Según van pasando las semanas en MasterChef, los concursantes viven cada expulsión con más dolor. Tras tres programas la de anoche fue esa expulsión que visibiliza que los vínculos entre los participantes -conviven durante los tres meses de grabaciones de MasterChef- son cada vez más fuertes. Y al igual que surgen las rencillas, que también han empezado a aparecer, también surge el cariño. Eva, pese a ser uno de los caracteres más fuertes de MasterChef 13, también era una de las más queridas. Junto a Ana María era considerada como la mamá del grupo. Sin embargo, anoche ya desde la primera prueba se pudo intuir que el concurso de Eva no estaba ni pasando por el mejor momento, ni tampoco con las mejores ganas. . Seguir leyendo
Tras el abandono la semana pasada de Flores por problemas de salud, MasterChef 13 ya ha encontrado sustituta, en una noche donde se vivió la primera expulsión que ha supuesto un duro golpe para los concursantes
Según van pasando las semanas en MasterChef, los concursantes viven cada expulsión con más dolor. Tras tres programas la de anoche fue esa expulsión que visibiliza que los vínculos entre los participantes -conviven durante los tres meses de grabaciones de MasterChef- son cada vez más fuertes. Y al igual que surgen las rencillas, que también han empezado a aparecer, también surge el cariño. Eva, pese a ser uno de los caracteres más fuertes de MasterChef 13, también era una de las más queridas. Junto a Ana María era considerada como la mamá del grupo. Sin embargo, anoche ya desde la primera prueba se pudo intuir que el concurso de Eva no estaba ni pasando por el mejor momento, ni tampoco con las mejores ganas.. Siempre da pena cuando un concursante que se ha ganado el afecto de sus compañeros y de buena parte del público acaba siendo expulsado, pero la expulsión de Eva estaba más que justificada. Su nivel en las cocinas o, más bien, su actitud en las cocinas estaba muy lejos de la del resto de participantes. No es que no tuviera mano con la cocina, es que para ella MasterChef 13 fue más vivir una experiencia que labrarse un nuevo futuro. Nunca engañó ni al jurado, ni al programa ni a los espectadores, pues lo dijo desde el principio. Y, al final, cuando los que tienes al lado sí se toman el talent culinario como una auténtica competición, los primeros en caer son precisamente aquellos que viven MasterChef más como una aventura que como un concurso en el que hay que luchar contra todos para conseguir tu objetivo.. En la primera prueba de la noche, Eva confirmó esa actitud que, aunque positiva, no gusta nada a los jueces. De hecho, Jordi Cruz se mostró muy duro y vehemente con ella ante lo hecho por Eva durante la prueba. MasterChef inauguró un nuevo juego. Los concursantes tenían que elegir los ingredientes del plato que fueran a cocinas sacándolos de unas máquinas de vending en las que había de todo un poco. Estaban los productos habituales de este tipo de expositores: cervezas, refrescos, sandwiches, bolsas de patatas, pero también había chuletones, cebollas, tirabeques, pescado, ajetes, almejas…. MasterChef le dio a cada aspirante 15 master coin con los que tendrían que hacer la compra. La primera fue Limin tras haber sido la mejor de la prueba de exteriores del programa de la semana pasada. Cada uno tenía 45 segundos para hacer la compra. Según iban terminando, ellos mismos iban eligiendo al siguiente. Los que fueron elegidos los últimos se encontraban con que muchos productos ya estaban agotados. Eva fue una de ellas, así que la mamá del grupo decidió tomárselo con humor y entre los productos de su compra, además de un chuletón, se sacó unas aceitunas y una cerveza «de aperitivo».. Todo iba bien. Cada uno con su cocinado, cada uno con sus nervios y, entre medias, Eduardo Casanova, el invitado de la primera prueba de anoche, que volvió a regalar a MasterChef uno de esos momentazos televisivos como ya hiciera en Masterchef Celebrity -quién puede olvidar ese moco colgando desde el balconcillo del talent-. Pues esta vez no hubo moco, pero sí hubo guarrazo. El director, actor y ahora también concursante de Maestros de la Costura Celebrity se acercó a hablar con Elena, la cual estaba emocionadísima preparando unas almejas en recuerdo de su padre -aviso, se viene drama- cuando justo antes de irse de nuevo al púlpito de los jueces, Eduardo Casanova se tropezó con al cesta de la compra de Elena y se fue de bruces contra el suelo. Si Eduardo Casanova no existiera habría que inventarlo.. Minutos después, y tras pasar por otras cocinas, Eduardo Casanova acompañó a Jordi Cruz hasta la cocina de Eva. Y allí estaba ella haciendo no se sabe muy bien el qué -era algo parecido a un puré de calabaza y tirabeques- y bebiéndose una cerveza y comiéndose unas aceitunitas para matar el gusanillo del aperitivo. Eduardo Casanova, encantado de la vida, pero Jordi Cruz no tanto. El juez se enfadó de verdad. No le gustan nada este tipo de actitudes y más cuando lo que estaba viendo en el fuego no tenía ninguna pinta de que fuera a salir bien.. MasterChef, que siempre se guarda un as de la manga, ordenó un cambio de cocinas. Es decir, cada compañero de fila cocinaría el plato del otro. Apaga y vámonos. Aunque la mayoría salvaron los platos, Eva, obviamente no lo salvó. Fue una tragedia griega que le costó la bronca de Jordi Cruz. Lo bueno, cuando ya tienes unos años y callo en la espalda, es que te pueden decir misa que tú oirás campanas. La que no escuchó campanas fue Elena -ahora sí se viene el drama-. La vasca, que estaba preparando las almejas en honor a su padre se quedó sin poder terminarlas al realizar el cambio de cocinas. No le gustó un pelo, pero salvó el plató que le tocó y se llevó el aplauso de los jueces, la mejor de la prueba y la capitanía de la prueba de exteriores. Lo que no sabíamos es que MasterChef iba a descubrir el motivo de tal enfado. Y es que Elena no se hablaba con su padre cuando falleció y para ella el preparar las almejas era una especie de redención y la manera de que su padre se pudiera sentir orgullosa de ella. Sin dramas, MasterChef no sería MasterChef.. La prueba de exteriores se trasladó a Madrid Fusión donde los aspirantes tendrían que preparar varias tapas que probarían los presentes. Elena y Limin fueron las capitanas. La primera se rodeó de Ismael, David, Yago, Clara, Ariana y Eva, mientras que la segunda contó con Bea, Chema, Ana, Víctor, Ana María y Emilio. Fue una prueba de exteriores de esas que llevan al límite, como casi todas. Fue Limin la que colapsó en medio de la prueba hasta tal punto que Pepe Rodríguez viendo su estado de nervios pidió que se le diera unos segundos para recuperarse. Limin se recuperó y gracias a su equipo no sólo sacó adelante el cocinado sino que su equipo fue el ganador.. Ya en la prueba de eliminación, a la que fue por vía directa el equipo de Elena, Limin, al haber sido la mejor de la prueba de exteriores tenía la opción de salvar a uno de los delantales negros. Limin decidía salvar a Elena, aunque sorprendentemente ésta tenía ganas de vivir la prueba de eliminación. Para gustos, colores. El resto se enfrentaban al reto de adivinar una serie de ingredientes con los ojos cerrados y Clara, la nueva concursante en sustitución de Flores que abandonó la semana pasada por problemas de salud, al ser la que más acertaba lograba salvarse también de la prueba.. El resto se enfrentarían a esa prueba que tanto odian los aspirantes de MasterChef: un postre. Los delantales negros tenían que replicar un postre del maestro chocolatero Lluc Crusellas, pero sin verlo y sin saber qué era. Para hacerlo tenían que seguir las órdenes de Pitingo, ex MasterChef Celebrity, y uno de los celebrities más complicados de entender y de seguir que ha pasado por las cocinas de MasterChef. Es decir, un caos.. Todos sufrieron eternos dolores con la prueba. Para Bea fue «una ida de olla» -no le faltaba razón-, mientras que para Eva fue «horrible». El resultado, aunque más o menos consiguieron salvarlo fue el reflejo de esa locura de prueba. Ariana y Gabriela realizaron los mejores postres y subieron a la galería, lo que dejaba la expulsión entre Ismael, Eva y Yago. Y de los tres era Eva la que se convertía en la tercera expulsada de la edición, pero con aviso a navegantes por parte de Pepe Rodríguez, que dejó muy claro a los Ismael y Yago que se habían salvado por los pelos y que había que «ponerse las pilas».. Eva intentó aguantar las lágrimas, pues se había prometido a sí misma que no iba a llorar. Distinto fue en el balconcillo de MasterChef donde muchos de sus compañeros no pudieron evitar las lágrimas, especialmente Ana María, con la que había hecho el equipo de ‘las mayores’ de MasterChef 13. Lo que sí hay que agradecer a Eva, además de su positividad, es su sinceridad. Aguantando las lágrimas reconoció que el programa había sido demasiado para ella y que podía volver con «mis niños», sus hijos: «Esto me ha venido muy grande». Pues sí, le vino grande, pero lo llevó como pudo y mejor que muchos.
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