A mí me gustaría trufar mis conversaciones de citas de Bourdieu o Arendt, pero las únicas sentencias que me resultan adecuadas en cualquier situación las pronunciaron Carrie, Miranda, Charlotte o Samantha. Los personajes de Candace Bushnell son mi faro desde su estreno y vivir su debacle ha sido durísimo. Como Carrie en And Just Like That… (Max), yo también he pasado un duelo. Ella perdió al amor de su vida y yo una de las series de la mía. Pero como ningún dolor es eterno —o igual sí, tengo suerte de no saberlo con certeza—, he llegado al final de las cinco fases que nombró la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross.. Pasé por la negación cuando Sexo en Nueva York se despidió. Mientras sonaba You Got the Love y los créditos aparecían por última vez, moqueé desolada, consciente de que jamás había llorado así por mis propios problemas. Sentí ira cuando las películas mancillaron su recuerdo. ¿Vacaciones en Abu Dabi? ¡Esas mujeres consideraban una aventura ir a los Hamptons! ¿Anthony y Stanford, casados? Cualquier espectador de First Dates sabe que no habrían llegado ni al postre. Negocié mis expectativas al escuchar noticias sobre su secuela. ¿Quién la necesitaba?, me pregunté. Bueno, tal vez las personas que seguimos abrazando el amor romántico (y el tóxico) y no nos culpabilizamos por ello, me respondí. Y me deprimí al comprobar que su espíritu había muerto. O, peor, para atraer a su verdadero objetivo: los jóvenes, lo habían pervertido introduciendo aleatoriamente conceptos que supuestamente les agradan: queer, influencer, podcast… y unos niños que me dan más miedo que el protagonista de Adolescencia. Hay centros de reclusión para los asesinos, pero, ¿qué hacemos con esos repipis? El pozo de Esparta es lo único que se me ocurre, pero seguro que Unicef tiene algo que decir al respecto.. En la tercera temporada finalmente ha llegado la aceptación. No pasó nada especial, solo una conversación entre Carrie y Miranda que me hizo reír. Después llamé a una amiga con la que comentaba cada semana mi añorada Sexo en Nueva York y volvimos a despellejar a Aidan como si no hubiese pasado el tiempo. Y eso es lo que es And Just Like That para mí. Ya no es mi mejor amiga; ni siquiera una con la que quiera tener demasiado contacto. Es una de esas amigas de las que la vida te ha distanciado tanto que apenas reconoces ya, pero basta un breve atisbo de complicidad compartida para que todo vuelva a ser lo mismo. Y qué bueno era.. Seguir leyendo
A mí me gustaría trufar mis conversaciones de citas de Bourdieu o Arendt, pero las únicas sentencias que me resultan adecuadas en cualquier situación las pronunciaron Carrie, Miranda, Charlotte o Samantha. Los personajes de Candace Bushnell son mi faro desde su estreno y vivir su debacle ha sido durísimo. Como Carrie en And Just Like That… (Max), yo también he pasado un duelo. Ella perdió al amor de su vida y yo una de las series de la mía. Pero como ningún dolor es eterno —o igual sí, tengo suerte de no saberlo con certeza—, he llegado al final de las cinco fases que nombró la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross.Pasé por la negación cuando Sexo en Nueva York se despidió. Mientras sonaba You Got the Love y los créditos aparecían por última vez, moqueé desolada, consciente de que jamás había llorado así por mis propios problemas. Sentí ira cuando las películas mancillaron su recuerdo. ¿Vacaciones en Abu Dabi? ¡Esas mujeres consideraban una aventura ir a los Hamptons! ¿Anthony y Stanford, casados? Cualquier espectador de First Dates sabe que no habrían llegado ni al postre. Negocié mis expectativas al escuchar noticias sobre su secuela. ¿Quién la necesitaba?, me pregunté. Bueno, tal vez las personas que seguimos abrazando el amor romántico (y el tóxico) y no nos culpabilizamos por ello, me respondí. Y me deprimí al comprobar que su espíritu había muerto. O, peor, para atraer a su verdadero objetivo: los jóvenes, lo habían pervertido introduciendo aleatoriamente conceptos que supuestamente les agradan: queer, influencer, podcast… y unos niños que me dan más miedo que el protagonista de Adolescencia. Hay centros de reclusión para los asesinos, pero, ¿qué hacemos con esos repipis? El pozo de Esparta es lo único que se me ocurre, pero seguro que Unicef tiene algo que decir al respecto.En la tercera temporada finalmente ha llegado la aceptación. No pasó nada especial, solo una conversación entre Carrie y Miranda que me hizo reír. Después llamé a una amiga con la que comentaba cada semana mi añorada Sexo en Nueva York y volvimos a despellejar a Aidan como si no hubiese pasado el tiempo. Y eso es lo que es And Just Like That para mí. Ya no es mi mejor amiga; ni siquiera una con la que quiera tener demasiado contacto. Es una de esas amigas de las que la vida te ha distanciado tanto que apenas reconoces ya, pero basta un breve atisbo de complicidad compartida para que todo vuelva a ser lo mismo. Y qué bueno era. Seguir leyendo
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A mí me gustaría trufar mis conversaciones de citas de Bourdieu o Arendt, pero las únicas sentencias que me resultan adecuadas en cualquier situación las pronunciaron Carrie, Miranda, Charlotte o Samantha. Los personajes de Candace Bushnell son mi faro desde su estreno y vivir su debacle ha sido durísimo. Como Carrie en And Just Like That… (Max), yo también he pasado un duelo. Ella perdió al amor de su vida y yo una de las series de la mía. Pero como ningún dolor es eterno —o igual sí, tengo suerte de no saberlo con certeza—, he llegado al final de las cinco fases que nombró la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross.. Más información. De la boda del hermano de Sheldon a las cuatro series sobre Dexter: la televisión también se llena de franquicias y secuelas. Pasé por la negación cuando Sexo en Nueva York se despidió. Mientras sonaba You Got the Love y los créditos aparecían por última vez, moqueé desolada, consciente de que jamás había llorado así por mis propios problemas. Sentí ira cuando las películas mancillaron su recuerdo. ¿Vacaciones en Abu Dabi? ¡Esas mujeres consideraban una aventura ir a los Hamptons! ¿Anthony y Stanford, casados? Cualquier espectador de First Dates sabe que no habrían llegado ni al postre. Negocié mis expectativas al escuchar noticias sobre su secuela. ¿Quién la necesitaba?, me pregunté. Bueno, tal vez las personas que seguimos abrazando el amor romántico (y el tóxico) y no nos culpabilizamos por ello, me respondí. Y me deprimí al comprobar que su espíritu había muerto. O, peor, para atraer a su verdadero objetivo: los jóvenes, lo habían pervertido introduciendo aleatoriamente conceptos que supuestamente les agradan: queer, influencer, podcast… y unos niños que me dan más miedo que el protagonista de Adolescencia. Hay centros de reclusión para los asesinos, pero, ¿qué hacemos con esos repipis? El pozo de Esparta es lo único que se me ocurre, pero seguro que Unicef tiene algo que decir al respecto.. En la tercera temporada finalmente ha llegado la aceptación. No pasó nada especial, solo una conversación entre Carrie y Miranda que me hizo reír. Después llamé a una amiga con la que comentaba cada semana mi añorada Sexo en Nueva York y volvimos a despellejar a Aidan como si no hubiese pasado el tiempo. Y eso es lo que es And Just Like That para mí. Ya no es mi mejor amiga; ni siquiera una con la que quiera tener demasiado contacto. Es una de esas amigas de las que la vida te ha distanciado tanto que apenas reconoces ya, pero basta un breve atisbo de complicidad compartida para que todo vuelva a ser lo mismo. Y qué bueno era.. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo. ¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?. Añadir usuarioContinuar leyendo aquí. Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.. ¿Por qué estás viendo esto?. Flecha. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.. 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