Arrasó la artista con más tablas, más garganta y más trayectoria de los 16 participantes de esta edición del Benidorm Fest. Y, en ese sentido, bienvenida sea Melody como abanderada para la próxima edición de Eurovisión. Que lo va a hacer bien en Suiza, que va a dar espectáculo y que se va a dejar la piel sobre el escenario, es indudable. Pero…, ay con los peros…, este año invertimos los papeles respecto a lo elegido en 2024 con Nebulossa y su icónica Zorra: tenemos cantante, pero, ¿tenemos canción? Esa diva es un tema que derrocha clichés y que suena tan demodé -vamos, a cualquiera de las melodías que sonaban en el viejo Noche de fiesta de José Luis Moreno- que es muy difícil aventurar cómo será recibida entre los eurofans europeos. Pero, en fin, no se dirá que no ha ganado la favorita del público. Esto es la democracia. Confiemos al menos en que, de aquí a mayo, sin perder su distintiva garra, Melody entienda que no siempre más es más, y que tanto exceso de barroquismo en el escenario, además de un pastiche de cuidado, resulta más hortera de lo digerible.. Seguir leyendo
Arrasó la artista con más tablas, más garganta y más trayectoria de los 16 participantes de esta edición del
Arrasó la artista con más tablas, más garganta y más trayectoria de los 16 participantes de esta edición del Benidorm Fest. Y, en ese sentido, bienvenida sea Melody como abanderada para la próxima edición de Eurovisión. Que lo va a hacer bien en Suiza, que va a dar espectáculo y que se va a dejar la piel sobre el escenario, es indudable. Pero…, ay con los peros…, este año invertimos los papeles respecto a lo elegido en 2024 con Nebulossa y su icónica Zorra: tenemos cantante, pero, ¿tenemos canción? Esa diva es un tema que derrocha clichés y que suena tan demodé -vamos, a cualquiera de las melodías que sonaban en el viejo Noche de fiesta de José Luis Moreno- que es muy difícil aventurar cómo será recibida entre los eurofans europeos. Pero, en fin, no se dirá que no ha ganado la favorita del público. Esto es la democracia. Confiemos al menos en que, de aquí a mayo, sin perder su distintiva garra, Melody entienda que no siempre más es más, y que tanto exceso de barroquismo en el escenario, además de un pastiche de cuidado, resulta más hortera de lo digerible.. Ha sido la final del Benidorm Festuna gala extraordinaria, en la que todos los participantes se han venido arriba, y en la que, a diferencia de lo ocurrido sobre todo en la primera semifinal, todo ha funcionado a la perfección. Ojalá Melody, que tiene recursos vocales y escénicos para aburrir, tenga toda la suerte en Eurovisión y sea capaz de sacarle petróleo a una cancioncilla que vale tan poco. Quién sabe qué habría pasado si el público hubiese estado de acuerdo con el jurado y hubiésemos apostado por J Kabello, el que tenía el pack más completo y a priori nos podía proporcionar un mejor puesto en Basilea.. El Benidorm Fest se ha convertido en un artefacto televisivo envidiable. Le da buenas audiencias a TVE, ha enganchado al público joven, tan perseguido por cualquier emisora, genera eso que los especialistas llaman conversación social -lo de la interacción en redes es estratosférico- y ayuda en su justa medida a agitar la industria musical. Sin embargo, después de cuatro ediciones no cabe sino constatar que el certamen de nuestra televisión pública tiene un serio problema de identidad. Los profesionales de RTVE detrás del Benidorm Fest se empeñan en que, por más que el premio gordo para los participantes sea el de representarnos en Eurovisión, es una plataforma escaparate para que sobre todo artistas emergentes puedan darse a conocer, intentando desvincular todo lo posible este festival del gran Festival de la UER. Y de ahí que la gente que está detrás del Benidorm Fest diga cosas como lo que Rayden soltaba días atrás: «Si generamos 16 propuestas pensando en la foto finish de Eurovisión, queda un Benidorm Fest deformado». Humildemente, muchos pensamos que es justamente lo que habría que hacer. Lo de Sonia y Selena, lo de DeTeresa o lo de Chica Sobresalto, por poner tres ejemplos de este año, encajarán con esa variedad buscada, pero no se puede considerar que sea tomarse en serio nuestra candidatura eurovisiva.. Porque en el Eurofestival tienen cabida toda clase de estilos musicales y de intérpretes. Lo que no se puede llevar a un concurso tan exigente, si se va con verdaderas ganas de ganar, es algo que no sea claramente competitivo y que conforme un pack de calidad. Han hecho del Benidorm Fest una cosa a caballo entre el Melodifestivalen -el histórico concurso a través del que Suecia, la superpotencia eurovisiva, escoge cada año a su representante- y San Remo -el mítico concurso de la RAI italiana que da cabida a toda clase de artistas y de temas, en el que quienes participan ni siquiera tienen claro de antemano que quieran ir a Eurovisión en caso de ganar, porque concursar en San Remo es lo verdaderamente importante-. ¿Y al final qué nos ha ocurrido? Que este año nos hemos vuelto a encontrar con un Benidorm Fest en el que, por desgracia, el nivel ha sido en general bastante bajo y en el que casi ninguna propuesta -al menos tal como se han presentado en la ciudad alicantina- se antojaba mínimamente competitiva para hacerse con el micrófono de cristal en Basilea el próximo mayo. Houston, tenemos un serio problema si no se quiere corregir el rumbo.. No nos cansaremos de decir que todo empieza por la canción. Y cuesta mucho creer que de casi 1.000 temas enviados a RTVE, los 16 seleccionados estuvieran, independientemente de géneros -que buenos son todos-, entre los que sólo en una primerísima escucha tuvieran más pegada. Algo imprescindible para ganar Eurovisión. Aquella canción que no suene a bombazo por su originalidad, calidad y capacidad para provocar un estallido de emociones, ya supone una propuesta que parte coja. Pero, a partir de ahí, el equipo organizador del Benidorm Fest se tiene que plantear como irrenunciable un casting de desempeño vocal. Al público en general, y a los eurofans en particular, nos encanta zorrear, pero ya sabemos que si eso significa apostar por canciones sin cantante que las sepan defender, nos condena irremediablemente al final de la tabla en mayo. Y urge que el concurso cuente con un escenógrafo que trabaje codo con codo con los profesionales encargados del diseño de la puesta en escena de cada candidatura para evitar tanto exceso de mamarrachismo y aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece un escenario tan espectacular como el de este año.
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