Gran maestra del cuento en español, la escritora catalana y Premio Nacional publica ‘Lo que no se ve’, su regreso al relato tras una década, en el que explora los grandes temas de su universo literario: el sueño, lo inquietante, los recuerdos, la familia…. «Me siento orgullosa de mi defensa de este género tan exigente y condensado» Leer
Gran maestra del cuento en español, la escritora catalana y Premio Nacional publica ‘Lo que no se ve’, su regreso al relato tras una década, en el que explora los grandes temas de su universo literario: el sueño, lo inquietante, los recuerdos, la familia…. «Me siento orgullosa de mi defensa de este género tan exigente y condensado» Leer
«Por la magia de su narrativa, por el dominio fascinante del empleo de la concisión para narrar historias, que se nutren de la literatura fantástica y que hace llegar al lector de manera intensa hasta cambiar su forma de entender las cosas, es una autora ineludible que nos invita a pensar en los límites entre la realidad y la ficción». Con estas rotundas palabras se expresaba el jurado del Premio Nacional de las Letras cuando le concedió el merecido galardón en 2023 a la escritora catalana Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, 1945).. Dueña de un universo literario propio y original que lleva construyendo más de cuatro décadas, en sus narraciones predomina lo sugerido sobre lo evidente, en una realidad que no sólo tiene aspectos visibles, sino también otros inquietantes e inexplicables. Este es el eje que articula los cuentos de Lo que no se ve (Tusquets), el esperado regreso al género donde es pionera y maestra indiscutible, aunque, como reconoce en esta charla con las vacaciones aún pegadas a los talones -acaba de regresar de pasar unos días en el Mont Blanc-, «son palabras que tal vez suenen pretenciosas. Nunca me propuse ser nada de esto, igual que no me propuse jamás escribir algo fantástico, simplemente quería escribir relatos», defiende.. «Cada cual tiene un mundo y el mío narrativo es inquietante. Esta sería la etiqueta que le pondría a mi obra. Creo que las cosas no son lo que parecen, y me gusta explorar esos instantes y situaciones que rompen los límites de eso que llamamos realidad», prosigue la escritora. Buena parte de ese mundo narrativo que dice se construye sobre unas constantes reconocibles: el papel de los sueños, la ambigüedad entre lo real y lo irreal, y la creación de atmósferas inquietantes y turbadoras, la exploración de los recuerdos de juventud, las relaciones familares, especialmente entre hermanas… Temas que gusta de revisitar una y otra vez.. «Me hace gracia eso de que los escritores no podemos huir de nuestras obsesiones… Yo no pretendo huir, al revés, me fascina ahondar en mis recuerdos, en mis experiencias o, por ejemplo, en estas situaciones familiares, el mundo de hermanas, por ejemplo, un mundo muy intenso, para lo bueno y lo malo. Cada relato es un experimento, una forma de abordar algún aspecto de mi vida y del mundo que me interesa».. Tusquets. 168 páginas. 18,90 € Ebook: 9,99 €. Igual que en el resto de su obra, en estos seis relatos, Fernández Cubas logra tomar aquello que produce miedo, un simple detalle inquietante, y lo lleva al campo de lo natural, de lo rutinario. Parecería que narra sucesos cotidianos, pero no lo son, detrás está la sombra de lo que nos aterra. Así, en «Tu Joan, yo Bette», en el que dos ancianas hermanas reviven la tóxica relacion sororal de la película ¿Qué fue de Baby Jane?, de pronto parece que sus vidas son una especie de teatro de marionetas controlado por «una voz», en «Momonio» un inocente juego trunca para siempre la vida de cinco jóvenes amigos, o en el borgeano «Il Buco» un hombre sufre una compleja epifanía visitando una catedral. Muchas veces, estos hechos están simplemente en la cabeza de los protagonistas, pues como dice la escritora, «a veces los mayores temores y miedos que podemos albergar nacen de la simple condición humana».. «Pionera o maestra son palabras que tal vez suenen pretenciosas. Nunca me propuse ser nada de esto, simplemente quería escribir relatos». Lo que no se ve, título que podría servir de lema al toda su producción, llega una década después de La habitación de Nona, con el que ganó el Premio Nacional de la Crítica. Una demora que no es casual, sino que ejemplifica una libertad y una falta de prisa por escribir y publicar que son cada vez más un rasgo insólito en el mundo editorial. «No tengo ninguna prisa, en la vida se mezclan muchas cosas que no son la literatura, y yo simplemente espero a que el libro sea el que se manifieste, el que me haga saber que está completo, qué cuentos encajan en él y cuáles quiere expulsar», explica. «Sé que no es lo habitual en esta sociedad donde todo se quiere para ayer, y quizás me pase yo un poco por el otro extremo, todo hay que reconocerlo, pero es mi forma de actuar y de vivir», bromea.. Otro rasgo caractrístico de la obra de Fernández Cubas es la expansión de esos imprecisos límites que conforman lo que llamamos realidad. «Me gusta burlar el espacio y el tiempo, dar carta de naturaleza a aquello que está… pero que quizás no se ve. Ir más allá de la obviedad», describe la escritora. «La mayoría de mis relatos y novelas parten de una situación completamente cotidiana y luego ocurre un nubarrón que no lo es tanto. Un nubarrón que se cierne sobre los personajes, que altera las cosas y hace que ya nada vuelva a ser lo mismo». Es decir, una realidad que no se limita a la reducida convención que por miedo, comodidad o costumbre, solemos habitar.. «Empezando por los sueños, hay muchísimas cosas en la vida cotidiana que no comprendemos, misterios del universo, señales o hechos que ignoramos. La realidad más que nada es una apariencia, es imperfecta, porque no lo sabemos todo, y muchas veces existe, por ejemplo, una línea divisoria entre lo que es tangible y lo que no es», defiende la narradora. «En ese hilo, esa frontera entre lo que sabemos y lo que ignoramos, en las explicaciones que podemos dar, aunque no sean del todo seguras, es donde me gusta explorar al escribir. Mi literatura se nutre de nuestra ignorancia de qué es la realidad, de lo que somos nosotros y de qué ocurre cuando estas convenciones, el tiempo, por ejemplo, se rompen y estallan de forma irremisible».. «Hay muchas cosas en la vida cotidiana que no comprendemos, misterios, señales o hechos que ignoramos. La realidad es una apariencia». En ocasiones, reconoce, la escritura puede ser una forma de volcar obsesiones y pesadillas, de exorcismo. «Escribir se puede escribir de muchas maneras, pero a veces tiene también sus dotes de conjuro. Si tienes algunas obsesiones, pues nada mejor que darles forma y conjurarlas. Eso no quiere decir que te has liberado, pero de alguna manera lo has traspasado, lo has extrapolado, por lo menos ya quedan en el papel», razona Fernández Cubas, quien recuerda cómo surgió su relato «La mujer de verde», incluido en el volumen colectivo Perturbaciones (Salto de Página, 2009). «Una vez tuve un sueño en el que en plena Navidad iba por la calle y una mujer aterradora con un escotado traje verde me perseguía y señalaba con la mano. Me desperté tremendamente asustada, y entonces me puse a escribir y le traspasé mi obsesión a una ejecutiva que todo el rato ve a la misma mujer de verde. El miedo paso a ser suyo, no mío. Y nunca volví a tener el sueño», afirma entre risas.. Fernández Cubas en su casa de Barcelona.Iván Giménez. Ahondando en el asunto, la narradora apunta que en Lo que no se ve se ha filtrado una preocupación, reciente, el paso del tiempo. «Candela Viva», el relato de una mujer que entra en una misteriosa tienda donde las horas parecen discurrir de forma diferente -el propio relato alude a las famosas historias de Hitchcock y a la serie En los límites de la realidad- nace, según explica: «de mi percepción de que a medida que cumples años los días se acortan, el tiempo encoge de una manera tremenda. Pero, afortunadamente, en mis cuentos el espacio y el tiempo no son variables tan inamovibles como pueda parecer».. Hoy en día, el género del cuento goza de un inusitado prestigio en nuestra lengua, al calor de fenómenos como el llamado gótico latinoamericano, autoras como Samanta Schweblin y Mariana Enriquez y a españoles como Fernando Navarro, Patricia Esteban Erlés y Mercedes Abad o los consabidos Luis Mateo Díez y José María Merino, algunos de los nombres que espiga Fernández Cubas. «Ya era hora, desde luego, y bienvenido sea. Yo misma he sido muy reconocida desde hace ya un tiempo, pero no quiero que los reconocimientos opaquen mis primeros 20 años, en los que fui una escritora invisible. Tenía cierto prestigio crítico y gente a la que le gustaba lo que hacía, pero nadie pensó por aquel entonces en darme un premio», reivindica.. En este sentido, la escritora recuerda con orgullo esos tiempos «afortunadamente ya lejanos» del año 80 cuando publicó Mi hermana Elba, su primer libro. «Perdí la cuenta de las veces que me preguntaron ‘¿para cuándo la novela?’ -que al final llegaría, pero porque la historia lo pedía, no por imposición-, y repetía como un auténtico loro obviedades como: ‘El cuento es un género en sí mismo, no un camino para ser novelista’. Realmente, no perdí la paciencia nunca: insistí, insistí, insistí, y me siento orgullosa de la paciencia que demostré entonces», dice satisfecha.. «He sido muy reconocida desde hace tiempo, pero no quiero que eso opaque mis primeros 20 años de carrera, en los que fui una escritora invisible». ¿Y qué tiene el cuento para despertar en Fernández Cubas, autora también de tres novelas, una biografía de Emilia Pardo Bazán -otra maestra del cuento- y estupendas unas memorias? «Adoro el relato porque es exigente y condensado a la vez, es un género falsamente breve. Es breve en número de palabras o páginas pero, si el cuento es bueno, la historia te atrapa y va más allá del libro. Además, en él lo que no se dice es tan importante como lo que se dice», argumenta. «Por eso, al lector de cuentos no le gusta que le den las cosas machacadas, le gusta intervenir, es tu cómplice. Es un lector inteligente que, simplemente con tener las bases entra en una historia y saca sus conclusiones, a menudo muy diferentes de lo que tú querías hacer, un proceso que me fascina y me encanta», continúa emocionada.. Por eso, asegura, nunca dejará de escribir, aunque sea casi obsceno preguntarle, justamente a ella, en qué anda metida o cuándo podremos esperar un próximo libro. «Publicar no tengo ni idea, pero escribir lo hago todo el tiempo, es lo que más disfruto. El momento en que se está formando algo que no existía, que una historia está cobrando algo vida sobre el papel, y tú te la crees y te sumerges dentro. Esos momentos para mí no tienen comparación con nada en la vida».
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