Para Guillermo del Toro, el material de sus películas proviene de sus recuerdos, sus traumas y sus monstruos favoritos creciendo. Frankenstein —su más reciente película—, como relata en una entrevista realizada en el hotel St. Regis, en Ciudad de México, fue el sueño de un chavo de 11 años de provincia. Recuerda que fue en su bicicleta a un supermercado de la extinta cadena Maxi y se compró un bolsíbro (libro de bolsillo), de la editorial Bruguera, de la obra cumbre de la escritora Mary Shelley y se dijo a sí mismo: “Voy a hacer esta película”. Cincuenta años después, a sus 61, el realizador oriundo de Guadalajara, un apasionado de su país, admite que no podía saltarse México para presentar una película que, como muchos de sus proyectos —según admite—, “por poquito no pasa” y que le ha permitido “exorcizar” su propia historia.. En una habitación diseñada para atender a los medios, rodeado de utilería, con un libro de anatomía humana como el de Víctor Frankenstein, una réplica de un cráneo o una pluma en un tintero, Del Toro, siempre sonriente y amable, no puede dejar de lado la “hermosura” de una obra que lo marcó desde chico y que afirma es una autobiografía de Shelley. Dice que su adaptación, una versión gótica, fantasiosa y moderna del libro de la autora británica, busca zanjar huecos biográficos que no se han usado activamente, pero que forman parte de otras obras de la escritora. Tales como las figuras paternas tiránicas o la idea de la guerra que marca el movimiento romántico.. “El romanticismo nace del reconocimiento de la muerte y del amor. Y de cómo pueden funcionar juntos. El romanticismo es un momento muy violento, muy iconoclasta. Muy anarco, que busca destruir lo que se veía como una sociedad hipócrita. A la gente se le olvida que Mary Shelley tenía 16 años cuando conoció a Percy Shelley (su esposo), que tenía 21 y estaba casado. Decidieron fugarse contra toda la oposición de la familia. Él le llevó un veneno, láudano, que era una tintura de opio. ‘Bébete este veneno y yo me disparo en la cabeza. Y viviremos eternamente juntos’, le dijo. El romanticismo para mí son los ingleses amexicanizándose. Entrando en el melodrama a gusto”, afirma Del Toro entre risas.. El cineasta ganador de tres premios Oscar, uno a Mejor dirección por la Forma del agua (2018), todavía no entiende cómo sucedió su adaptación de Frankenstein, por las “cifras astronómicas” que tenía en contra y que, a pesar de eso, desarrolló por más de 20 años. Así como con su versión de Pinocho (2022), todos le dijeron que no, hasta que Netflix le dio luz verde a su creatividad. El gigante del streaming le preparó a Del Toro una premiere, este lunes, acorde a la grandeza de su más reciente película. El Antiguo Colegio de San Ildefonso —una infraestructura que data de 1583—, en el centro histórico capitalino, se vistió de escenario decorativo y simbólico para una más de las historias que al director le interesa contar habitualmente: sobre infancias, hijos o terror.. “Para mí la biografía de la humanidad es una de familias rotas. Entonces, todos los grandes movimientos, como bien lo hace la tragedia shakespeariana o el análisis de la historia, son ausencias de afecto en la edad temprana. Ya sea la guerra napoleónica o la corrupción política, son las ausencias de figuras que completan el yo en la infancia. ¿Ves Blade 2 [otra de sus películas]? Es la historia de un hijo vampírico que vuelve a decirle al padre, ‘¿Por qué me creaste así?’ Y Frankenstein es, básicamente, la historia de otro niño que es creado por un niño lastimado para remediar su infancia y reproduce la brutalidad. No es que la obra sea una metáfora, nuestra vida es la metáfora. Es curiosísimo cuando tú afirmas ‘Yo no voy a repetir lo que vi que mi padre hizo incorrectamente’ y a los 41 años dices, ‘Ay, ¿en qué momento me volví mi jefe?”, complementa.. Los paralelismos entre el sentir de Del Toro, la obra y sus personajes son innegables. El también director del Laberinto del fauno (2006) se tomó la libertad de plasmar un momento de la novela que hasta ahora en el cine no se había visto, que es la creación de la criatura. Las adaptaciones de Frankenstein siempre nos han mostrado al monstruo y el golpe del rayo que lo lleva a la vida, pero no la antesala que conduce a la misma. El realizador tapatío no quería enseñar ese momento como uno de terror, sino, al contrario, como uno de “alegría”. Fue por esta razón que decidió filmar esa secuencia como un musical, asemejando a Oscar Isaac (Víctor Frankenstein) a un director de orquesta que pone la partitura, suena un vals y comienza el armazón de la criatura.. “Ese momento, imagínate, tienes a un cuate que tiene 20 o 30 años queriendo crear una criatura. Ese momento es en el que está más prendido. Está feliz. Y tiene que ser un momento de exceso de anatomía, de sangre, tendones y de músculos. De ahí, viene la cruda que para todos los que nacimos en México nos hace preguntarnos, ¿qué hacemos con las sobras? Las preguntas que no se hace alguien de primer mundo nos las hacemos nosotros. Víctor tira las sobras. Es como él ve a la humanidad. No le importa. Le importa su idea. Es una brutalidad que solo te preguntas cuando has crecido en un país donde ese lenguaje es cotidiano”, agrega.. “Porque soy mexicano”. Del Toro, como es habitual, recibió un trato de estrella de rock al llegar con sus protagonistas al colegio San Ildefonso. Conversó con los presentes en la alfombra roja. Se tomó fotos, firmó recuerdos, fotos y afiches que llevaron sus aficionados antes de la proyección de su película. Tanta era la algarabía, que tras presentar la película, dijo que se llevaba a sus actores, Isaac y Jacob Elordi (que interpreta a la criatura), quienes también llegaron a Ciudad de México, “a empedarse” mientras se proyectaba el filme y que regresarían después para un breve conversatorio con el codirector ejecutivo de Netflix, Ted Sarandos, que de igual manera hizo acto de presencia en el recinto.. Dos horas y media después, con algunos tequilas y pulques encima —según admitió Del Toro—, los tres regresaron para conversar sobre el filme. Aunque las preguntas de Sarandos se formularon en inglés, tanto Isaac, de origen guatemalteco, y el director hicieron prevalecer el español en el intercambio de ideas. Salvo por Elordi, que se llevó gran parte de los gritos en sus breves intervenciones en inglés y en un esfuerzo de decir “Muchas gracias” a sus aficionadas presentes.. El director mexicano es un defensor de la creación cinematográfica a la antigua, siempre tratando minimizar las imágenes generadas por computadoras, y del arte “hecho por humanos para humanos”. Sarandos le preguntó que por qué se esfuerza tanto en los detalles y la labor casi de artesano que pone en cada uno de sus proyectos. En medio de la ola de la aplicación y uso de inteligencia artificial en la industria audiovisual, Del Toro, muy envalentonado, contestó con una respuesta que ya se ha vuelto un distintivo en sus intervenciones y que despertó la ovación de los presentes: “Porque soy mexicano. La manera de ver el arte en México es con dos manos y dos huevos. No tenemos los recursos digitales, la chingada, pero tenemos la artesanía, el arte, la visión, el color, la textura. Yo no voy a filmar como un director de cine del primer mundo, aunque esté en el primer mundo. El ingenio, el cómo lograr que una cosa se vea más grande, más hermosa, más fastuosa, es todo el instinto mexicano”.. Desde la “horrible” experiencia que Del Toro tuvo con los hermanos Harvey y Bob Weinstein, quienes le quitaron el control creativo de su primera película en Hollywood, Mimic (1997), y trataron de hundir su carrera antes de que despegue al nivel estratosférico en el que se encuentra, el realizador jalisciense se propuso jamás volver a perder la dirección creativa de sus proyectos. Es por esta razón que también sabe escoger sus batallas. Esto en referencia al estreno limitado de Frankenstein en cines debido al modelo de negocio de Netflix.. “Yo peleo por el tamaño de la pantalla. Me interesa que esta película exista en cines, pero lo que más peleo es por el tamaño de las ideas. Eso es lo vital. Lo vital es que el tamaño de las ideas no se domestique nunca, y que siempre apuntemos a hacer cine grande, cine que te transporte y cine que te muestre el trabajo de cientos de personas a las que les importa que estés sentado ahí”, sentenció.. Seguir leyendo
El cineasta jalisciense llega a México, junto a sus protagonistas Oscar Isaac y Jacob Elordi, para presentar su más reciente y ambicioso proyecto, una adaptación moderna de la obra cumbre de la escritora Mary Shelley
Para Guillermo del Toro, el material de sus películas proviene de sus recuerdos, sus traumas y sus monstruos favoritos creciendo. Frankenstein—su más reciente película—, como relata en una entrevista realizada en el hotel St. Regis, en Ciudad de México, fue el sueño de un chavo de 11 años de provincia. Recuerda que fue en su bicicleta a un supermercado de la extinta cadena Maxi y se compró un bolsíbro (libro de bolsillo), de la editorial Bruguera, de la obra cumbre de la escritora Mary Shelley y se dijo a sí mismo: “Voy a hacer esta película”. Cincuenta años después, a sus 61, el realizador oriundo de Guadalajara, un apasionado de su país, admite que no podía saltarse México para presentar una película que, como muchos de sus proyectos —según admite—, “por poquito no pasa” y que le ha permitido “exorcizar” su propia historia.. En una habitación diseñada para atender a los medios, rodeado de utilería, con un libro de anatomía humana como el de Víctor Frankenstein, una réplica de un cráneo o una pluma en un tintero, Del Toro, siempre sonriente y amable, no puede dejar de lado la “hermosura” de una obra que lo marcó desde chico y que afirma es una autobiografía de Shelley. Dice que su adaptación, una versión gótica, fantasiosa y moderna del libro de la autora británica, busca zanjar huecos biográficos que no se han usado activamente, pero que forman parte de otras obras de la escritora. Tales como las figuras paternas tiránicas o la idea de la guerra que marca el movimiento romántico.. “El romanticismo nace del reconocimiento de la muerte y del amor. Y de cómo pueden funcionar juntos. El romanticismo es un momento muy violento, muy iconoclasta. Muy anarco, que busca destruir lo que se veía como una sociedad hipócrita. A la gente se le olvida que Mary Shelley tenía 16 años cuando conoció a Percy Shelley (su esposo), que tenía 21 y estaba casado. Decidieron fugarse contra toda la oposición de la familia. Él le llevó un veneno, láudano, que era una tintura de opio. ‘Bébete este veneno y yo me disparo en la cabeza. Y viviremos eternamente juntos’, le dijo. El romanticismo para mí son los ingleses amexicanizándose. Entrando en el melodrama a gusto”, afirma Del Toro entre risas.. El cineasta ganador de tres premios Oscar, uno a Mejor dirección por la Forma del agua (2018), todavía no entiende cómo sucedió su adaptación de Frankenstein, por las “cifras astronómicas” que tenía en contra y que, a pesar de eso, desarrolló por más de 20 años. Así como con su versión de Pinocho (2022), todos le dijeron que no, hasta que Netflix le dio luz verde a su creatividad. El gigante del streaming le preparó a Del Toro una premiere, este lunes, acorde a la grandeza de su más reciente película. El Antiguo Colegio de San Ildefonso —una infraestructura que data de 1583—, en el centro histórico capitalino, se vistió de escenario decorativo y simbólico para una más de las historias que al director le interesa contar habitualmente: sobre infancias, hijos o terror.. Guillermo del Toro en Ciudad de México, el 3 de noviembre.Mario Guzmán (EFE). “Para mí la biografía de la humanidad es una de familias rotas. Entonces, todos los grandes movimientos, como bien lo hace la tragedia shakespeariana o el análisis de la historia, son ausencias de afecto en la edad temprana. Ya sea la guerra napoleónica o la corrupción política, son las ausencias de figuras que completan el yo en la infancia. ¿Ves Blade 2[otra de sus películas]? Es la historia de un hijo vampírico que vuelve a decirle al padre, ‘¿Por qué me creaste así?’ Y Frankenstein es, básicamente, la historia de otro niño que es creado por un niño lastimado para remediar su infancia y reproduce la brutalidad. No es que la obra sea una metáfora, nuestra vida es la metáfora. Es curiosísimo cuando tú afirmas ‘Yo no voy a repetir lo que vi que mi padre hizo incorrectamente’ y a los 41 años dices, ‘Ay, ¿en qué momento me volví mi jefe?”, complementa.. Los paralelismos entre el sentir de Del Toro, la obra y sus personajes son innegables. El también director del Laberinto del fauno (2006) se tomó la libertad de plasmar un momento de la novela que hasta ahora en el cine no se había visto, que es la creación de la criatura. Las adaptaciones de Frankenstein siempre nos han mostrado al monstruo y el golpe del rayo que lo lleva a la vida, pero no la antesala que conduce a la misma. El realizador tapatío no quería enseñar ese momento como uno de terror, sino, al contrario, como uno de “alegría”. Fue por esta razón que decidió filmar esa secuencia como un musical, asemejando a Oscar Isaac (Víctor Frankenstein) a un director de orquesta que pone la partitura, suena un vals y comienza el armazón de la criatura.. “Ese momento, imagínate, tienes a un cuate que tiene 20 o 30 años queriendo crear una criatura. Ese momento es en el que está más prendido. Está feliz. Y tiene que ser un momento de exceso de anatomía, de sangre, tendones y de músculos. De ahí, viene la cruda que para todos los que nacimos en México nos hace preguntarnos, ¿qué hacemos con las sobras? Las preguntas que no se hace alguien de primer mundo nos las hacemos nosotros. Víctor tira las sobras. Es como él ve a la humanidad. No le importa. Le importa su idea. Es una brutalidad que solo te preguntas cuando has crecido en un país donde ese lenguaje es cotidiano”, agrega.. Fotograma de Jacob Elordi en su interpretación en ‘Frankenstein’.Ken Woroner/ (Netflix). “Porque soy mexicano”. Del Toro, como es habitual, recibió un trato de estrella de rock al llegar con sus protagonistas al colegio San Ildefonso. Conversó con los presentes en la alfombra roja. Se tomó fotos, firmó recuerdos, fotos y afiches que llevaron sus aficionados antes de la proyección de su película. Tanta era la algarabía, que tras presentar la película, dijo que se llevaba a sus actores, Isaac y Jacob Elordi (que interpreta a la criatura), quienes también llegaron a Ciudad de México, “a empedarse” mientras se proyectaba el filme y que regresarían después para un breve conversatorio con el codirector ejecutivo de Netflix, Ted Sarandos, que de igual manera hizo acto de presencia en el recinto.. Dos horas y media después, con algunos tequilas y pulques encima —según admitió Del Toro—, los tres regresaron para conversar sobre el filme. Aunque las preguntas de Sarandos se formularon en inglés, tanto Isaac, de origen guatemalteco, y el director hicieron prevalecer el español en el intercambio de ideas. Salvo por Elordi, que se llevó gran parte de los gritos en sus breves intervenciones en inglés y en un esfuerzo de decir “Muchas gracias” a sus aficionadas presentes.. El director mexicano es un defensor de la creación cinematográfica a la antigua, siempre tratando minimizar las imágenes generadas por computadoras, y del arte “hecho por humanos para humanos”. Sarandos le preguntó que por qué se esfuerza tanto en los detalles y la labor casi de artesano que pone en cada uno de sus proyectos. En medio de la ola de la aplicación y uso de inteligencia artificial en la industria audiovisual, Del Toro, muy envalentonado, contestó con una respuesta que ya se ha vuelto un distintivo en sus intervenciones y que despertó la ovación de los presentes: “Porque soy mexicano. La manera de ver el arte en México es con dos manos y dos huevos. No tenemos los recursos digitales, la chingada, pero tenemos la artesanía, el arte, la visión, el color, la textura. Yo no voy a filmar como un director de cine del primer mundo, aunque esté en el primer mundo. El ingenio, el cómo lograr que una cosa se vea más grande, más hermosa, más fastuosa, es todo el instinto mexicano”.. Fotograma del filme, con Jacob Elordi como la creatura y Oscar Isaac como el Dr. Frankenstein.Ken Woroner (Netflix). Desde la “horrible” experiencia que Del Toro tuvo con los hermanos Harvey y Bob Weinstein, quienes le quitaron el control creativo de su primera película en Hollywood, Mimic (1997), y trataron de hundir su carrera antes de que despegue al nivel estratosférico en el que se encuentra, el realizador jalisciense se propuso jamás volver a perder la dirección creativa de sus proyectos. Es por esta razón que también sabe escoger sus batallas. Esto en referencia al estreno limitado de Frankenstein en cines debido al modelo de negocio de Netflix.. “Yo peleo por el tamaño de la pantalla. Me interesa que esta película exista en cines, pero lo que más peleo es por el tamaño de las ideas. Eso es lo vital. Lo vital es que el tamaño de las ideas no se domestique nunca, y que siempre apuntemos a hacer cine grande, cine que te transporte y cine que te muestre el trabajo de cientos de personas a las que les importa que estés sentado ahí”, sentenció.
EL PAÍS
