Solo quiero decir dos cosas. La primera es gracias, muchas gracias. A EL MUNDO, al jurado del premio, a mi familia -mi esposa y mi hija que están aquí-, quienes han aguantado mi necesidad de escribir libros y mi adicción al trabajo periodístico. También quiero agradecer a los periodistas españoles, porque como cualquier corresponsal sabe, dependemos mucho del esfuerzo y conocimientos de nuestros colegas locales. Sobre todo, quiero decir gracias a España, a este país que me ha acogido durante distintas fases de mi vida y que también-y esto para mí ha sido inmensamente grato- ha acogido al libro que me atreví a escribir sobre él.. Seguir leyendo
Este es el discurso íntegro de Michael Reid, corresponsal de ‘The Economist’ y premio a ‘Mejor Labor Periodística’ de EL MUNDO
Solo quiero decir dos cosas. La primera es gracias, muchas gracias. A EL MUNDO, al jurado del premio, a mi familia -mi esposa y mi hija que están aquí-, quienes han aguantado mi necesidad de escribir libros y mi adicción al trabajo periodístico. También quiero agradecer a los periodistas españoles, porque como cualquier corresponsal sabe, dependemos mucho del esfuerzo y conocimientos de nuestros colegas locales. Sobre todo, quiero decir gracias a España, a este país que me ha acogido durante distintas fases de mi vida y que también-y esto para mí ha sido inmensamente grato- ha acogido al libro que me atreví a escribir sobre él.. Leonard Cohen, en su discurso de aceptación del premio Príncipe de Asturias, dijo que España le había permitido encontrar una voz propia. Yo podría decir lo mismo: fueron mis visitas a España de joven que sembró una semilla que me llevo a pasar una gran parte de mi vida profesional trabajando sobre América Latina. Y creo que esos viajes, que me expusieron a una cultura diferente a la mía, me enseñaron mucho sobre mí mismo y me ayudaron a crecer como persona. Entonces no es un agradecimiento protocolario lo que siento por España, sino algo mucho más profundo.. La segunda cosa que quiero decir es sobre el periodismo. Cuando empecé como corresponsal en Lima en 1982 , caminé con mis artículos por el centro de la ciudad a la oficina de Reuters y los entregué al operador de telex para que los enviara. En el camino pasé frente al Hotel Maury, donde un siglo antes el corresponsal del New York World escribió sus despachos sobre la Guerra del Pacifico para llevarlos a la oficina de telegrafía del Western Union. El proceso era esencialmente lo mismo.. En los últimos 20 años, el periodismo ha cambiado radicalmente. Evidentemente la forma en que la gente, y sobre todo los jóvenes, se comunican y se informan no es lo mismo que antes. Los medios tradicionales han sido desplazados, por lo menos en parte, por los algoritmos. Hay mucho ruido. Y eso nos obliga a adaptarnos. Pero si bien el periodismo profesional se ha hecho más difícil, es más necesario que nunca. Creo firmemente que todavía hay una demanda ciudadana para el buen periodismo, la tarea de averiguar y contar los hechos, de analizarlos y luego dar una opinión sobre ellos, y de obligar al poder -sea político o económico- a rendir cuentas a la ciudadanía. Esa es nuestra función, y en buena medida la salud de las democracias depende de ella. Hay una diferencia abismal entre intentar acercarse a la verdad con honestidad e intentar engañar a la gente con mentiras conscientes. Tengo fe que tarde o temprano ese trabajo honesto otra vez va a estar plenamente reconocido.
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