Diáfana lectura de una obra diáfana, con algo de sermón y mucho de reflexión filosófica en busca de la serena dignidad personal Leer
Diáfana lectura de una obra diáfana, con algo de sermón y mucho de reflexión filosófica en busca de la serena dignidad personal Leer
El Palau de les Arts valenciano continúa su bien equilibrada temporada con uno de los títulos más destacados de la ópera del siglo XX, que comparece con un montaje que bien merece del calificativo de canónico. En este momento de severísima crisis de la puesta en escena operística la producción de Robert Carsen para la Ópera holandesa de 2002 mantiene sus altas virtudes: comprensión profunda del drama plasmado en sobrias imágenes de gran fuerza teatral, con reducción de atrezo y empleo de masas que sirven tanto de coro mudo como de ambientación histórica con el efecto añadido de facilitar las transiciones de uno a otro de los 12 cuadros divididos en tres actos.. Poulenc adaptó para el libreto de su ópera principal el texto que Georges Bernanos había realizado siguiendo la novela de Gertrud von le Fort sobre la ejecución a guillotina de las monjas de un convento cercano a París en plena época del terror de Robespierre, El hecho es un poderoso pretexto dramático para aglutinar un ramillete de temas situados en el ámbito religioso, pero también en la psicología y el existencialismo, observada la historia patria como un símbolo de la incapacidad de humanidad para pasar nuestros breves años en este bello planeta con una mínima dosis de paz y concordia.. La fe no sirve de refugio ni preserva a Blanche (Alexandra Marceller) de su horror al mundo, ni sirve a la Primera Superiora (Doris Soffei) para superar el miedo a la muerte. Un terror del que parece librarse la alegre Constance (Sandra Hamaoui), siempre que el Señor se la lleve al cielo antes de hacerse vieja; o sea, que la vida religiosa puede ser incluso divertida siempre que dure poco. Tanto la segunda superiora (Ambur Braid) como Sor María de la Encarnación (Michèle Losier) asumen su papel de autoridad conventual para cumplir su deber de consolar a la comunidad en su camino hacia el martirio sin que sepamos hasta qué punto ellas son íntimamente sinceras en su tremebundo cometido. Un excelente reparto; excelencia que se extiende al conjunto de intérpretes.. La dirección musical de Riccardo Minasi ofrece diáfana lectura de esta obra diáfana, con algo de sermón, mucho de reflexión filosófica en busca de la serena dignidad personal, todo ello presidido por una púdica emoción. Poulenc, se habrá encontrado en el paraíso con las religiosas guillotinadas hace 230 años; quién sabe si habrá celebrado con ellas esta bella función, que aquí hemos visto como parte del público del Palau de les Arts valenciano.
Música // elmundo