La Universidad de Jaén publica Llamo a los poetas, un libro que repasa la influencia literaria que a lo largo de su vida recibió el poeta de Orihuela Leer
La Universidad de Jaén publica Llamo a los poetas, un libro que repasa la influencia literaria que a lo largo de su vida recibió el poeta de Orihuela Leer
Llamo a los poetas es el título de un ensayo publicado por la Universidad de Jaén que repasa la influencia literaria que a lo largo de su vida recibió Miguel Hernández. Expertos en la obra del poeta de Orihuela citan a los maestros que influyeron en los versos del autor de El rayo que no cesa. El libro está coordinado por el catedrático de Literatura Española Rafael Alarcón Sierra, uno de sus más reconocidos exégetas.. Al contrario que la mayor parte de los poetas del 27, Miguel Hernández no tuvo la fortuna de contar con una sólida formación académica, una facilidad para acceder a la cultura, a las lecturas que terminan por formar el corpus intelectual de todo escritor. Tuvo, en cambio, dos cosas a su favor: una enorme voluntad por aprender y una extraordinaria intuición literaria, un olfato innato para saber dónde estaban aquellos autores que lo ayudarían a construir su propia obra. De los autores clásicos, Miguel Hernández leyó con voracidad a San Juan de la Cruz, a Luis de Góngora, Lope de Vega y Francisco Quevedo. Y de sus contemporáneos le influyeron Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Incluso su amigo Ramón Sijé influyó en la obra del poeta de Orihuela. Expertos en las literaturas de cada uno de ellos analizan la sombra que anida en la obra poética del autor de Perito en lunas, su primer libro de poemas, publicado en 1933.. Con todos y cada uno de ellos su relación fue diferente. Los clásicos le aportaron un suelo formal, un asiento estructural. Sus contemporáneos, le dieron argumento y mirada. Y no con todos el trato fue fácil. Juan Ramón fue generoso con él, pero Federico fue profundamente displicente y altanero. Lorca, que ya era un autor famoso entonces, mostró un indisimulado desdén que tiene que ver con el carácter rudo del que salió Miguel Hernández y por hecho, además, de que pasaba la vida pidiéndole favores para su teatro no estrenado.. La obra poética de Miguel Hernández, recuerda Rafael Alarcón Sierra, se guarda en la provincia de Jaén, donde contrajo matrimonio y donde escribió algunas de sus poesías más conocidas, como Andaluces de Jaén. «En esta provincia andaluza se conserva la memoria literaria de un poeta fundamental de la Edad de Plata de la literatura española, un poeta de una sensibilidad única, comprometido con su tiempo y cuyo trágico final fue el comienzo, a la vez, de la construcción de su mito», asegura el catedrático.. Miguel Hernández tuvo una vida terrible y fue de aquella generación el poeta más comprometido y leal a sus ideas. Cuando Rafael Alberti ya se había procurado su exilio con toda suerte de comodidades, Miguel Hernández es arrestado en Portugal, en la estación de Moura, al tratar de vender un reloj de oro que le había regalado el poeta chileno Pablo Neruda, y devuelto a España donde lo detienen. A partir de ahí comienza una terrible peregrinación de cárcel en cárcel que acabará en el reformatorio de adultos de Alicante el 28 de marzo de 1942 donde muere. En aquellos años, incluso durante su duro presidio donde enferma hasta morir, los únicos que lo auxiliaron fueron el poeta Pablo Neruda y, sobre todo, José María del Cossío y el malagueño Vicente Aleixandre.. Miguel Hernández llega a Jaén como comisario político al servicio de la república el 3 de marzo de 1937. Será un primer contacto con la ciudad, porque solo seis días después, el 9 de marzo, el poeta-soldado contrae matrimonio con la quesadeña Josefina Manresa en el juzgado de Orihuela, en un acto sencillo oficiado por el alcalde. El joven matrimonio vuelve a Jaén donde disfruta de una luna de miel hecha de paseos por los olivares, baños en una alberca próxima a la senda de los Huertos y tardes de trabajo en la azotea de la nueva casa, ubicada en la calle Llana, a un salto de la Catedral. En realidad, la estancia de Miguel Hernández en Jaén fue muy corta, de apenas unos meses. Pero fue suficiente para escribir el poema Andaluces de Jaén. Desde entonces, Jaén ha sido la tierra más generosa con la memoria del poeta. Su legado se guarda y estudia en la fundación que abre sus puertas en el municipio de Quesada, junto al Museo Rafael Zabaleta.
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