En Mi vida en fragmentos, Bauman sigue su itinerario con rigor, pero de forma fragmentaria, como si quisiera precisamente reflejar el mundo líquido que teorizó. «Somos hijos del olvido tanto como de la memoria», afirmaba el pensador polaco Leer
En Mi vida en fragmentos, Bauman sigue su itinerario con rigor, pero de forma fragmentaria, como si quisiera precisamente reflejar el mundo líquido que teorizó. «Somos hijos del olvido tanto como de la memoria», afirmaba el pensador polaco Leer
Pocos sociólogos han gozado de una influencia tan profunda en el pensamiento contemporáneo como Zygmunt Bauman (1925-2017), gracias a su teoría de la «modernidad líquida» que se ha convertido en un referente para explicar nuestro tiempo. Este concepto, en efecto fluido, busca explicar el desplazamiento de las estructuras sociales e ideológicas contemporáneas. A diferencia del mundo antiguo, caracterizado por su solidez, hoy vivimos en un tiempo de fragilidad donde todo parece mutar sin rumbo, al albur de los caprichos pasajeros.. Si la obra de Bauman exploró el curso de la modernidad, Mi vida en fragmentos nos ofrece un retrato póstumo del sabio que se ocultaba detrás de la teoría. No se trata de una autobiografía convencional ni de unas memorias al uso, sino de una especie de collage compuesto por textos de distinta procedencia. Desde cartas privadas a sus hijas y nietos hasta entradas de diario y artículos publicados en inglés y polaco, estos materiales han sido recopilados y editados por la socióloga Izabela Wagner. Su lectura nos permite acceder a la Europa del siglo XX con sus guerras, revoluciones, terrores y esperanzas; pero, sobre todo, nos permite presenciar la intrahistoria personal del autor en lo que tiene de exilio perpetuo y de desarraigo.. Traducción de Albino Santos. Paidós. 288 páginas. 21,90 € Ebook: 10,99 €. Puedes comprarlo aquí.. «De mi pasado familiar, poco conozco -reconoce Bauman al inicio del libro-. Tan poco que me avergüenzo de ello en una época de búsqueda y desentierro generalizado de raíces como la actual. Hay demasiado poco que rescatar del olvido de tantas cosas borradas de la memoria o que nunca llegué a conocer. […] Para un judío polaco como yo, el árbol genealógico evoca aromas a polvo de madera y a quemado, no a vida».. Con estas palabras, el sociólogo polaco no se refiere sólo a la constante amenaza de muerte que marca la experiencia judía en Europa, sino también al exilio como forma de identidad en un periodo histórico -el de entreguerras- que daba inicio a la descomposición del continente. Su huida ante el avance nazi, en primer lugar hacia la Unión Soviética, supuso el inicio de una cadena de desplazamientos que terminaría en el Reino Unido, donde falleció. A través del libro, Bauman sigue este itinerario con rigor, pero de forma fragmentaria, como si quisiera precisamente reflejar el mundo líquido que teorizó. Somos hijos del olvido tanto como de la memoria.. El hombre que emerge de estas páginas dista del influyente sociólogo que conocemos. No hay heroicidad ni autocomplacencia. En su lugar, una serie de instantáneas oblicuas que captan los meandros de su pensamiento y en las cuales tanto vale lo que se calla como lo que se explicita. Hay una tristeza de fondo que no debemos confundir con la desesperación; una serena melancolía que, unida al continuo uso de elipsis, resulta un signo evidente de su inteligencia. Frente a la seducción totalitaria del siglo XX, estas memorias nos muestran que el verdadero sentido de la vida se esconde en los pequeños fragmentos de memoria que rescatamos del olvido.. Resultan especialmente reveladoras las reflexiones de Bauman sobre su identidad nacional, donde defiende un principio irrenunciable: todo ser humano tiene derecho a elegir su forma de pertenencia. Esta postura adquiere especial relevancia en nuestra época, marcada por el auge de diversas variantes populistas enfrentadas entre sí. En este fenómeno quizás encontremos el reverso paradójico de la modernidad líquida que Bauman cartografió: la búsqueda desesperada de identidades sólidas que, sin embargo, terminan por reducir la complejidad humana a meras caricaturas.. Mi vida en fragmentos constituye, en este sentido, un excelente punto de entrada para descubrir la verdadera dimensión de un pensador que supo captar como pocos las contradicciones de nuestro tiempo.
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