«Quiero que esa gente pague por lo que hicieron. Mirarles y que ellos me vean a mí. Tengo que verlos y lo más cerca posible (…) Ellos son simplemente ejecutores y las órdenes vienen de alguien con mucho poder y mucho peso». Hablan Pilar Lafuente y Alberto Bello, la madre y el padre de Diego Bello Lafuente, el único español y europeo asesinado por la policía filipina en el marco de la polémica guerra contra las drogas que inició el ex presidente Rodrigo Duterte y que, en estos momentos, enfrenta a Filipinas con la Corte Penal Internacional. Diego Bello Lafuente no era un traficante, no consumía drogas, no las vendía. Diego Bello era un chico de 32 años, emprendedor, soñador, que encontró en Filipinas su paraíso, pero también su infierno.. Seguir leyendo
El documental Justicia para Diego cuenta la historia del empresario gallego Diego Bello Lafuente, cuando se cumplen cinco años de su muerte a manos de la policía filipina
«Quiero que esa gente pague por lo que hicieron. Mirarles y que ellos me vean a mí. Tengo que verlos y lo más cerca posible (…) Ellos son simplemente ejecutores y las órdenes vienen de alguien con mucho poder y mucho peso». Hablan Pilar Lafuente y Alberto Bello, la madre y el padre de Diego Bello Lafuente, el único español y europeo asesinado por la policía filipina en el marco de la polémica guerra contra las drogas que inició el ex presidente Rodrigo Duterte y que, en estos momentos, enfrenta a Filipinas con la Corte Penal Internacional. Diego Bello Lafuente no era un traficante, no consumía drogas, no las vendía. Diego Bello era un chico de 32 años, emprendedor, soñador, que encontró en Filipinas su paraíso, pero también su infierno.. Este martes Pilar, Alberto, Bruno, Rebeca, Arturo, Pedro y tantos y tantos otros sumaron un año más al horror: el asesinato de Diego Bello Lafuente. Cinco años ya de aquella madrugada del 8 de enero de 2020 en el que tres agentes «ejecutaron» a Diego a las puertas de su casa. Desde aquel día, todos los que cada 22 de julio se reúnen en la playa de Barrañán de A Coruña para celebrar el cumpleaños de Diego, siguen buscando justicia para Diego.. El mismo título lleva el documental que ha estrenado RTVE Play y La 2, Justicia para Diego, el cual describe pormenorizadamente los antecedentes, circunstancias y consecuencias de la muerte del joven empresario gallego a manos de la Policía Nacional Filipina. Un documental de Señor Mono con la participación de RTVE y la colaboración de Estrella Galicia que no sólo relata la historia de un crimen, sino que muestra con toda su crudeza y realidad cómo se puede acabar con la vida de una persona y cinco años después seguir buscando… Justicia para Diego.. «El caso de Diego representa una esperanza. Y eso se debe en gran medida a que la familia nunca desistió, nunca olvidó su muerte y nunca abandonó el caso», afirma la Comisión de Derechos Humanos de Filipinas en el documental.. Dirigido por Jorge Valcárcel y Eduardo Mendoza, el documental de un solo episodio cuenta con los testimonios de familiares y amigos de Diego, de testigos de su muerte y con las declaraciones de personalidades españolas y filipinas que contextualizan la lucha de la familia Bello Lafuente y las circunstancias vividas en el país asiático durante la «guerra contra las drogas» emprendida por el Gobierno Duterte. Porque el asesinato de Diego no es sólo la historia de su muerte, es la historia de los miles de muertos bajo el manto de una guerra que recuerda más a una triste secuela de El Padrino que al fin de una lacra.. Diego Bello Lafuente era «un alma libre», según relata su padre. Desde pequeño siempre quiso aprender cosas nuevas, sitios nuevos… «De ahí todo lo que viajó y todo lo que vivió por sus inquietudes». Y de ahí que en el año 2017 terminase en Filipinas. Allí, Diego Bello encontró su lugar, su destino, el país donde quería vivir, crecer, prosperar, soñar y cumplir esos sueños.. Diego Bello Lafuente tenía 32 años cuando fue asesinado en Filipinas.RTVE. El coruñés llegó a la isla de Siargao, situada a 800 kilómetros al sureste de Manila, tres años antes. Tres años en los que Diego hizo lo que tantas veces había hecho en otros lugares del planeta: vivir. Fue en Siargao donde conoció a los que después se convertirían en sus amigos y socios, Pedro Moreno y Arturo García, las dos personas con las que, junto a la pareja de Diego en el momento de su asesinato, fueron los primeros en ver el cadáver de Diego cosido a disparos.. Cuando Diego conoció a Pedro y Arturo, el coruñés ya tenía su propio hostel en la isla, The White House. Pero en la cabeza de Diego la palabra límite no existía. Él quería desarrollar las decenas de ideas que tenía en su cabeza. Nació entonces La Santa, su gran proyecto; nació el salón de tatuajes; nació el restaurante; nació el touroperador; nació la tienda de ropa; nació su propia marca, Mamon; y nacieron las envidias, los celos. «Diego molestaba», afirma Pedro Moreno. «El hecho de que un extranjero llegara allí y montara un negocio era lo normal, pero Diego eso lo hizo en un tiempo de tres, cuatro meses. Fue todo relativamente rápido», explica Arturo García.. La Santa era un local de fiesta, de música electrónica, de ocio. Un local de reunión para los turistas, pero también para los locales. Sin embargo, los problemas empiezan a las dos semanas de abrir. Era el año 2019. «La Santa era un local abierto, el ruido molestaba. Llega un negocio de noche y a la gente le supone una adaptación que unos llevan bien y otros no», cuentan sus socios. Bolsas de basura en la puerta, un vecino que estampa su quad en la puerta, amenazas de muerte… «Nos dimos cuenta que esa no era nuestra casa».. En medio del éxito de Diego Bello, de Pedro y de Arturo, la guerra contra las drogas. El Gobierno filipino da el control de la zona al general Pañuelos, un hombre proteccionista, nacionalista, que mantiene una relación de amor-odio con el turismo. Necesita a los turistas para vivir, pero a la vez cree que son ellos los que están destrozando su isla. Se imponen nuevas normas en cuanto al ruido, a la hora de cierre de los locales, que La Santa «cumple a rajatabla». Ni Diego ni ninguno de sus socios querían problemas. A las 00.30 horas había que cerrar y se cerraba. La Policía sólo fue una vez al local. No podían ir más porque nunca se incumplían las normas.. Unas semanas antes del asesinato de Diego, Arturo y Pedro sufren las amenazas de Migz Villafuerte, miembro de una poderosa familia política y gobernador de la provincia de Camarines Sur. Villafuerte se presentó una tarde en el restaurante de Diego para quejarse del ruido y lanzó una inquietante amenaza a Arturo: «¿No sabes quién soy? ¡Puedo dispararos y haceros desaparecer en el Manglar!». En aquel momento, le dieron la importancia justa. Ni siquiera se lo dijeron a Diego, pues la situación, gracias a la intervención de importantes personalidades de Siargao, amigas de los tres españoles, se calmó. Hasta la noche del 7 de enero de 2020.. «Se fue él, se fue mi vida, se fue lo que teníamos, se fue todo tipo de conexiones, proyectos, amistades… Se fue todo». Pedro Moreno, amigo y socio de Diego. La consecución de los hechos no deja lugar a dudas. Aquella noche había una fiesta en La Santa. Diego cierra la tienda de ropa y de camino a casa para dejar la recaudación tres personas le abordan. Asustado, llama Arturo. Éste logra calmarlo. La fiesta en La Santa termina y, mientras Arturo y Pedro deciden irse a una casa a celebrar un cumpleaños, Diego se dirige a la suya, la cual estaba a 400 metros de su local. A los tres minutos de separarse reciben la llamada de la novia de Diego: estaba escuchando disparos. Arturo y Pedro acuden rápidamente a casa de Diego, tardan un minuto en llegar. Cuando llegan, Diego estaba en el descampado de enfrente de su casa detrás de la valla, cubierto de sangre y con una riñonera y una pistola junto al cuerpo. «Lo primero que pienso es que el cuerpo ha sido colocado y manipulado», relata Arturo.. A partir de ese instante, comienza la lucha de Pilar, Alberto y Bruno, hermano de Diego. Una lucha que hoy por hoy continúa. Primero, para limpiar el nombre de Diego, pues la Policía y las autoridades filipinas defendieron el crimen en que Diego era un alto capo de la droga. Durante semanas, las noticias de los principales canales filipinos se llenaron de titulares en los que se señalaba a Diego como un cártel de la droga en Filipinas. «Se fue él, se fue mi vida, se fue lo que teníamos, se fue todo tipo de conexiones, proyectos, amistades… Se fue todo», dice emocionado Pedro.. Los tres acusados por el asesinato de Diego Bello Lafuente.RTVE. En ese momento lo que había era un informe preliminar de la Policía de dos folios escasos en los que se explicaba que Diego había muerto en una redada de compraventa de drogas con el resultado de muerte. No se daba cuenta de nada más, no se explicaba la muerte, ni los agentes que intervinieron ni ningún detalle de lo que ocurrió aquella noche. El informe de la Policía aseguraba que tras la declaración de un confidente el general Pañuelos, el sargento Cortés y el sargento Pazo prepararon una trampa para cazar a Diego vendiendo droga. Acudieron a su casa y allí Diego sacó un arma de la riñonera y dispara primero. La realidad, Diego no llevaba riñonera, como demostrarían las cámaras de seguridad, Diego no disparó y Diego fue ejecutado en la pared del descampado de enfrente de su casa.. La tristeza se convierte en rabia y la familia de Diego Bello crea la plataforma Justicia para Diego. «Algo que nos sirva para salir a la luz y hacer justicia». «No paramos y desde ese momento no hemos parado. El objetivo estaba claro: primero, limpiar el nombre de mi hermano porque lo ensuciaron de una manera muy rastrera y, segundo, buscar la justicia que se merece», declara Bruno Bello. ¿Qué había detrás de su asesinato?. «El informe de la oficina de investigación judicial confirma que le remataron, que fue una ejecución». Guillermo Mosquera, abogado de la familia. Es en julio 2020 cuando la familia de Diego ve el primer rayo de luz tras meses de trabas y mentiras: se hace público el informe de la Comisión de Derechos Humanos en Filipinas. Las pruebas forenses indicaban que había una intención «muy fuerte de matar a Diego». El informe es contundente y riguroso. La muerte de Diego «es una ejecución extrajudicial cometida por la Policía filipina». Y es gracias a este informe por lo que la la Justicia filipina abre la investigación que podía sentar en un tribunal a los asesinos de Diego. «El informe de la oficina de investigación judicial confirma que le remataron, que fue una ejecución», explica el abogado de la familia Bello Lafuente, Guillermo Mosquera.. Se ordenó la detención de los agentes, pero huyeron. La familia de Diego no desistió. «Tocamos los cojones a todo el mundo», sentencia el abogado. Y lograron que por fin les obligaran a entregarse. A día hoy el juicio continúa. No ha habido sentencia. «La paz que me queda es pensar que Diego fue feliz hasta el último minuto, pero eso también es pensar que ya no está», asegura Pilar Lafuente.. Pilar y Alberto, sus padres, continúan buscando… Justicia para Diego.
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