En su novela ‘Mi muerte’ una escritora sale de su crisis creativa dedicándose a escribir la biografía de otra, una artista y escritora del pasado a la que se le recuerda únicamente como musa de un pintor Leer
En su novela ‘Mi muerte’ una escritora sale de su crisis creativa dedicándose a escribir la biografía de otra, una artista y escritora del pasado a la que se le recuerda únicamente como musa de un pintor Leer
La protagonista y narradora de Mi muerte, novela breve de Lisa Tuttle (Houston, 1952), ha enviudado recientemente, a la pérdida de su compañero se añade la pérdida de inspiración: es escritora, de éxito moderado. Su agente la cita y para hacer tiempo, y como ella vive en el campo no tiene oportunidad de acudir a museos con frecuencia, entra en la National Gallery de Escocia. Se queda fascinada ante un cuadro de 1928, Circe, de W. E. Logan, un pintor que también fue escritor (el personaje está inspirado en Robert Graves).. Traducción de Regina López Muñoz. Muñeca Infinita. 152 páginas. 18,95 €. Puedes comprarlo aquí.. Lo curioso es que ella tenía un póster de ese cuadro que siguió a la narradora en sus sucesivas mudanzas de Nueva York a Seattle, Nueva Orleans y Austin. «Contemplé maravillada el original. Era mucho más intensa, estaba mucho más viva que la reproducción, de tonos más bien apagados». Enseguida pasa a hablar de la joven que sirvió como modelo para el cuadro, Helen Elizabeth Ralston, que luego sería escritora (inspirada en H. D. y en Laura Riding).. La modelo y la protagonista comparten no sólo la escritura, las dos son estadounidenses que eligieron Escocia. La cosa se irá enrevesando de un modo perturbador hacia el final, una vez que la escritora decide que su siguiente proyecto será escribir la biografía de Helen Ralston para devolverle el lugar que merece y que no se quede en un episodio de la vida de W. E. Logan.. Tuttle aborda el tema del trato que reciben las mujeres en la historia cultural, la narradora y protagonista quiere romper la inercia que hace que ellas sean vistas como figuras subsidiarias de ellos, y la única manera de lograrlo, en su caso, es desde la literatura. A Mi muerte le sucede que su mayor virtud acaba siendo su mayor defecto: la novela juega al despiste, y eso es muy estimulante, está llena de pistas falsas y caminos que abre y luego abandona, algo que puede descolocar, sobre todo teniendo en cuenta el giro final que no puede desvelarse aquí.
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