Basta leer la contraportada para intuir que ‘Victoria’, la novela de Paloma Sánchez-Garnica que ha ganado el Planeta, no va a ser una novela arriesgada o incómoda. Sólo puede complacer a quienes buscan saber de antemano qué es lo que van a leer Leer
Basta leer la contraportada para intuir que ‘Victoria’, la novela de Paloma Sánchez-Garnica que ha ganado el Planeta, no va a ser una novela arriesgada o incómoda. Sólo puede complacer a quienes buscan saber de antemano qué es lo que van a leer Leer
Hace unos años, y durante bastante tiempo, anduve yo corrigiendo novelas policiacas o «históricas» para una editorial muy simpática pero poco ambiciosa en lo literario, al menos en lo que afectaba a aquella colección. No era un sello suburbial, ni desde luego admitía autoediciones, pero tampoco era muy exigente y desde luego podía llegar a admitir verdaderos disparates si garantizaban un pequeño recorrido comercial (leí una en la que se especulaba sobre que detrás de Jack el Destripador podía estar… ¡Sabino Arana!).. Premio Planeta 2024. 480 páginas. 22,90 € Ebook: 12,99 €Puedes comprarlo aquí.. Al sumergirme yo en aquellas tramas, lo que a la vez sentía de un modo vívido y bastante revelador era que así me enteraba por fin de lo que la gente lee de verdad, lo que el gran público reclama, el tipo de argumentos, de lenguaje y de polenta moral que suelen encontrar a miles de personas dispuestas a comprar y atender. Y la conclusión, por supuesto, no era feliz: aquellas novelas sólo estaban un punto por encima de la calidad media de los trabajos de taller de narrativa, pero se publicaban con gran pompa y circulaban con alegría.. La novela con la que Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) ha ganado el último Premio Planeta sólo está, a su vez, un pequeño escalón por encima de estas de las que hablaba. Basta con leer la contracubierta (que, por cierto, destripa prácticamente la mitad del volumen) para intuir que no va a tratarse precisamente de una novela irónica, o arriesgada, o «incómoda», y que va a ajustarse milimétricamente a todos los parámetros «éticos» consabidos.. Aunque todo va rapidísimo en ella, sobre todo al principio, y a pesar de que desde luego va a estar exageradamente rebosante de situaciones angustiosas y de golpes de volante (la sorpresa realmente prometedora sería que en una novela de estas no pasara casi nada, o pasara muy despacio, con más contemplación que supuesta acción), Victoria no es una novela ridícula ni de un maniqueísmo especialmente indignante.. Pero, aparte de muy peliculera, sí es de una previsibilidad enternecedora, algo que, una vez más, no afecta tanto a lo que pasa como a cómo se cuenta: la autora no confía en la agudeza del lector en ningún momento, y no hay referencia histórica o situación dramática que no vaya con su empalagosa sobreexplicación: «La gente está contenta con lo de Núremberg, como si esas muertes hubiesen puesto un punto final a una página negra de este país», afirma, por ejemplo, alguien, con tanta espontaneidad como inverosimilitud.. Ese aire de novela juvenil lo empaña todo, tanto en la trama de Berlín, que arranca en 1946, como en la de Alabama, que se remonta algunos años atrás para contextualizar la infancia de Robert Norton, el primer personaje que hace sombra a la dueña del título («la fuerte atracción que sentía hacia aquel hombre le provocaba un agradable vértigo»…), aunque cuando aparece ya se nos ha presentado a la hermana, que irá cobrando fuerza…. Si lo de juntar en una novela a los nazis y al Ku Klux Klan tiene ya, por definición, algo de abuso, lo peor es el tratamiento, «la banda sonora», que responde en todo momento a la del paréntesis recién citado y que sólo puede complacer a las gentes que saben de antemano cómo es aquello que van a leer, y que disfrutan al confirmar sin el menor sobresalto (esto es, con muchas «sorpresas») que todo es tan trillado y «correcto» como exigían.. Sin ser, insisto, una novela plenamente desdeñable, no deja de ser alarmante que ésta sea la literatura que se compra y se lee de forma casi masiva. Que los de Planeta, que saben mucho de estas cosas, concluyan que esto es lo que deben ofrecer es algo que trasciende lo literario para convertirse en una cuestión social.
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