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Habla Irma Farelo (Vilassar de Mar, 2004) de la adolescencia como si fuera un ente perdido en algún lejanísimo pasado. Como una arcadia etaria cerrada y enterrada. Y sorprende. Porque hace apenas unos años que quien hoy se presenta bajo el nombre Mushkaa navegaba esa etapa vital sin saber muy bien qué hacer de su vida. Hasta que, por pura inercia, acabó cayendo en la música y, por supuesto, fantaseando con esa misma adolescencia.. De esa idealización está plagado Nova Bossa, el segundo álbum de la catalana, con el que lleva varios meses de gira y que, ya en su recta final, hará parada en Madrid con un concierto el 19 de noviembre en La Riviera. Por las calles de la capital, entre las interminables obras del barrio de Malasaña, pasea Mushkaa con sus nike futboleras antes de hacer parada en la Plaza Dos de Mayo. «Está siendo un año muy guay porque puse mucha energía para que el álbum sonara lo más cercano a mí, a Irma, y siento que eso mi público más fiel lo ha abrazado mucho», afirma de un proyecto, grabado en Brasil y cargado de ritmos de la bachata, la salsa, la bossa nova, la samba o el reguetón. «No me veía teniendo la oportunidad de ir a Brasil a grabar con músicos de allí, expertos en lo que yo quería hacer, pero ahora lo valoro al máximo. Ni pensándolo mil veces, y aquí está».. Bajo ese ritmo, cantado en catalán, la pequeña de las Farelo –y, por tanto, hermana menor de Bad Gyal– ha construido un relato casi mitológico de su infancia y adolescencia. «Tuve que abrir el cajón de todos mis recuerdos y de mis aprendizajes de pequeña. Es el álbum más cercano a la persona real porque hace tres años estaba en segundo de Bachillerato sin saber qué hacer con mi vida y con un curro de mierda. Quería recordar cómo era mi vida antes de empezar a estar dentro de esta rueda». Y, según canta, en ella hubo partidos de fútbol, colegas, enamoramientos, relaciones tóxicas, rupturas, encuentros familiares y dosis infinitas de chulería. «La chulería es la máscara que he llevado toda mi vida, ya desde el cole quería ser la más chula del patio. No podemos perder la chulería, en España es un rasgo súper importante».. Ella no solo no la ha perdido sino que Muskhaa ha sido pura chulería desde sus inicios. Ya lo canta en Muskinha Let’s Play Samba: «Cocinera del sazón, provoca el calentón/ Ella quiere su Gucci, yo Ferragamo el cinturón/ La nena se me aloca si la pongo de espalda/ Y siempre promete una noche de samba». «Pero en el fondo tengo una parte noble, sensible y cagada. Son las dos versiones de mi vida y Mushkaa, al principio, era la parte valiente. Ahora todo se ha ido igualando más, le he pillado el gusto a sincerarme en las canciones», afirma.. Lo ha hecho hablando del amor: «El amor es lo que me ha movido siempre: hacia mi familia, mis amigos, mi pueblo… Me he tomado demasiado en serio el amor a veces, pero es que es mi energía principal para hacer las cosas». También sobre el desamor: «Desde mi primer amor ya fue todo súper intenso, siempre he sido una chica demasiado intensa. Mi primer amor me rompió el corazón, ahora tiene gracia verme tan exagerada». Y, por supuesto, sobre su sexualidad: «Siempre me he sentido muy libre hablando de mi sexualidad, me divierte jugar entre lo triste y lo sexy. Creo que es por no tener prejuicios ni conmigo ni con la gente. Habrá peña a la que no le mole que hable de mi sexualidad y eso es respetable, pero tampoco pretendo que un tema mío guarro sea poesía para los oídos de alguien de 60 años».. Todo eso, que está en Nova Bossa, aparece recubierto por una pátina gruesa de nostalgia que va asociada a la que Mushkaa se aferra en su vida personal, al igual que otros tantos chavales con los que comparte generación. «Siempre he tenido miedo al futuro y lo estoy trabajando en terapia. Aunque creo que todos tenemos miedo, porque para los jóvenes están difíciles las cosas. Está chungo poder tener un techo, todos mis colegas han estudiado y tienen un máster y no tienen la seguridad de un buen trabajo. Cómo no va a sufrir esta generación si no sabe si va a poder tener una vida que sea digna».. Ella la está construyendo gracias a la música que ha estudiado desde pequeña –con clases de piano y trompeta–, y en la que ha basado un proyecto que tiene cuatro años de vida. No es la única en su casa que ha seguido ese camino. Su hermana mayor, Alba, es una de las grandes estrellas del panorama urbano nacional como Bad Gyal. Y su gemela, Greta, se aventuró el año pasado a seguirlas. «La gente lo ve algo raro, pero para mí es súper común porque nos hemos criado en un ambiente que lo ha propiciado, hemos estudiado música y somos tres frikis», dice Irma, que al principio vio cómo Alba iba abriéndoles camino. «Yo pensaba que la gente iba a decir que me querían colar por ser su hermana, pero es que nos veo tan distintas en lo físico y en el estilo… Además yo no he caído en muchas cosas de la industria porque Alba se las comió. Desde pequeña he visto cómo funciona este mundo y cómo quiero ser yo».. Una de esas diferencias es que Mushkaa ha convertido la lengua catalana en elemento central de su discografía –su hermana tiene algunos temas, pero mayormente canta en español–. Nova Bossa, un álbum con ritmos latinos, está casi íntegramente cantado en la que considera su «lengua materna». «Yo con mi madre, mis hermanos o mi abuela hablo en catalán, y al hablar de mi infancia, creo que era lo suyo. Sería raro abrirme tanto en un disco y no hacerlo en mi lengua materna. No he hecho este disco pensando en proteger el catalán, pero sin pensarlo ayuda un poco a que la gente joven que me escucha lo mantenga».. Mushkaa es una de las artistas que, durante la última edición del Sónar, el pasado junio, decidió mantener su actuación en mitad del clima de tensión que se vivió a cuenta de las relaciones que el festival tenía con el fondo KKR –accionista de Superstruct, la empresa que ahora gestiona el evento– y sus vínculos con el Gobierno de Netanyahu. Un mes después decidió no actuar en el FIB, del mismo propietario, por ese motivo. «Es súper importante ahora posicionarse porque el genocidio que está sufriendo Palestina es horrible. El Sónar fue muy intenso, hicimos una reunión de cantantes para que cambiaran cosas. Me moló que nos movilizáramos, pero luego venía el FIB y supe que no quería formar parte de eso. Para mí es un aprendizaje sobre lo que quiero ser como artista, y tengo claro que no quiero que la cultura esté asociada a los fondos que subvencionan el genocidio».. De hecho, durante el pasado verano fueron muchos los artistas que decidieron renunciar a actuar en los festivales propiedad de Superstruct por esos vínculos con KKR. Y algunos lo hicieron porque grupos mayoritarios de fans presionaron a través de sus redes sociales para que adoptaran una postura política sobre esa situación. «Creo que nuestros fans nos han obligado a posicionarnos, pero para mí no es una obligación. Me ayudó a pensar, a informarme y eso es importante. Porque si no lo hacemos nosotros, quién lo va a hacer en este mundo de mierda. Es importante que quienes tenemos altavoces nos posicionemos. No podemos hacer como que no está pasando nada y a mí me mola que los artistas de mi generación lo tengan claro».
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