La reciente novela del autor salvadoreño, que nuevamente sigue al personaje de Clemente Aragón, prosigue su representación histórica de la compleja dualidad en El Salvador, que oscila entre la desesperación y la felicidad, así como entre la pureza y la crudeza.
La reciente novela del autor salvadoreño, que nuevamente sigue al personaje de Clemente Aragón, prosigue su representación histórica de la compleja dualidad en El Salvador, que oscila entre la desesperación y la felicidad, así como entre la pureza y la crudeza.
Hace algunos años, motivado por la imagen del Perro semihundido de Goya visible en la portada, adquirí y leí Un perro envejece tras los cristales, un compendio de cuadernos y diarios de Horacio Castellanos Moya (nacido en Tegucigalpa, Honduras, 1957, aunque en realidad se considera «escritor salvadoreño»), de quien nunca antes había leído nada. Creía que los diarios eran valiosos precisamente por su diversidad y la cantidad de pequeños textos que ofrecen, lo que garantiza que siempre haya algo que atraiga a cada lector, sin importar su personalidad. Sin embargo, también pensé que, debido a esa misma variedad, en algún punto todos los diarios lograrían molestar a los lectores, aunque estos se sientan identificados con el contenido. Sin embargo, al leer el pequeño libro en cuestión, me di cuenta de que no había ninguna página que me agradara, y muchas me resultaron irritantes por diferentes razones. Ese primer encuentro poco afortunado con la obra de Castellanos me llevó a no seguir explorándola, a pesar de que varios amigos en quienes confío insistían en que me estaba perdiendo algo valioso. Sin embargo, al leer Cornamenta para escribir esta reseña, descubrí un estilo que, en teoría, me interesaba mucho menos que el formato de diario (pues es una novela policiaca, por así decirlo, aunque con matices), pero a la que encontré mucho más entretenida y placentera. 224 pages. 19.90 € for a physical book: 8.99 € for the Ebook. Puedes adquirirlo aquí. En esta narración, que presenta repeticiones e insistencias, pero también un uso atractivo del español, se relata la muerte de un desafortunado luchador que, tras una serie de calamidades personales, es víctima de la ruleta rusa, acompañado por otro policía borracho que también participa como luchador en los combates. En un contexto electoral marcado por amenazas de golpe de Estado poco después de que un militar de bajo perfil asuma la presidencia (a expensas de sargentos y coroneles más carismáticos y peligrosos), Clemente Aragón, afortunado y temerario protagonista que ya es conocido por los lectores de Castellanos Moya en su octava novela, empieza a dudar no solo de la veracidad del testimonio sobre la muerte, sino, aún más perturbador, de que la escena del crimen tenga una conexión con él, especialmente por unas recientes aventuras extraconyugales con la esposa de un celoso y poderoso general. Este atractivo argumento se enriquece, además, con la habilidad lingüística y estilística del autor, quien crea personajes con diálogos que, aunque verosímiles, logran ser entretenidos, así como un vívido ambiente tragicómico que Castellanos logra recrear. Desde mi perspectiva, el erotismo es tan atractivo y placentero en la vida, mientras que en la literatura suele ser tedioso y pesado. Sin embargo, el autor logra integrarlo de manera efectiva en el núcleo de su novela sin abrumar al lector y acentuarlo sin que sea el tema principal. Creo que la intención principal del autor es crear la atmósfera mencionada anteriormente, un retrato agridulce y ambivalente de su país hace alrededor de cincuenta años, donde la real amenaza de los levantamientos de los militares ofendidos y de los protectores de la patria generaban una sensación de peligro que, sin embargo, no disminuía la alegría de la vida (y «alegría» es un término que se asocia a la personalidad de Aragón y se repite mucho). En ocasiones se da un regreso temporal, como cuando Clemente, con cierto aire enigmático, rememora su implicación en un intento de golpe de Estado durante su exilio en México en 1944 (episodio que puede haber sido narrado en alguna otra novela de la misma saga, pero no estoy seguro). Lo esencial es su deseo de capturar la mezcla de violencia latente y la vitalidad de esa sociedad, un contraste que refleja la convivencia entre ricos y pobres al transmitir el delicado equilibrio salvadoreño entre desesperación y alegría, así como entre la sordidez y la inocencia. Clemente Aragón es un personaje melancólico e inmaduro, inofensivo y algo machista, al que resulta peculiar sentirse atraído. Necesitaré investigar y leer sus relatos previos.
Literatura // elmundo