Wagner planteó aquí, con la contundencia y ambigüedad que siempre habría de caracterizarle, la tensión entre Mito y Realidad, encarnada en el interrogante que relaciona el Amor y la Muerte Leer
Wagner planteó aquí, con la contundencia y ambigüedad que siempre habría de caracterizarle, la tensión entre Mito y Realidad, encarnada en el interrogante que relaciona el Amor y la Muerte Leer
El Palau de les Arts valenciano culmina su bien equilibrada temporada con un sobresaliente montaje de Willy Decker en soberbia complicidad con la batuta de James Gaffigan, con un esplendoroso reparto de excelente cantantes que son también muy buenos actores. Entre todos logran hasta el prodigio de presentar la primera ópera importante de Richard Wagner y tal vez la más asequible y conocida, con la fascinación del descubrimiento.. Wagner planteó aquí, con la contundencia y ambigüedad que siempre habría de caracterizarle, la tensión entre Mito y Realidad, encarnada en el interrogante que relaciona el Amor y la Muerte, cuya respuesta inmediata no es otra que el vaivén que a ras del suelo el humano soporta cuando no acaba de aceptar la simplicidad de la Vida.. Lo que parece más fácil no lo es para Senta (Elisabet Strid) que no quiere saber nada de Erik (Stanislas de Barbeyrac), el buen chico que se le declaró un día de primavera en una verde colina, porque se ha entregado a la pasión por el Holandés, un condenado de leyenda con algo de Judío Errante, de Ángel Caído, y de Pirata Depredador, pertrechado por el delirio de pretender ser rescatado por una virgen con aficiones sublimes. El mediador es el padre de ella, Daland (FranzJosef Selig) que no duda en preferir al pirata con su botín a la bondad del pobre Erik.. La excelente producción explica muy bien el intrincado laberinto, sometiendo al espectador a la sana y fecunda incomodidad estética de no saber si asiste al relato de un sueño o a la descripción de una pesadilla. Todas las figuras que cantan y sufren tienen sus razones, teñidas siempre del dolor de la alegría o del gozo masoquista, gracias a la habilidad del libreto para convertir la leyenda en el esqueleto que la música utilizará para zambullirnos en un puerto, lugar que aquí parece confundirse con otro receptáculo, el cerebro humano.. El público del Palau de les Arts valenciano celebró la sobresaliente función con el agradecimiento y efusión que el gran logro merecía.
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