Llegó la decisión final de Montoya a La isla de las tentaciones, y Montoya convirtió su reencuentro con Anita en el mayor espectáculo televisivo de los últimos tiempos. No defraudó. Una trituradora de emociones en la que el sevillano visibilizó más aún lo que supuso para él La isla de las tentaciones. Más allá de los gritos, los reproches, las salidas de tono, los llantos, los «eres el amor de mi vida», Montoya regaló un nuevo montoyazo, al que se le sumó Manuel. Sí, Manuel, el tentador de Anita, cuya decisión -palabras textuales de los espectadores- se celebró como se hizo en su momento con el gol de Iniesta en la final del Mundial. Lo de La isla de las tentaciones de esta edición se acabará estudiando, no sé si en clases de audiovisual o en psicología.. Seguir leyendo
La hoguera final de Montoya y Anita se esperaba como agua de mayo, y no defraudó. El sevillano dio el espectáculo que se esperaba en La isla de las tentaciones. Pero la sorpresa llegó después, cuando Anita acabó plantada por Manuel. «…y España ha saltado como el gol de Iniesta»
Llegó la decisión final de Montoya a La isla de las tentaciones, y Montoya convirtió su reencuentro con Anita en el mayor espectáculo televisivo de los últimos tiempos. No defraudó. Una trituradora de emociones en la que el sevillano visibilizó más aún lo que supuso para él La isla de las tentaciones. Más allá de los gritos, los reproches, las salidas de tono, los llantos, los «eres el amor de mi vida», Montoya regaló un nuevo montoyazo, al que se le sumó Manuel. Sí, Manuel, el tentador de Anita, cuya decisión -palabras textuales de los espectadores- se celebró como se hizo en su momento con el gol de Iniesta en la final del Mundial. Lo de La isla de las tentaciones de esta edición se acabará estudiando, no sé si en clases de audiovisual o en psicología.. Increíble, bárbaro, demencial -pon los adjetivos que quieras que ninguno se va a quedar corto- fue lo vivido anoche en la hoguera final de Montoya y Anita. No podía ser de otra manera estando él y, sí, también estando ella. Porque que a nadie se le olvide que Montoya se ha convertido en un fenómeno viral porque Anita se folló a otro. Si Anita se hubiera mantenido fiel, Montoya nunca hubiera sido el montoyazo. Así que demos gracias también a Anita, pues el apoteósico final de anoche sin ella no hubiese existido.. La isla de las tentaciones aún no ha terminado. Queda todavía el reencuentro. Sólo con ver el avance de anoche, se puede decir sin exagerar que lo que hemos visto todas estas semanas en La isla de las tentaciones se va a quedar en un paseo por las nubes. ¡Madre, madre, madre…! Pero vayamos mejor al meollo de anoche, que no fue poco.. Literalmente fue una trituradora de emociones. No sé si fue más apoteósica la intensidad de Montoya, sus frases o el plantón frente a la hoguera por el que tuvo que pasar Anita, tras decidir que ella valía más que nada y que nadie, y encontrarse con un Manuel que le dio, y no exagero, la mayor patada que le han debido dar en su vida. ¿Quién le iba a decir a Montoya que su venganza la iba a consumar Manuel?. Pero más allá de que los espectadores viviésemos el chasco de Anita como si fuera el gol de Iniesta que nos dio el Mundial, lo que se vio anoche en la hoguera final de Montoya y Anita en La isla de las tentaciones fue a un machote destrozado. Porque el éxito de Montoya, además de su arte, que no le cabe en su cuerpo, se debe a que él decidió que no iba a tener corazas en La isla de las tentaciones. Si se rompía, le íbamos a ver en mil pedazos; si disfrutaba, le íbamos a ver en su apoteosis; si se hundía, nos íbamos a hundir todos con él. Anoche, se hundió, se destrozó, lo destrozaron.. Y es que todo lo que rodea a Montoya y a su paso por La isla de las tentaciones es un show de nivel master and commander. Llegó el primero a la hoguera final. Se sentó con su Sandra Barneda, su oráculo de Delfos, su musa, su vínculo con la realidad. Esperó a que llegase Anita y esta llegó con ganas de guerra, de mucha guerra. Anita corrió el camino de las antorchas hasta llegar a los pies de Montoya, tirarse al suelo y pedirle perdón. Que nadie se la crea, se estaba riendo de su pareja imitando el momento que ha dado la vuelta al mundo de Montoya tirado en la playa, destrozado tras ver a Anita acostarse con Manuel. No empezaba la cosa bien.. Anita no tenía ninguna intención de asumir lo que había hecho porque en su cabeza ella había encontrado la excusa perfecta para racionalizar por qué había sido infiel a su pareja. Según ella, Montoya la había vendido, la había dejado por los suelos, la había menospreciado al asegurar durante su paso por La isla de las tentaciones que había cosas de su relación que no estaban bien, al asegurar que tenía carencias de Anita… Hay que tenerlos como el caballo de Espartero para colocar al mismo nivel las palabras de Montoya sobre su relación con acostarse desde el tercer día con tu tentador. Pero bueno, aquí el que no se consuela es porque no quiere, ya se sabe.. Quería Montoya «desenmascararla», ni que Anita fuese Spiderman, pero en realidad quien se desenmascaró fue él. Montoya visibilizó la trituradora de emociones y sentimientos que puede llegar a ser La isla de las tentaciones. Durante su paso por La isla de las tentaciones, Montoya perdió 11 kilos, dejó de comer, vivió en una angustia permanente y, aunque acabó liándose con Gabriella, nunca llegó a entregar su cuerpo ni a «desnudarse» -palabras textuales-. ¿Por qué? Porque «me has partido como una regañá». Me estoy imaginando a Whoopi Goldberg buscando en Google lo que es una regañá. Montoya solo hay uno.. «Tu Anita y la Anita de ‘La isla de las tentaciones’ es la misma pero mejorada, porque por primera vez he pensado en mi felicidad antes que en la tuya», se justificaba Anita después de que Montoya le asegurase que la persona que ha estado viendo en La isla de las tentaciones era la persona con la que llevaba un año de relación. Los dos entraron en ese bucle. A Anita le vino de perlas. Utilizó el mismo argumento de Montoya para justificar su infidelidad. Le salió el tiro por la culata. De hecho, hasta la propia Sandra Barneda se quedó patitiesa al ver la falta de emoción de Anita durante buena parte de la hoguera final. Anita no se rompió hasta que Sandra Barneda les pidió a ambos que se mirasen a los ojos y que hablasen con el corazón. Le costó a la muchacha sacar un poco de compasión, tela.. «Yo le voy a decir una frase clara», espetó Montoya tras ver juntos las imágenes de éste en la cama con Gabriella y preguntarle Sandra Barneda directamente por la razón por la que Anita aseguraba que con Gabriella su novio -ya ex- no disfrutaba. «Mi cuerpo no se lo entrego nadie ni a cualquiera. Me doy mucho a valer. Yo no sé lo que hago, yo sé lo que siento. Ella sabe lo que hace pero no lo que siente. Sentí para hacer eso. Yo no me desnudo ante nadie si no siento». By Montoya, un poeta, el Mariano Rajoy de La isla de las tentaciones.. «Velo, por favor, si me quieres, ve a un hombre roto. No tenía ni hambre, cojones, que abras tu corazón de una puta vez», gritaba Montoya desesperado. Sandra Barneda le preguntaba entonces a Anita si no había sentido nada al ver a su novio en ese estado: «Claro que me ha sorprendido». Anita es ice woman, un tempano, la frialdad hecha carne. Era entonces la primera vez que Anita se levantaba de su asiento y abrazaba a Montoya. Comenzaba entonces el baile de lágrimas, de «te quieros», de «eres el amor de mi vida», de «tú también me has hecho daño», de justificar lo injustificable. Con lo fácil que hubiera sido decirles, ‘pues mira, sí, te puse los cuernos porque Manuel me ponía berraca y se me olvidó que yo te quería a ti, aunque ahora me ha acordado’.. Sorprendentemente, la decisión final la tomó Montoya. Tras declararse su amor, decirle otra decena de veces que era ella con la que quería un futuro y que había sido la primera mujer de la que se había enamorado, Montoya desveló que La isla de las tentaciones le ha descubierto el amor, el amor por él mismo. Y ahí la dejó, descompuesta y sin novia. El orgullo de Anita, que, sinceramente, creo que se esperaba que Montoya le pidiese volver y la perdonase, le hizo elegir a Manuel, advirtiendo de que no era «un amor nuevo», sino que quería seguir conociéndole.. La isla de las tentaciones decidió que los caminos de Montoya y Manuel se cruzasen. Uno entraba y el otro se iba. Como cuando llegas a casa una noche de farra y te encuentras en el pasillo a tu padre. Y llegó Manuel ya con cara de si te he visto no me acuerdo. Anita le contó que había decidido irse con él y la respuesta de Montoya fue… verdes las han segado. Es decir, que se iba solo porque no estaba preparado aún para mantener una relación. Ahí queda eso.. ¿Te acuerdas de Fanny y Christopher en la primera Isla de las tentaciones? Pues lo de anoche de Manuel y Anita fue la segunda entrega. Anita se quedó sola, aunque ella se quiere mucho -olé por ella-, pero las lágrimas de su final no eran las lágrimas de dolor, eran las lágrimas de menuda imbécil he sido que he perdido a Montoya -¡a Montoya, señores y señoras- por un «gambita» que sólo ha jugado con ella.. Quedaba la hoguera de Tadeo y Sthefany, pero lo de Montoya, Anita y Manuel era muy difícil de superar. Casi lo consiguen cuando Sthefany lanzó a la selva su taburete, pero en esta ocasión, para sorpresa de todos, incluida Sandra Barneda, Tadeo y Sthefany decidieron perdonarse y seguir con su relación. Deseandito estoy saber qué ha pasado seis meses después.
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