Fue candidato a la presidencia de Perú en 1990, donde acabó derrotado por Alberto Fujimori Leer
Fue candidato a la presidencia de Perú en 1990, donde acabó derrotado por Alberto Fujimori Leer
En aquellas elecciones catalanas, allá por el lejanísimo diciembre de 2017, en las que Ciudadanos e Inés Arrimadas acabaron siendo la fuerza más votada, Mario Vargas Llosa fue un elemento de campaña sobresaliente para los naranjas. Con el fervor del procés aún encendido, una mañana de diciembre, fue principalmente su figura la que abarrotó el Teatro Goya de Barcelona, con personas quedándose a las puertas, para presenciar un acto con el Nobel y el ex primer ministro francés, Manuel Valls.. Allí defendió Vargas Llosa que «el nacionalismo se manifiesta siempre como una fuerza anti histórica,reaccionaria y regresiva», cargó contra la izquierda del momento por ser «reaccionaria y antiprogresista» y ungió a Inés Arrimadas. Y, en ese simple acto, queda patente buena parte de la vis política que le acompañó en su vida. Un viaje que se inició en su más tierna juventud aún con las ideas comunistas como ideal.. Fue él quien se aferró a la defensa de la lucha armada como «único recurso» para derrocar a los regímenes autoritarios que en los años 50 proliferaban en forma de gobiernos militares en América Latina -y especialmente en Perú-. También quien descubrió la política en 1948, cuando el general peruano Manuel Odría dio un golpe de Estado contra el presidente José Luis Bustamante que despertó su «odio a los dictadores de cualquier género». Y quien acabó enfrentado a lo que un día fueron sus ideales.. Vio Vargas Llosa en la revolución cubana y en Fidel Castro, aún como militante de la izquierda, una forma de liberar al continente «del anacronismo y del horror» en el que se había visto sumido por «el imperio que lo saquea», «las castas que lo explotan», las fuerzas que lo ofenden y lo reprimen». «Dentro de diez, veinte o cincuenta años, habrá llegado a todos nuestros países, como ahora a Cuba, la hora de la justicia social. […] Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere», defendía en una declaración pública en Caracas en 1967.. A principios de los 70 ya estaba firmando un manifiesto contra los líderes de la Revolución por haber encarcelado al poeta Herberto Padilla. Y, en una de las cartas que se recogen en Las cartas del Boom (Alfaguara), fechada en 1969 y dirigida al mexicano Carlos Fuentes, Vargas Llosa describe el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada en Perú como un «disparate apocalíptico» aupado por «el apoyo· de la izquierda. Es en esos años, cuando bajo el influjo intelectual de Karl Popper, el escritor empieza a abrazar las ideas liberales hasta convertir a Margaret Thatcher en su musa política para el final de esa década.. Vargas Llosa, junto a los líderes de Ciudadanos, en una manifestación por la unidad de EspañaEFE. De hecho, el escritor se fue a vivir a Londres durante esos años, embelesado por la figura de la Dama de Hierro, y de ella sacó algunos de los postulados políticos que luego formarían parte de su candidatura a la Presidencia de Perú. Porque, según el propio Vargas Llosa, Thatcher se encargó de «desmontar la maraña burocrática» y «el estatismo parasitario» para transformarlos en «una economía de mercado moderna». Cuando perdió el poder, el escritor le hizo llegar un ramo de rosas rojas y una tarjeta. En ella se leía: «Señora, no hay palabras bastantes en el diccionario para agradecerle lo que usted ha hecho por la causa de la libertad».. Fue bajo esa premisa bajo la que el literato fundó el Movimiento Libertad, como idea reunificadora de la derecha peruana, en 1987 y bajo la que acudió a las elecciones generales de 1990. Él, hombre de letras y prestigio ya por aquel entonces, ganó la primera vuelta superando el 30% de los votos, pero acabó enterrado por la irrupción de un desconocido Alberto Fujimori, a quien convirtió en su enemigo político tras doblarle en votos en la segunda vuelta.. En el primer debate presidencial que se celebraba en Perú, comparecieron ambos y Vargas Llosa centró su intervención en cargar contra «las generalidades» y «las banalidades» de Fujimori. En su última intervención, sin embargo, El Chino le asestó un golpe al escritor mostrando una supuesta portada del diario Ojo del día siguiente en el que se leía como titular Mario presidente noqueó a Fujimori en el primer round. Un hecho que el candidato atribuyó a que un millonario como el escritor podía comprar a los medios a su antojo.. Es en esa década de los 90, tras la derrota electoral, cuando Vargas Llosa renuncia a la nacionalidad peruana para adoptar la española en 1993. Y, a partir, de ahí irá mostrando también su simpatía por líderes conservadores europeos como José María Aznar o Nicolás Sarzoky hasta llegar a su furibunda oposición al nacionalismo catalán -hasta el punto de abandonar el Pen Club Internacional por pedir la liberación de los líderes secesionistas Jordi Sánchez y Jordi Cuixart- y su integración como actor político en la dinámica de Ciudadanos. Especialmente cercano a las tesis liberales de Albert Rivera y la figura política de Inés Arrimadas.. Tras la caída del partido naranja, Vargas Llosa se aferra a las ideas del PP bajo la dirección de Pablo Casado, el influjo de Cayetana Álvarez de Toledo y la admiración por Isabel Díaz Ayuso. En una convención nacional de los populares, en 2021, dejará aquel titular de «lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien».. Y, como parte de ese votar bien, Vargas Llosa consumará un inesperado giro con su apoyo a Keiko Fujimori, hija de su eterno rival, en las elecciones peruanas de 2021. A quien había definido como «un cáncer terminal» para su país natal la acabará acogiendo como «el mal menor» para el mismo. Igual que sucederá con Jair Bolsonaro en Brasil pese a su deriva autoritaria. Con Mauricio Macri en Argentina. O con José Antonio Kast en Chile.. El joven comunista que se convirtió en el símbolo liberal de la derecha latinoamericana y Europea.
Literatura // elmundo