Manual de cabecera para cualquier lector que quiera adentrarse en ella, el ensayo de John Barton no concibe la Biblia como un texto dogmático, sino como un conjunto de narraciones punzantes y enigmáticas construido a lo largo de los siglos Leer
Manual de cabecera para cualquier lector que quiera adentrarse en ella, el ensayo de John Barton no concibe la Biblia como un texto dogmático, sino como un conjunto de narraciones punzantes y enigmáticas construido a lo largo de los siglos Leer
«La Biblia no está muerta en el mundo moderno de ninguna manera», sostiene en su monumental Historia de la Biblia, que acaba de publicar entre nosotros, John Barton (Londres, 1948), sacerdote anglicano y catedrático emérito de Sagradas Escrituras en la Universidad de Oxford.. Evidentemente no puede haber muerto una de las obras centrales del canon de Occidente, sobre la que se fundamentan en buena parte los logros de nuestra cultura: del arte pictórico a la arquitectura religiosa, de la lengua literaria de Shakespeare -o de Melville- al concepto filosófico de persona. Ya sea dentro o fuera de la fe, la Biblia constituye una referencia ineludible y el erudito inglés nos la presenta con el vigor literario -y el profundo conocimiento- de la mejor tradición académica.. Traducción de Luis Noriega. Ático de los Libros. 816 páginas. 39,95 €. Puedes comprarlo aquí.. Manual de cabecera para cualquier lector que quiera adentrarse en ella, el ensayo de Barton no concibe la Biblia como un texto dogmático, sino como un conjunto de narraciones punzantes y enigmáticas: en ocasiones contradictorias, en otras bárbaras, pero siempre inspiradoras. Su propuesta bebe de los grandes avances historiográficos que se han alcanzado en este último medio siglo y que han permeado todos los debates sobre los orígenes del cristianismo y -¿por qué no decirlo?- también del judaísmo.. Pienso ahora en la original interpretación de Daniel Boyarin, en su fundamental Espacios fronterizos (Trotta), acerca de las fronteras borrosas que, durante los primeros siglos de nuestra era, delimitaron ambas religiones. Exhaustivo en su acercamiento, Barton no oculta de ningún modo el fondo de su tesis -discutible, en algunos puntos, por otra parte, como no puede ser de otro modo-, que pasa por reconstruir el itinerario histórico, literario e intelectual del libro sagrado y la evolución de su hermenéutica.. El autor desentraña minuciosamente en su Historia de la Biblia cómo las diferentes comunidades -sacerdotales, proféticas, sapienciales- fueron sedimentando relatos que respondían a contextos históricos específicos. De hecho, en la Biblia nos encontramos ante un palimpsesto, en el cual cada generación ha inscrito a lo largo de la historia sus propias búsquedas existenciales y sus conflictos teológicos. Y esto es así porque ni el cristianismo ni el judaísmo son -insiste el autor- primordialmente religiones escriturales; al contrario, su signo principal de identidad pasa por la tensión creativa entre fe y cultura, entre texto e indagación.. «El islam -sostiene Barton- es quizá el modelo ideal de religión del libro y, en comparación, el judaísmo y el cristianismo se distancian considerablemente de su principal texto sagrado». Y, frente a los fundamentalistas que «veneran una Biblia que en realidad no existe», el académico de Oxford nos recuerda que la Sagrada Escritura «no es ni puede ser el fundamento último del judaísmo o el cristianismo».. Dicho de otro modo: sin una tradición interpretativa sólida, la fe institucional no es viable. En este sentido, algunas de las mejores páginas de este estudio se centran en iluminar las lecturas diferentes que, sobre un mismo corpus, han llevado a cabo diferentes confesiones, ya sea en el amplio abanico del judaísmo como en el ámbito del cristianismo ortodoxo, católico y reformado.. De la historia de los Evangelios a su exégesis, de la dificultad de traducir un texto milenario a la imposibilidad de contar con un manuscrito único y definitivo de los mismos, Historia de la Biblia consigue facilitarnos una visión de conjunto acerca del estado actual de la investigación escriturística. No es un libro para creyentes, sino para todos aquellos lectores que quieran comprender mejor los orígenes de nuestra civilización.. Por su fuerza divulgadora, puede recordarnos la amplia -aunque discutible- obra de Karen Armstrong, pero por conocimiento y erudición apunta mucho más lejos y con mayor rigor. Puede parecer un elogio menor, pero no lo es. Se trata de una obra importante, de cuya lectura uno sale indudablemente enriquecido.
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