo que se podría imaginar, el góspel es una música muy sexualizada, donde muchas estrellas desarrollan vidas, digamos, intensas. Sam, que se casó dos veces, tuvo varios hijos fuera del matrimonio, aunque eso no afectó a su popularidad. Con buena planta, Cooke poseía una voz flexible y capacidad para improvisar con inesperados embellecimientos. Inyectaba los versos más banales con una intensidad emocional extraordinaria que provocaba, eh, humedecimientos. Lamentablemente, no existen filmaciones de sus actuaciones en locales nocturnos; solo se le puede ver en estudios de televisión, ejerciendo de entertainer.No pasó por esas crisis de conciencia tan amadas por los guionistas cinematográficos. Grabó música profana cuando todavía dependía del público religioso. Fuera del ghetto, se lanzó a hacer pop de amplio espectro, con los productores italoamericanos Hugo Peretti y Luigi Creatore. Como buena criatura del showbiz, protagonizó homenajes a Billie Holiday o Nat King Cole pero lo compatibilizó con la búsqueda del mercado juvenil. Con oídos muy atentos, reconoció la cualidad de himno rebelde del Blowin’ In the Wind dylaniano y, aparte de grabarlo, se empeñó en crear algo similar que reflejara su experiencia como afroamericano. Eso desembocaría en el sublime A Change Is Gonna Come, expresión majestuosa de la necesidad de los cambios sociales, recalcando su inevitabilidad.Cooke no era ningún inocente: sabía que el poder no se regala, se conquista, incluso en el negocio discográfico. Fundó en 1961 SAR Records, para desarrollar sus habilidades como productor y lanzar a amigos como Bobby Womack o Johnnie Taylor. Una película de Amazon de 2020, Una noche en Miami… ficcionaliza su choque con el activista Malcolm X respecto a las tácticas de empoderamiento de la minoría negra.Sam prefería el pactismo. Se alió con el astuto Allen Klein, antes de que este trabajara con Beatles y Rolling Stones; de hecho, Klein terminaría por adquirir los derechos del catálogo editorial y discográfico de Cooke. Pero eso ocurriría después del desastre del 11 de diciembre de 1964 en Los Ángeles, cuando el cantante cometió varios errores.Esa noche Sam salió a divertirse, con su Ferrari rojo. Ligó sin problemas con una bella, Elisa Boyer, de ascendencia china. Terminaron en el Hacienda Motel, un establecimiento de reputación dudosa (cobraban tres dólares por hora), donde se inscribieron como matrimonio. A continuación, según la problemática versión de Elisa, el vocalista intentó violarla. Cuando Sam entró en el baño, ella aprovechó para escapar, llevándose su ropa y la del cantante. Un encolerizado Sam Cooke, desnudo excepto por una chaqueta, se presentó en la recepción del motel, preguntando dónde demonios estaba su acompañante. Alguien con más calle habría sospechado que estaba siendo víctima de un truco habitual de algunas prostitutas angelinas.La encargada se sintió amenazada y usó su revolver. Correcto hasta el final, Cooke expresó su pasmo: “Señora, me ha disparado.” No contenta con tirotearle, la dama le apaleó con una escoba hasta que dejó de moverse. La investigación posterior determinó que había sido “un homicidio justificado”. Resultó escaso consuelo que, años después, Elisa Boyer fuera condenada por matar a su novio. Seguir leyendo
Días de verano. Columna. Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado. Una pasmosa carrera marcada por la evolución desde lo religioso hacia el pop, con sugerencias de lo que luego conoceríamos como soul. El cantante Sam Cooke.Foto: Getty. Tengo la sospecha de que el redescubrimiento del arte sublime de Sam Cooke partió de esa famosa escena de Único testigo (1986) donde suena su Wonderful World. Recuerden: el personaje encarnado por Harrison Ford descubre a la ingenua chica amish (Kelly McGillis) el poder de la música para desatar emociones, ante el escándalo de su padre.. El signo de la vida de Sam Cooke fue el movimiento: nacido en una de las cunas del blues, Clarksdale, en Mississippi, su padre —predicador baptista— se apuntó a la Gran Migración y la familia (numerosa) terminó en Chicago. Urgía traer comida a casa y el joven Sam se incorporó a grupos que recorrían la llamada Autopista del Góspel, el circuito de iglesias. Con 19 años, entró en los potentes Soul Stirrers, grupo donde desempeñaba el rol de sweet man, el chico guapo que buscaba excitar al público femenino. En contra de lo que se podría imaginar, el góspel es una música muy sexualizada, donde muchas estrellas desarrollan vidas, digamos, intensas. Sam, que se casó dos veces, tuvo varios hijos fuera del matrimonio, aunque eso no afectó a su popularidad.. Con buena planta, Cooke poseía una voz flexible y capacidad para improvisar con inesperados embellecimientos. Inyectaba los versos más banales con una intensidad emocional extraordinaria que provocaba, eh, humedecimientos. Lamentablemente, no existen filmaciones de sus actuaciones en locales nocturnos; solo se le puede ver en estudios de televisión, ejerciendo de entertainer.. No pasó por esas crisis de conciencia tan amadas por los guionistas cinematográficos. Grabó música profana cuando todavía dependía del público religioso. Fuera del ghetto, se lanzó a hacer pop de amplio espectro, con los productores italoamericanos Hugo Peretti y Luigi Creatore. Como buena criatura del showbiz, protagonizó homenajes a Billie Holiday o Nat King Cole pero lo compatibilizó con la búsqueda del mercado juvenil. Con oídos muy atentos, reconoció la cualidad de himno rebelde del Blowin’ In the Winddylaniano y, aparte de grabarlo, se empeñó en crear algo similar que reflejara su experiencia como afroamericano. Eso desembocaría en el sublime A Change Is Gonna Come, expresión majestuosa de la necesidad de los cambios sociales, recalcando su inevitabilidad.. Cooke no era ningún inocente: sabía que el poder no se regala, se conquista, incluso en el negocio discográfico. Fundó en 1961 SAR Records, para desarrollar sus habilidades como productor y lanzar a amigos como Bobby Womack o Johnnie Taylor. Una película de Amazon de 2020, Una noche en Miami… ficcionaliza su choque con el activista Malcolm X respecto a las tácticas de empoderamiento de la minoría negra.. Tráiler – Una noche en Miami. n «}},»video_agency»:false,»alt_image»:»Tráiler – Una noche en Miami»},»url»:»https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VLA4XTDPIBBOXH52NS5FF4A76Y.jpg?auth=bbd7ef812191aa41027ab04b4cc59ceb3f9f69d38ec17b2e0ac68c3c578cfabc&width=1200&height=675&smart=true»,»alt»:»Tráiler – Una noche en Miami»,»ogWidth»:16,»ogHeight»:9,»floating»:false});. 02:16. Tráiler – Una noche en Miami. En una imagen de ‘Una noche en Miami’, Malcolm X retrata a Muhammad Ali (con pajarita), Sam Cooke (con chaqueta de color burdeos), y Jim Brown (con corbata marrón). En la foto real nunca estuvieron ni Cooke ni Brown.Vídeo: Amazon Prime Video. Sam prefería el pactismo. Se alió con el astuto Allen Klein, antes de que este trabajara con Beatles y Rolling Stones; de hecho, Klein terminaría por adquirir los derechos del catálogo editorial y discográfico de Cooke. Pero eso ocurriría después del desastre del 11 de diciembre de 1964 en Los Ángeles, cuando el cantante cometió varios errores.. Esa noche Sam salió a divertirse, con su Ferrari rojo. Ligó sin problemas con una bella, Elisa Boyer, de ascendencia china. Terminaron en el Hacienda Motel, un establecimiento de reputación dudosa (cobraban tres dólares por hora), donde se inscribieron como matrimonio. A continuación, según la problemática versión de Elisa, el vocalista intentó violarla. Cuando Sam entró en el baño, ella aprovechó para escapar, llevándose su ropa y la del cantante. Un encolerizado Sam Cooke, desnudo excepto por una chaqueta, se presentó en la recepción del motel, preguntando dónde demonios estaba su acompañante. Alguien con más calle habría sospechado que estaba siendo víctima de un truco habitual de algunas prostitutas angelinas.. La encargada se sintió amenazada y usó su revolver. Correcto hasta el final, Cooke expresó su pasmo: “Señora, me ha disparado.” No contenta con tirotearle, la dama le apaleó con una escoba hasta que dejó de moverse. La investigación posterior determinó que había sido “un homicidio justificado”. Resultó escaso consuelo que, años después, Elisa Boyer fuera condenada por matar a su novio.. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo. ¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?. Añadir usuarioContinuar leyendo aquí. Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.. ¿Por qué estás viendo esto?. Flecha. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.. Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.. ¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.. En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.. 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