Cuando le pido a Sandra Miret que me resuma el tema de su nuevo libro, Damas, Villanas y Lolitas. Una mirada feminista al cine con el que crecimos (Bruguera, 2025), la autora reflexiona durante un momento y reconoce que le cuesta mucho dar con un único mensaje. No resulta extraño porque el libro abarca un campo bastante amplio.. Cada uno de sus apartados se centra en un aspecto de la relación del cine con las mujeres: desde el trato que se le ha dado a estas en la ficción, a la política que influye en los premios, desde los abusos que se producen en el set de rodaje, a la importancia de las mujeres detrás de cámaras, pasando por la construcción de personajes femeninos o la forma de rodar el cuerpo de las actrices. Intentando satisfacer mi pregunta, la autora recurre a la célebre frase que popularizó la activista feminista radical Carol Hanish “Lo personal es político” y le añade: “Y el cine también lo es”.. Damas, Villanas y Lolitas es el primer ensayo de Sandra Miret, divulgadora cultural y analista fílmica feminista especializada en cine y género de la que es posible que ya haya escuchado hablar, debido a que cuenta con más de 500 mil seguidores en redes sociales. Allí, Miret analiza, con una mirada crítica y cercana, contenidos audiovisuales y culturales, además de recomendar películas y libros acordes a su mirada feminista.. Este libro supone un paso más en su carrera divulgativa y reconoce que es una extensión del Trabajo Final de Máster que los estudios que realizó sobre Género y Comunicación durante el año 2022. “En él analizaba cómo la ficción nos afecta como individuos y específicamente cómo nos afecta en la infancia, poniendo la lupa en la divulgación y casi imposición de los estereotipos de género, los mitos del amor romántico, la rivalidad femenina, los cánones de belleza, etcétera”, explica. Un trabajo que reconoce que abordó porque siempre le resultó muy llamativo “lo fácil que le resulta a la gente limitar el cine a un mero entretenimiento, cuando ha sido un fiel acompañante y perpetrador del sistema patriarcal y la cultura de la violación”.. Somos lo que vemos. El libro de Sandra arranca con un panorama general de la situación audiovisual con la que muchos de nosotros y nosotras nos encontramos en nuestra infancia y adolescencia. La mayoría crecimos viendo a princesas en apuros y a héroes que corrían a salvarlas, con historias, en definitiva en las que los roles de género estaban tan limitados y clarísimos, que normalizaban una mirada absolutamente masculina (además de blanca y heterosexual).. Cómo no recordar a las muy blancas, delgadas y guapas protagonistas de series como Hannah Montana o Los magos de Waverly Place. La cosa, según Miret, tampoco mejoraba cuando crecíamos y comenzábamos a ver películas pensadas para adultos.. En series como Sexo en Nueva York, Embrujadas, Friends o Mujeres desesperadas, y cientos más se normalizaba la violencia sexual hacia las mujeres y se hipersexualizaba el cuerpo de estas aunque fuera totalmente innecesario para la trama. Para colmo, el cine de la época calificado como “femenino” era tonto y romanticón y, aunque funcionara a nivel económico, no hacía más que perpetuar todavía más esos estereotipos de género.. Esas diferencias se mostraban, según la autora, no solo en la importancia de los personajes o sus acciones, sino también en la forma en la que se rodaba el cuerpo de la mujer. Los planos se elegían cuidadosamente para “trocear” a las chicas (pechos, caderas, trasero), centrándose en las preferencias sexuales de los hombres y recurriendo a “trucos” fílmicos como la cámara lenta para aumentar el deleite de la mirada masculina.. Hoy en día, son casi chistes visuales, pero fueron omnipresentes en el pasado. Hay cientos de ejemplos, pero cómo no recordar los clásicos planos de una mujer apartándose el pelo de la cara o saliendo del mar, repetido hasta la extenuación, por ejemplo, en la saga de James Bond.. Sin embargo, la autora señala cómo estos mecanismos se siguen utilizando todavía hoy en día, y pone de ejemplo la forma en la que se retrata al personaje de Cassie (interpretado por Sydney Sweeney) en Euphoria, recurriendo a los mismos patrones sexistas que se llevan décadas utilizando en el cine.. No obstante, la autora reconoce que se han hecho algunos avances importantes en los últimos años. Como ejemplo, se fija en cómo se trataba a las mujeres y el sexo en las primeras temporadas de Juego de Tronos (estrenada en 2012), en las que abundaban las escenas de desnudos femeninos injustificados y escenas sexuales en las que se fragmentaba el cuerpo de la mujer, se destacaban tirones de pelo, tocamientos, etc. Tras las críticas recibidas, en las últimas temporadas todo este tipo de escenas, que eran características de la serie, prácticamente desaparecieron.. Arquetipos femeninos y notorias ausencias. “Fue bastante impactante darme cuenta de lo racista y xenófobo que es el cine con el que crecí”, asegura la autora. “Ver que, claramente, era un cine muy blanco y en el que la presencia de personas racializadas en su gran mayoría era a través de una mirada blanca, muy limitante, llena de estereotipos y muchas veces racista. Creo que es algo que tenemos tan normalizado que si le dedicas una o dos horas a repasar todas las películas y series de tu infancia, especialmente las españolas, y te centras en los personajes racializados, te das cuenta de muchas cosas”.. Miret dedica la segunda parte de su libro justamente a desgranar la gran cantidad de arquetipos y argumentos desfavorables para las mujeres que se han usado tradicionalmente en el cine y la televisión. Una lista que la autora reconoce que se iba alargando conforme más investigaba y que, finalmente, decidió centrar en los que habían estado más presentes en su infancia y adolescencia.. Entre los más destacados está uno que ya hemos nombrado, la Dama en apuros, la princesa atrapada en la torre al que el caballero con brillante armadura viene a rescatar y todas sus versiones actualizadas, desde King Kong a Star Wars, pasando por Shrek o Batman. La lista es interminable.. Pero Miret señala muchos otros arquetipos como la Manic Pixie Dream Girl, esa chica pizpireta y burbujeante que solo existe en la imaginación de los guionistas y que estaría encarnada por personajes como Penny de Casi Famosos o Holly de Desayuno con diamantes.. Otro, uno de los más problemáticos hoy en día, es el de la Lolita, la niña increíblemente atractiva sexualmente, y manipuladora consciente o inconscientemente. Pero hay muchos más: la Mala del instituto, la Femme Fatale, la Guerrera, la Business Woman mal follada, la Solterona y un larguísimo etcétera.. La autora tampoco olvida en su análisis a las personas racializadas, pertenecientes a la comunidad LGBTQ+, con cuerpos no normativos o que no son jóvenes, que si además de eso son mujeres, todavía han estado más ausentes de las películas y series de televisión o han sido representadas también a través del prisma heteropatriarcal.. Los tiempos están cambiando. A pesar de la crítica, Miret, reconoce en la última parte del libro que la situación ha ido mejorando paulatinamente con el paso del tiempo. Quizá arrastrando los pies, como en el caso de Juego de Tronos y sumando también numerosos retrocesos, como al que nos hemos referido de Euphoria.. Con echar un simple vistazo a la actualidad cinematográfica o de las series, no es difícil verlo. Cada vez hay más directoras que aportan una mirada propia alejada del male gaze, se denuncian y se condenan abusos cometidos delante y detrás de las cámaras (aunque probablemente muchos siguen impunes), se está extendiendo la figura de las coordinadoras de intimidad, que cuidan de que las actrices se sientan cómodas cuando hay que rodar escenas sexuales o violentas, se cuentan nuevas historias en las que aparecen personajes fuera de la norma que antes estaban invisibilizados…. En definitiva, que las cosas han cambiado mucho, pero que ni mucho menos estamos todavía al final de este camino. De vez en cuando aparecen proyectos, incluso muy exitosos, como Élite o Emily in Paris, que parecen sacados de otra época en lo que respecta a su trato de las mujeres.. Precisamente, gracias a la labor de divulgadoras como Sandra Miret, y a la dedicación de otras millones de mujeres anónimas o no, poco a poco irán quedando atrás los clichés y los estereotipos que hemos arrastrado durante tantos años y, con un poco de suerte y a pesar de las fuerzas que seguro empujarán en la dirección contraria, las nuevas generaciones de niñas verán los arquetipos y clichés del cine y la televisión del pasado como algo ya totalmente superado e incluso puedan disfrutarlas, pero siendo conscientes de todo lo que no está bien en ellas.. Preguntada sobre con qué le gustaría que se quedaran los lectores y las lectores de su libro, Miret explica que su objetivo es “crear conversación. Me gustaría sembrar dudas y pensamiento crítico para que la gente sepa lo importante que es la ficción y el consumo de esta, que se cuestionen qué ven y qué han visto”, señala.. “Una de las cosas que más ansío con este libro es que la gente que lo lea sea consciente de lo importante que es el público, y el público somos todos, sobre todo nosotras”, continúa. “Y digo ‘sobre todo nosotras’ porque el cine ha sido durante mucho tiempo una industria y un sector masculino, y en gran parte lo sigue siendo, al igual que el espacio que se le ha dado a la crítica de cine. A las mujeres nos han quitado mucho poder de crítica. Así que espero que quienes lean el libro sean conscientes de lo importante que es cada película y serie que deciden ver y tengan en cuenta quién la ha dirigido, escrito y protagonizado y cómo hablamos después sobre estos productos. Porque el cine no es mero entretenimiento. Hacer una película y lanzarla al mundo es político, y la decisión del público de ir a verla y recomendarla también es política”.. Seguir leyendo
Cuando le pido a Sandra Miret que me resuma el tema de su nuevo libro, Damas, Villanas y Lolitas. Una mirada feminista al cine con el que crecimos (Bruguera, 2025), la autora reflexiona durante un momento y reconoce que le cuesta mucho dar con un único mensaje. No resulta extraño porque el libro abarca un campo bastante amplio.Cada uno de sus apartados se centra en un aspecto de la relación del cine con las mujeres: desde el trato que se le ha dado a estas en la ficción, a la política que influye en los premios, desde los abusos que se producen en el set de rodaje, a la importancia de las mujeres detrás de cámaras, pasando por la construcción de personajes femeninos o la forma de rodar el cuerpo de las actrices. Intentando satisfacer mi pregunta, la autora recurre a la célebre frase que popularizó la activista feminista radical Carol Hanish “Lo personal es político” y le añade: “Y el cine también lo es”.Damas, Villanas y Lolitas es el primer ensayo de Sandra Miret, divulgadora cultural y analista fílmica feminista especializada en cine y género de la que es posible que ya haya escuchado hablar, debido a que cuenta con más de 500 mil seguidores en redes sociales. Allí, Miret analiza, con una mirada crítica y cercana, contenidos audiovisuales y culturales, además de recomendar películas y libros acordes a su mirada feminista.Este libro supone un paso más en su carrera divulgativa y reconoce que es una extensión del Trabajo Final de Máster que los estudios que realizó sobre Género y Comunicación durante el año 2022. “En él analizaba cómo la ficción nos afecta como individuos y específicamente cómo nos afecta en la infancia, poniendo la lupa en la divulgación y casi imposición de los estereotipos de género, los mitos del amor romántico, la rivalidad femenina, los cánones de belleza, etcétera”, explica. Un trabajo que reconoce que abordó porque siempre le resultó muy llamativo “lo fácil que le resulta a la gente limitar el cine a un mero entretenimiento, cuando ha sido un fiel acompañante y perpetrador del sistema patriarcal y la cultura de la violación”.Somos lo que vemosEl libro de Sandra arranca con un panorama general de la situación audiovisual con la que muchos de nosotros y nosotras nos encontramos en nuestra infancia y adolescencia. La mayoría crecimos viendo a princesas en apuros y a héroes que corrían a salvarlas, con historias, en definitiva en las que los roles de género estaban tan limitados y clarísimos, que normalizaban una mirada absolutamente masculina (además de blanca y heterosexual).Cómo no recordar a las muy blancas, delgadas y guapas protagonistas de series como Hannah Montana o Los magos de Waverly Place. La cosa, según Miret, tampoco mejoraba cuando crecíamos y comenzábamos a ver películas pensadas para adultos.En series como Sexo en Nueva York, Embrujadas, Friends o Mujeres desesperadas, y cientos más se normalizaba la violencia sexual hacia las mujeres y se hipersexualizaba el cuerpo de estas aunque fuera totalmente innecesario para la trama. Para colmo, el cine de la época calificado como “femenino” era tonto y romanticón y, aunque funcionara a nivel económico, no hacía más que perpetuar todavía más esos estereotipos de género.Esas diferencias se mostraban, según la autora, no solo en la importancia de los personajes o sus acciones, sino también en la forma en la que se rodaba el cuerpo de la mujer. Los planos se elegían cuidadosamente para “trocear” a las chicas (pechos, caderas, trasero), centrándose en las preferencias sexuales de los hombres y recurriendo a “trucos” fílmicos como la cámara lenta para aumentar el deleite de la mirada masculina.Hoy en día, son casi chistes visuales, pero fueron omnipresentes en el pasado. Hay cientos de ejemplos, pero cómo no recordar los clásicos planos de una mujer apartándose el pelo de la cara o saliendo del mar, repetido hasta la extenuación, por ejemplo, en la saga de James Bond.Sin embargo, la autora señala cómo estos mecanismos se siguen utilizando todavía hoy en día, y pone de ejemplo la forma en la que se retrata al personaje de Cassie (interpretado por Sydney Sweeney) en Euphoria, recurriendo a los mismos patrones sexistas que se llevan décadas utilizando en el cine.No obstante, la autora reconoce que se han hecho algunos avances importantes en los últimos años. Como ejemplo, se fija en cómo se trataba a las mujeres y el sexo en las primeras temporadas de Juego de Tronos (estrenada en 2012), en las que abundaban las escenas de desnudos femeninos injustificados y escenas sexuales en las que se fragmentaba el cuerpo de la mujer, se destacaban tirones de pelo, tocamientos, etc. Tras las críticas recibidas, en las últimas temporadas todo este tipo de escenas, que eran características de la serie, prácticamente desaparecieron.Arquetipos femeninos y notorias ausencias“Fue bastante impactante darme cuenta de lo racista y xenófobo que es el cine con el que crecí”, asegura la autora. “Ver que, claramente, era un cine muy blanco y en el que la presencia de personas racializadas en su gran mayoría era a través de una mirada blanca, muy limitante, llena de estereotipos y muchas veces racista. Creo que es algo que tenemos tan normalizado que si le dedicas una o dos horas a repasar todas las películas y series de tu infancia, especialmente las españolas, y te centras en los personajes racializados, te das cuenta de muchas cosas”.Miret dedica la segunda parte de su libro justamente a desgranar la gran cantidad de arquetipos y argumentos desfavorables para las mujeres que se han usado tradicionalmente en el cine y la televisión. Una lista que la autora reconoce que se iba alargando conforme más investigaba y que, finalmente, decidió centrar en los que habían estado más presentes en su infancia y adolescencia.Entre los más destacados está uno que ya hemos nombrado, la Dama en apuros, la princesa atrapada en la torre al que el caballero con brillante armadura viene a rescatar y todas sus versiones actualizadas, desde King Kong a Star Wars, pasando por Shrek o Batman. La lista es interminable.Pero Miret señala muchos otros arquetipos como la Manic Pixie Dream Girl, esa chica pizpireta y burbujeante que solo existe en la imaginación de los guionistas y que estaría encarnada por personajes como Penny de Casi Famosos o Holly de Desayuno con diamantes.Otro, uno de los más problemáticos hoy en día, es el de la Lolita, la niña increíblemente atractiva sexualmente, y manipuladora consciente o inconscientemente. Pero hay muchos más: la Mala del instituto, la Femme Fatale, la Guerrera, la Business Woman mal follada, la Solterona y un larguísimo etcétera.La autora tampoco olvida en su análisis a las personas racializadas, pertenecientes a la comunidad LGBTQ+, con cuerpos no normativos o que no son jóvenes, que si además de eso son mujeres, todavía han estado más ausentes de las películas y series de televisión o han sido representadas también a través del prisma heteropatriarcal.Los tiempos están cambiandoA pesar de la crítica, Miret, reconoce en la última parte del libro que la situación ha ido mejorando paulatinamente con el paso del tiempo. Quizá arrastrando los pies, como en el caso de Juego de Tronos y sumando también numerosos retrocesos, como al que nos hemos referido de Euphoria.Con echar un simple vistazo a la actualidad cinematográfica o de las series, no es difícil verlo. Cada vez hay más directoras que aportan una mirada propia alejada del male gaze, se denuncian y se condenan abusos cometidos delante y detrás de las cámaras (aunque probablemente muchos siguen impunes), se está extendiendo la figura de las coordinadoras de intimidad, que cuidan de que las actrices se sientan cómodas cuando hay que rodar escenas sexuales o violentas, se cuentan nuevas historias en las que aparecen personajes fuera de la norma que antes estaban invisibilizados…En definitiva, que las cosas han cambiado mucho, pero que ni mucho menos estamos todavía al final de este camino. De vez en cuando aparecen proyectos, incluso muy exitosos, como Élite o Emily in Paris, que parecen sacados de otra época en lo que respecta a su trato de las mujeres.Precisamente, gracias a la labor de divulgadoras como Sandra Miret, y a la dedicación de otras millones de mujeres anónimas o no, poco a poco irán quedando atrás los clichés y los estereotipos que hemos arrastrado durante tantos años y, con un poco de suerte y a pesar de las fuerzas que seguro empujarán en la dirección contraria, las nuevas generaciones de niñas verán los arquetipos y clichés del cine y la televisión del pasado como algo ya totalmente superado e incluso puedan disfrutarlas, pero siendo conscientes de todo lo que no está bien en ellas.Preguntada sobre con qué le gustaría que se quedaran los lectores y las lectores de su libro, Miret explica que su objetivo es “crear conversación. Me gustaría sembrar dudas y pensamiento crítico para que la gente sepa lo importante que es la ficción y el consumo de esta, que se cuestionen qué ven y qué han visto”, señala.“Una de las cosas que más ansío con este libro es que la gente que lo lea sea consciente de lo importante que es el público, y el público somos todos, sobre todo nosotras”, continúa. “Y digo ‘sobre todo nosotras’ porque el cine ha sido durante mucho tiempo una industria y un sector masculino, y en gran parte lo sigue siendo, al igual que el espacio que se le ha dado a la crítica de cine. A las mujeres nos han quitado mucho poder de crítica. Así que espero que quienes lean el libro sean conscientes de lo importante que es cada película y serie que deciden ver y tengan en cuenta quién la ha dirigido, escrito y protagonizado y cómo hablamos después sobre estos productos. Porque el cine no es mero entretenimiento. Hacer una película y lanzarla al mundo es político, y la decisión del público de ir a verla y recomendarla también es política”. Seguir leyendo
Cuando le pido a Sandra Miret que me resuma el tema de su nuevo libro, Damas, Villanas y Lolitas. Una mirada feminista al cine con el que crecimos (Bruguera, 2025), la autora reflexiona durante un momento y reconoce que le cuesta mucho dar con un único mensaje. No resulta extraño porque el libro abarca un campo bastante amplio.. Cada uno de sus apartados se centra en un aspecto de la relación del cine con las mujeres: desde el trato que se le ha dado a estas en la ficción, a la política que influye en los premios, desde los abusos que se producen en el set de rodaje, a la importancia de las mujeres detrás de cámaras, pasando por la construcción de personajes femeninos o la forma de rodar el cuerpo de las actrices. Intentando satisfacer mi pregunta, la autora recurre a la célebre frase que popularizó la activista feminista radical Carol Hanish “Lo personal es político” y le añade: “Y el cine también lo es”.. Damas, Villanas y Lolitas es el primer ensayo de Sandra Miret, divulgadora cultural y analista fílmica feminista especializada en cine y género de la que es posible que ya haya escuchado hablar, debido a que cuenta con más de 500 mil seguidores en redes sociales. Allí, Miret analiza, con una mirada crítica y cercana, contenidos audiovisuales y culturales, además de recomendar películas y libros acordes a su mirada feminista.. Este libro supone un paso más en su carrera divulgativa y reconoce que es una extensión del Trabajo Final de Máster que los estudios que realizó sobre Género y Comunicación durante el año 2022. “En él analizaba cómo la ficción nos afecta como individuos y específicamente cómo nos afecta en la infancia, poniendo la lupa en la divulgación y casi imposición de los estereotipos de género, los mitos del amor romántico, la rivalidad femenina, los cánones de belleza, etcétera”, explica. Un trabajo que reconoce que abordó porque siempre le resultó muy llamativo “lo fácil que le resulta a la gente limitar el cine a un mero entretenimiento, cuando ha sido un fiel acompañante y perpetrador del sistema patriarcal y la cultura de la violación”.. La portada del libro ‘Damas, villanas y lolitas’.Penguin. Somos lo que vemos. El libro de Sandra arranca con un panorama general de la situación audiovisual con la que muchos de nosotros y nosotras nos encontramos en nuestra infancia y adolescencia. La mayoría crecimos viendo a princesas en apuros y a héroes que corrían a salvarlas, con historias, en definitiva en las que los roles de género estaban tan limitados y clarísimos, que normalizaban una mirada absolutamente masculina (además de blanca y heterosexual).. Cómo no recordar a las muy blancas, delgadas y guapas protagonistas de series como Hannah Montana o Los magos de Waverly Place. La cosa, según Miret, tampoco mejoraba cuando crecíamos y comenzábamos a ver películas pensadas para adultos.. En series como Sexo en Nueva York, Embrujadas, Friends o Mujeres desesperadas, y cientos más se normalizaba la violencia sexual hacia las mujeres y se hipersexualizaba el cuerpo de estas aunque fuera totalmente innecesario para la trama. Para colmo, el cine de la época calificado como “femenino” era tonto y romanticón y, aunque funcionara a nivel económico, no hacía más que perpetuar todavía más esos estereotipos de género.. Fotograma de la cuarta temporada de la serie ‘Mujeres Desesperadas’.© 2007 American Broadcasting Companies, Inc. (BWP/Cordon Press). Esas diferencias se mostraban, según la autora, no solo en la importancia de los personajes o sus acciones, sino también en la forma en la que se rodaba el cuerpo de la mujer. Los planos se elegían cuidadosamente para “trocear” a las chicas (pechos, caderas, trasero), centrándose en las preferencias sexuales de los hombres y recurriendo a “trucos” fílmicos como la cámara lenta para aumentar el deleite de la mirada masculina.. Hoy en día, son casi chistes visuales, pero fueron omnipresentes en el pasado. Hay cientos de ejemplos, pero cómo no recordar los clásicos planos de una mujer apartándose el pelo de la cara o saliendo del mar, repetido hasta la extenuación, por ejemplo, en la saga de James Bond.. Sin embargo, la autora señala cómo estos mecanismos se siguen utilizando todavía hoy en día, y pone de ejemplo la forma en la que se retrata al personaje de Cassie (interpretado por Sydney Sweeney) en Euphoria, recurriendo a los mismos patrones sexistas que se llevan décadas utilizando en el cine.. No obstante, la autora reconoce que se han hecho algunos avances importantes en los últimos años. Como ejemplo, se fija en cómo se trataba a las mujeres y el sexo en las primeras temporadas de Juego de Tronos (estrenada en 2012), en las que abundaban las escenas de desnudos femeninos injustificados y escenas sexuales en las que se fragmentaba el cuerpo de la mujer, se destacaban tirones de pelo, tocamientos, etc. Tras las críticas recibidas, en las últimas temporadas todo este tipo de escenas, que eran características de la serie, prácticamente desaparecieron.. Halle Berry en ‘Muere otro día’ de la saga de James Bond.United Archives/Impress (United Archives / Cordon Press). Arquetipos femeninos y notorias ausencias. “Fue bastante impactante darme cuenta de lo racista y xenófobo que es el cine con el que crecí”, asegura la autora. “Ver que, claramente, era un cine muy blanco y en el que la presencia de personas racializadas en su gran mayoría era a través de una mirada blanca, muy limitante, llena de estereotipos y muchas veces racista. Creo que es algo que tenemos tan normalizado que si le dedicas una o dos horas a repasar todas las películas y series de tu infancia, especialmente las españolas, y te centras en los personajes racializados, te das cuenta de muchas cosas”.. Miret dedica la segunda parte de su libro justamente a desgranar la gran cantidad de arquetipos y argumentos desfavorables para las mujeres que se han usado tradicionalmente en el cine y la televisión. Una lista que la autora reconoce que se iba alargando conforme más investigaba y que, finalmente, decidió centrar en los que habían estado más presentes en su infancia y adolescencia.. Entre los más destacados está uno que ya hemos nombrado, la Dama en apuros, la princesa atrapada en la torre al que el caballero con brillante armadura viene a rescatar y todas sus versiones actualizadas, desde King Kong a Star Wars, pasando por Shrek o Batman. La lista es interminable.. Pero Miret señala muchos otros arquetipos como la Manic Pixie Dream Girl, esa chica pizpireta y burbujeante que solo existe en la imaginación de los guionistas y que estaría encarnada por personajes como Penny de Casi Famosos o Holly de Desayuno con diamantes.. Otro, uno de los más problemáticos hoy en día, es el de la Lolita, la niña increíblemente atractiva sexualmente, y manipuladora consciente o inconscientemente. Pero hay muchos más: la Mala del instituto, la Femme Fatale, la Guerrera, la Business Woman mal follada, la Solterona y un larguísimo etcétera.. La autora tampoco olvida en su análisis a las personas racializadas, pertenecientes a la comunidad LGBTQ+, con cuerpos no normativos o que no son jóvenes, que si además de eso son mujeres, todavía han estado más ausentes de las películas y series de televisión o han sido representadas también a través del prisma heteropatriarcal.. Los tiempos están cambiando. A pesar de la crítica, Miret, reconoce en la última parte del libro que la situación ha ido mejorando paulatinamente con el paso del tiempo. Quizá arrastrando los pies, como en el caso de Juego de Tronos y sumando también numerosos retrocesos, como al que nos hemos referido de Euphoria.. Con echar un simple vistazo a la actualidad cinematográfica o de las series, no es difícil verlo. Cada vez hay más directoras que aportan una mirada propia alejada del male gaze, se denuncian y se condenan abusos cometidos delante y detrás de las cámaras (aunque probablemente muchos siguen impunes), se está extendiendo la figura de las coordinadoras de intimidad, que cuidan de que las actrices se sientan cómodas cuando hay que rodar escenas sexuales o violentas, se cuentan nuevas historias en las que aparecen personajes fuera de la norma que antes estaban invisibilizados…. En definitiva, que las cosas han cambiado mucho, pero que ni mucho menos estamos todavía al final de este camino. De vez en cuando aparecen proyectos, incluso muy exitosos, como Élite o Emily in Paris, que parecen sacados de otra época en lo que respecta a su trato de las mujeres.. Una escena de ‘Élite’.©Netflix/Courtesy Everett Collection / Cordon Press. Precisamente, gracias a la labor de divulgadoras como Sandra Miret, y a la dedicación de otras millones de mujeres anónimas o no, poco a poco irán quedando atrás los clichés y los estereotipos que hemos arrastrado durante tantos años y, con un poco de suerte y a pesar de las fuerzas que seguro empujarán en la dirección contraria, las nuevas generaciones de niñas verán los arquetipos y clichés del cine y la televisión del pasado como algo ya totalmente superado e incluso puedan disfrutarlas, pero siendo conscientes de todo lo que no está bien en ellas.. Preguntada sobre con qué le gustaría que se quedaran los lectores y las lectores de su libro, Miret explica que su objetivo es “crear conversación. Me gustaría sembrar dudas y pensamiento crítico para que la gente sepa lo importante que es la ficción y el consumo de esta, que se cuestionen qué ven y qué han visto”, señala.. “Una de las cosas que más ansío con este libro es que la gente que lo lea sea consciente de lo importante que es el público, y el público somos todos, sobre todo nosotras”, continúa. “Y digo ‘sobre todo nosotras’ porque el cine ha sido durante mucho tiempo una industria y un sector masculino, y en gran parte lo sigue siendo, al igual que el espacio que se le ha dado a la crítica de cine. A las mujeres nos han quitado mucho poder de crítica. Así que espero que quienes lean el libro sean conscientes de lo importante que es cada película y serie que deciden ver y tengan en cuenta quién la ha dirigido, escrito y protagonizado y cómo hablamos después sobre estos productos. Porque el cine no es mero entretenimiento. Hacer una película y lanzarla al mundo es político, y la decisión del público de ir a verla y recomendarla también es política”.
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