«Salí un instante del teatro para fumar y la policía tuvo que venir a acompañarme.» El coreógrafo y bailarín Sharon Fridman se comunica al teléfono. En este momento de la charla, que es a mediados de agosto, está en Corea del Sur mostrando su labor. «Un grupo de manifestantes está frente al teatro, protestando por mi programación para el evento.» No tienen conocimiento de que tengo una postura contraria a la política de Israel. «Al igual que yo, muchos artistas de mi país están siendo cancelados», prosigue. Establecido en España durante dos décadas, Fridman revela que está atravesando la etapa más difícil de su carrera profesional. No me quieren emplear porque soy israelí. Algunos programadores lo expresan de manera clara, sugiriendo que sería mejor esperar un tiempo; otros no lo mencionan, pero eso no es necesario.
«Salí un instante del teatro para fumar y la policía tuvo que venir a acompañarme.» El coreógrafo y bailarín Sharon Fridman se comunica al teléfono. En este momento de la charla, que es a mediados de agosto, está en Corea del Sur mostrando su labor. «Un grupo de manifestantes está frente al teatro, protestando por mi programación para el evento.» No tienen conocimiento de que tengo una postura contraria a la política de Israel. «Y al igual que yo, hay muchos artistas en mi país que están siendo boicoteados», añade. Tras establecerse en España hace dos décadas, Fridman admite que está atravesando el momento más difícil de su carrera profesional. No me quieren emplear porque soy israelí.
«Salí un instante del teatro para fumar y la policía tuvo que venir a acompañarme.» El coreógrafo y bailarín Sharon Fridman se comunica al teléfono. En este momento de la charla, que es a mediados de agosto, está en Corea del Sur mostrando su labor. «Un grupo de manifestantes está frente al teatro, protestando por mi programación para el evento.» No tienen conocimiento de que tengo una postura contraria a la política de Israel. «Al igual que yo, muchos artistas de mi país están siendo censurados», prosigue… Más detalles. 1,400 figuras del cine han decidido no colaborar con instituciones y empresas israelíes que están «involucradas en el genocidio.» Tras establecerse en España hace dos décadas, Fridman admite que está atravesando el momento más difícil de su carrera profesional.
EL PAÍS