El premio Nobel fue un apasionado del periodismo como lector y como autor: abordó preocupaciones políticas e intelectuales aceptando el desacuerdo y encarando el riesgo de pensar con argumentos propios. Leer
El premio Nobel fue un apasionado del periodismo como lector y como autor: abordó preocupaciones políticas e intelectuales aceptando el desacuerdo y encarando el riesgo de pensar con argumentos propios. Leer
Porqué no decirlo así: Mario Vargas Llosa fue un escritor convencido de que para habitar con plenitud la época que te ha tocado en suerte debes intervenir en todo. Él escogió hacerlo decididamente y se hizo sitio en el único lugar posible para esa observación: el periodismo. Antes de la literatura se contorneó en el periodismo. Vivir, mirar, escuchar e intentar entender. En 1952 aprovechó las vacaciones de verano para pedir una oportunidad en el periódico La Crónica, en Lima. Allí ejerció con énfasis adolescente. Tenía 15 años. Existe alguna imagen del cadete sentado frente a una máquina de escribir en la redacción de la calle Pando (actual cuadra 7 del jirón Carabaya). Crónicas, reportajes, notas sueltas. Derrochaba afición. Y no se volvió a distanciar del oficio. A los 16 marchó a vivir con su tío Luis (Lucho) a Piura y allí escribía para un diario local, La Industria. Su padre desconfiaba del periodismo. Y, como es natural, de los periodistas. La mala relación entre ambos tenía también este combustible: asco del uno/pasión del otro.. Rematada la formación, Vargas Llosa engarza el periodismo con la narrativa. (Es uno de los grandes novelistas de las últimas seis décadas). Abandona el Colegio Militar Leoncio Prado y se promete hacer literatura. Y la hace. Y la hace con ambición, con potencia, con fuerza aprendida en Flaubert y en Faulkner. Pero también en el aljibe de los buenos reporteros. Con la prisa habitual se casa a los 19 años. Se casa con su tía Julia Urquidi. Para mantenerse acumula siete trabajos, varios de ellos son colaboraciones en periódicos. Y marcha becado a Madrid. Y empieza a escribir, por las tardes, La ciudad y los perros. Y viaja después a París sin un duro para reunirse con Julia Urquidi, que esperaba la llamada en Perú. Encuentra colaboraciones en France Press y en la ORTF (la Radio Televisión Francesa). Aprende a velocidad. Escribe sin tregua. Vargas Llosa escribe ganándose el nombre de escritor y ejerce el periodismo buscándose la vida.. Desde esos comienzos del comienzo, el autor de La fiesta del Chivo alterna ficción y realidad: novela y periódicos. Destaca en artículos de opinión y tribunas, en textos/ensayo sobre otros creadores (músicos, novelistas, filósofos, pintores). La entrevista, género fuerte del oficio, no está en sus habilidades. Entre sus entrevistas míticas (no por eso buena) está la que hizo a Borges en 1963 y por la que Borges se disgustó cuando Vargas Llosa detalló en la entradilla la sencillez y las goteras del apartamento del argentino, un piso modesto en el centro de Buenos Aires. Estas anécdotas sirven de mucho para situar el momento del encuentro con el otro. El joven no supo manejar al mito. Pero Borges fue demasiado quisquilloso, un periodista nos informa no sólo de lo que pasa, sino de a quién y por qué le pasa. Y a Borges le estaban ocurriendo goteras en la casa.. Afianzado ya en el periodismo, los años 70 fueron los de afirmación del carácter de Vargas Llosa. Estaba en el podio literario del boom y, a la vez, comenzó su desapego por las filias de los capitanes del grupo. Se desenganchó del entusiasmo general por el régimen cubano de Fidel Castro y fue a escribirlo en decenas de artículos. Tomó posiciones liberales y lo contó y lo explicó y lo defendió. Por más de medio siglo, Vargas Llosa se dibujó como un escritor de periódicos capaz de afrontar cualquier tema, porque participa en todo o todo participa en él, con una vela prendida para Popper y la otra para Sartre. Dejó opinión sobre la política y la legalización de las drogas, la obra de otros y los temas del momento: guerras, Perú, Latinoamérica, Europa, política (un ejemplo: su adhesión a las cosas de Margaret Thatcher, pues con Elogio de la Dama de Hierro estrenó su colaboración dominical en El País el 2 de diciembre de 1990). También escribió sobre Estados Unidos, economía, cultura, religión… Desde su lucidez y a la contra. Con soberana libertad. Hizo trinchera en el liberalismo y desde ahí, con valentía, se metió en barros, en pantanos difíciles. Ha sido un columnista robusto. (En 2013 recibió el Premio Columnistas de EL MUNDO, que concede esta casa). Gusten o no sus ideas, mantuvo la coherencia. Cayese bien o cayese mal. Aceptó la crítica y respondía con argumentos propios.. La editorial Alfaguara lanzó en 2022 el primer volumen de la obra periodística del Nobel. Serán varias entregas. Miles de páginas divididas en secciones, según los asuntos y curiosidades que acumuló. Nunca fue un escritor cómodo, consciente de que periodismo es la información del hombre sobre el hombre y esto te permite estar un poco más vivo.. Superó pronto el test de estrés de salirse de los protocolos intelectuales de la izquierda a la que se adscribió un rato. Y después la cagó con la revolución pobre de Chiapas, en la estela de otro de sus maestros: Octavio Paz. Y la volvió a pifiar con la defensa de Pinochet en su estancia británica. De esto también escribió sobradamente, con medio mundo en contra. Jamás se desdijo de lo que estaba seguro, aunque la realidad empujase en la otra dirección. Y eso merece respeto. No por terco, sino por seguro de sí mismo. La defensa de aquel asunto fue sonrojante.. Mario Vargas Llosa también fue buen reportero sólido. Recuerdo un trabajo suyo de 2016, formidable, sobre un viaje de cinco días para conocer la realidad palestina en Cisjordania. Lo publicó en el dominical de El País, su periódico de casi siempre. Demostró ahí el pulso de escritor atento a lo real, informado, con criterio, dispuesto a no dejarse arrastrar por la corriente de lo correcto o lo incorrecto. Y es que la obra en prensa de Vargas Llosa es una mirada al siglo. De la mitad del XX hasta el XXI de ahora. Una cantera de ideas y de líneas rojas, desde la abdicación de los ideales de juventud hasta el escritor burgués, analista político de cabecera de la derecha hispánica. Donde más destaca en los asuntos difíciles ajenos a la política, generalmente, pues en los últimos años solía dar unos diagnósticos (y conceder apoyos) tirando a raros.. El sujeto mundano que escribió algunas de las novelas necesarias en español de las últimas cinco o seis décadas abdicó del periodismo voluntariamente -y de todo lo demás- el 17 de diciembre de 2023 con una minuta de testamento, el último texto de su larga serie Piedra de toque, publicado en su periódico de España. En ese texto de adioses dejó esto escrito: «El periodista de talento busca la verdad como una espada que se abre paso por doquier. Decir mentiras, manipular, es fácil, pero tarde o temprano queda en evidencia. El que dice la verdad y la defiende presta un servicio a sus lectores y a su tiempo. Eso es a lo que tímidamente he aspirado». Sí creo que logró hacer algo admirable, una intensa contribución a este oficio, a la literatura en este oficio, a la literatura entera. Y si en verdad todo fue periodismo.
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