La pluma más incisiva del Siglo de Oro critica la arrogancia del favorito de Felipe IV: solo me dedico a seleccionar y unir los fragmentos. Considerando la situación actual de esta legislatura, el lector puede evaluar su relevancia.
La pluma más incisiva del Siglo de Oro critica la arrogancia del favorito de Felipe IV: solo me dedico a seleccionar y unir los fragmentos. Considerando la situación actual de esta legislatura, el lector puede evaluar su relevancia.
El 30 de agosto de 1633, mientras se encontraba en la tranquilidad de Villanueva de los Infantes, más afectado por la frustración causada por las intrigas de la corte que por el intenso calor de La Mancha, Francisco de Quevedo finaliza un manuscrito que ha estado sin publicar durante cuatrocientos años. Los académicos Antonio Azaustre y José Manuel Rico han restaurado un texto del archivo de un oficial francés, han validado su autoría y lo han publicado con un exhaustivo análisis crítico, manteniendo su título original: Desconsuelos de los dichosos. Esta obra, presentada como un diálogo filosófico con influencias de Séneca, refleja la aguda crítica del escritor, que se dirige contra la arrogancia del favorito de Felipe IV, quien lo encarcelaría seis años más tarde. Sin embargo, Quevedo no iba a quedarse en silencio, a pesar de que Olivares intentara advertirle con un gesto, señalando su boca o su frente, o amenazándolo con el miedo. Lo he leído con asombro, dado lo fiel que es a la situación española cuatro siglos después. Por lo tanto, le dejo el espacio al autor de este verso de aviso a Ábalos: «Es un t onto el hombre que se fía de prostitutas, y el que disfruta de sus placeres es igualmente un t onto; y es un t onto el salario que se ofrece como pago por su compañía de prostituta.» Prometo que todo lo que viene a continuación es escritura del señor Francisco; solo me ocupo de seleccionar y unir los extractos. Bajo el contexto de esta legislatura, el lector debe evaluar su relevancia y modificar el nombre de quien debe recibirlo. Lo que realmente deseas es tener control sobre todos, mientras que nadie puede tener control sobre ti. Y permites que la ambición, la vanidad, la codicia, la ira y la soberbia controlen tu vida.
Literatura // elmundo