El escritor argentino reedita sus dos primeras novelas en ‘Ficciones gauchopunks’, donde convierte a Argentina en potencia cósmica: «Existe la idea de que sólo los países desarrollados tienen legitimidad para escribir ciencia ficción» Leer
El escritor argentino reedita sus dos primeras novelas en ‘Ficciones gauchopunks’, donde convierte a Argentina en potencia cósmica: «Existe la idea de que sólo los países desarrollados tienen legitimidad para escribir ciencia ficción» Leer
Fantaseemos por un instante con un mundo en el que Argentina no es «un triste y periférico paisucho confinado al sur de Sudamérica, republiqueta sojera agroproductora, carente de industria y de tecnología propias», sino una hiperpotencia cósmica: todos los caminos llevan a Buenos Aires. Imaginemos que, en ese universo alternativo, la nación albiceleste ha colonizado la Luna, Marte, Próxima Centauri B y se prepara para amenizar los asteroides de la Vía Láctea con bifes, mates y alfajores. Elecubremos incluso con un escenario tan groso como para que el castellano rioplatense sea la nueva lingua franca y hasta en el último confín de la galaxia se zapateen chacareras o se canten los goles de Messi.. Michel Nieva –suya es la definición/deflagración entre comillas– emprendió a principios de la pasada década una misión casi imposible. Diríase que titánica por temeraria: escribir ciencia ficción desde parámetros ajenos a los que popularizaron estrellas anglosajonas como Philip K. Dick, Ray Bradbury, J. G. Ballard, Isaac Asimov o Arthur C. Clarke. Y hacerlo, además, con un tono bufo y un acento autóctono incluso más marcado que el del polaco Stanislaw Lem. Así, en 2013 publicó ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?. Y en 2018 Ascenso y apogeo del Imperio Argentino.. Son dos novelas breves con vocación de artefacto incendiario que ahora rescata Caja Negra Editora en el volumen Ficciones gauchopunks. El primer título presenta a un joven aficionado a la tecnología que compra un robot tirando a farandulero y acaba convirtiéndose en multimillonario tras crear un refresco adictivo. La acción transcurre en un ambiente agroapocalíptico. «Entre la biotecnología y la omnipotencia corporativa, una galería de personajes variopintos se propone objetivos insólitos, como revivir a Sarmiento», apunta la editorial sobre las intenciones del autor y su acercamiento al prócer nacional.. La segunda novelita sitúa a Argentina en el centro de la inmensidad interplanetaria y plantea tramas disparatadas, como la relacionada con el comercio clandestino de partes de la momia del presidente Perón (!). «Vender partes del cuerpo humano como objeto de colección es algo que ya ocurrió en la historia argentina con el tráfico de cráneos indígenas», recuerda para quien tilde su retrato de hiperbólico o demasiado kitsch.. Nieva admite que la escritura de ambos libros respondió a un «deseo insatisfecho»: él jamás había leído relatos del futuro desde la perspectiva argentina y en idioma castellano. Impepinablemente, en esas historias los replicantes eran siempre gringos. Todo –de la jerga al costumbrismo– remitía a la esfera anglo.. «Me contó mi amigo Ramiro Sanchiz que, cuando él empezaba a escribir y sus libros llegaban a las librerías, los lectores se sorprendían. ¿Pero cómo iba a estar un autor uruguayo en la sección de ciencia ficción? ¡Alguien se había equivocado!», explica. «La mayoría de estas narrativas siempre se producen en el Norte. Existe la idea de que sólo los países desarrollados tienen la legitimidad y el privilegio de escribir ciencia ficción por tener una experiencia más cercana a la técnica. En realidad, el acceso desde el sur es diferente, porque tiene que ver con una experiencia más traumática de violencia o de saqueo… Es una perspectiva importante en esta época, sobre todo de cara a desafíos como el cambio climático, donde la extracción de recursos para el desarrollo tecnológico es un asunto central». Y añade: «Es cada vez más urgente pensar el futuro desde otras latitudes».. Gauchopunk es el subgénero que Nieva (Buenos Aires, 1988) se ha sacado de la manga y en el que mezcla dos corrientes literarias. Una, la del cyberpunk noventero dominado por las empresas con vocación totalitaria y ambientado en un paisaje postindustrial. Y la otra, la tradición gauchesca que va de José Hernández a Jorge Luis Borges, pasando por Leopoldo Lugones: la del campesino antihéroe. «El gaucho es una figura central en el imaginario argentino. Desde el siglo XIX se ha usado para pensar nuevas formas de entender la literatura. A mí me interesaba pensar el futuro desde un referente tan arraigado para hacer un cruce entre lo tecnológico y lo que me parece que es su contrario, lo folclórico», contextualiza el escritor en la terraza de la Llibreria Finestres (Barcelona), en cuya residencia literaria en la Costa Brava estará tecleando parte de este verano.. También recurres a un escenario opuesto al de la ciencia ficción estándar: frente a la megalópolis masificada has optado por el vacío rural.. Sí. En los últimos años el paisaje fértil de Argentina fue completamente transformado por las nuevas tecnologías de monocultivo. Y ha pasado algo muy curioso: el campo es ahora mismo el lugar más tóxico, porque en él se usan pesticidas que flotan en el aire y lo matan todo. En las casas cercanas a cualquier terreno cultivable no hay ni una sola planta.. Esta reedición coincide con el estreno de la adaptación televisiva de ‘El eternauta’ (Netflix), el clásico distópico de la historieta argentina.. Plantea una invasión alienígena tomando como modelo La guerra de los mundos de H. G. Wells. Su interés está en que lo cuenta desde una población del sur acostumbrada a la colonización económica y política. La ciencia ficción o el terror están adquiriendo cada vez más legitimidad debido a los desarrollos tecnológicos y a problemas como el cambio climático, que ponen el foco en epistemologías y temporalidades de lo no-humano. La literatura realista ya no se encuentra capacitada para narrarlos o comprenderlos. También en esta época el futuro genera una gran incertidumbre. Ya dijo Mark Fischer que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Como sugiere el filósofo Yuk Hui en su ensayo Arte y cosmotécnica (Caja Negra Editora), es imperioso contar el futuro desde otras perspectivas que no sea Silicon Valley como centro de poder económico y tecnológico. Casi toda la narrativa del futuro proviene del tecnofascismo.. ¿Cuánto hay en el presidente Javier Milei de personaje de ciencia ficción?. Tiene una narrativa muy poderosa, el libertarismo, que es como una anarquía regida por el capital gracias al avance tecnológico, y por eso resulta tan cautivador para la masas. Toda su estética gira en torno a una fantasía tecnoutópica de desarrollo técnico para gobernar la realidad y las personas: la inteligencia artificial, las imágenes generadas por modelos de lenguaje avanzados… Es un gran admirador de Elon Musk y participa de la nueva configuración del tecnofascismo. El libro, a través del humor, trata de parodiar las tecnofilias de ultraderecha. Espero que Milei suelte pronto la motosierra, porque Argentina está sufriendo mucho con sus políticas delirantes.. Visto en retrospectiva, parece evidente que si había alguien lo suficientemente osado para pamperizar el género de los autómatas y las naves espaciales ése era Michel Nieva. En 2021 fue reconocido por la mítica revista Granta como uno de los 25 narradores jóvenes más prometedores de nuestro idioma. Desde entonces, tras licenciarse en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y convertirse en investigador doctoral y docente en la de Nueva York, ha ido perfilando su carrera como zahorí distópico/ucrónico. La novela La infancia del mundo (2023) –en la que desarrollaba el relato El niño dengue que había enviado a Granta– y los ensayos Tecnología y barbarie (2024) y Ciencia ficción capitalista (2024, todo en Anagrama) insisten en extender y teorizar sobre la literatura especulativa ahora que gurús ricachones como Mark Zuckerberg o Elon Musk se inspiran en best sellers con solera para materializar sus ideas sobre el metaverso y la conquista del espacio, respectivamente. Tal vez con la sospecha de que las interacciones con los entornos digitales inmersivos y el turismo orbital serán la próxima chuchería que nos ofrezcan.. «Continúo intentando averiguar si hay un límite a lo que el capitalismo puede convertir en mercancía», dice sobre sus pesquisas. Su próximo trabajo apunta también al espacio profundo creado por la ficción –en este caso cinematográfica– y a su bestiario más pavoroso. O, al revés: anima a mirar justo a aquello que tenemos a la vuelta de la esquina. «Estoy escribiendo un ensayo sobre alienígenas y a cómo en un contexto como el actual, con la xenofobia en ascenso, se está empleando la misma palabra en inglés para referirse a los extraterrestres y a los extranjeros: alien. Es algo que permite deshumanizar a las personas en un grado extremo», observa la actualización de una estrategia que usaron los nazis contra los judíos y que Estados Unidos emplea para referirse a los inmigrantes centroamericanos desde los tiempos de Bill Clinton.. En cambio Nieva, desde el territorio gauchopunk, sueña con mundos aparentemente absurdos en los que los autómatas visten ponchos o sueltan boludeces. Pero también contempla la actualidad con la mirada de quien sabe que a los lectores hay que dirigirse con códigos diferentes a los acostumbrados. «Lo inmediato no se puede contar con el lenguaje de la inmediatez», concluye. Y podría servir lo mismo para La Pampa como nueva Roma sideral y el menudeo imaginario de las reliquias de Perón que para las reformas de Milei.. Caja Negra Editora. 184 páginas. 19 euros. Puede comprarlo aquí
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