Una película sobre un personaje de la talla de Jordi Pujol, protagonizada además por un símbolo cultural y artístico como Josep Maria Pou, debería ser un acontecimiento político y cinematográfico. En Cataluña, y en el resto de España. Está por ver que llegue a serlo en cualquiera de las dos vertientes, pero en principio, sin demasiada publicidad y ni participación en festivales nacionales, el estreno de Parenostre, regreso al cine de Manuel Huerga después de casi 20 años dedicado a la televisión, no huele al evento que se le presupone. Primero, por la relevancia personal, familiar y social que tienen los días elegidos por los autores para narrar su reflexión: una semana de julio de 2014, entre la víspera del día en que el diario El Mundo publicó el asunto de sus cuentas secretas en Andorra, y la dimisión de su cargo en Convergència Democràtica de Oriol Pujol, uno de sus hijos, por el caso de corrupción de las ITV. Y segundo, por el hecho de que este mismo año 2025, en principio en el mes de noviembre, está previsto en la Audiencia Nacional el juicio contra el clan Pujol —el expresident, de 94 años, y sus siete hijos—, bajo la acusación de asociación ilícita.. Parenostre es cine político con evidente interés en el fondo que, sin embargo, queda demasiado traicionado por sus formas. Guiado por un guion de Toni Soler, Huerga, director de las notables Antártida y Salvador (Puig Antich), ha compuesto una película de un acartonamiento digital casi exasperante. Los horrendos saltos hacia los flashbacks; la descolorida fotografía, entre lo grisáceo y lo sepia; los innecesarios efectos digitales hasta las secuencias de interior en los coches; la antiestética forma en que se filma la conversación telefónica entre Pujol y el rey emérito Juan Carlos I, recién abdicado; los cromas pedestres, y la explicitud formal con que se subraya el complejo de inferioridad con su padre del hijo mayor, Jordi, son unos cuantos ejemplos de lo que cuesta encontrar en la película un cierto gusto cinematográfico.. Sin embargo, sería injusto que un trabajo así quedara marcado solo por su discutible arte visual. El casi inabarcable personaje de Pujol y su dramáticamente fascinante familia (esa impagable imagen de Marta Ferrusola, fallecida en 2024, afirmando en 2015 que sus hijos iban “con una mano delante y otra detrás” en materia económica durante la comisión de investigación en el Parlament) han sido objeto a lo largo de su reinado político y de su caída en desgracia de no pocos documentos artísticos de importancia, y además en todos los estilos, ya que el personaje, en su interior y en sus maneras externas, ofrece un juego extraordinario.. Entre la farsa grotesca de la histórica obra teatral Ubú president, de Els Joglars, y la rigurosa serie documental La sagrada familia, de David Trueba, Parenostre se muestra como un híbrido. Por momentos se articula como un biopic tradicional, con sus saltos atrás hacia la niñez, el inicio de su relación con Ferrusola en los círculos católicos, la lucha antifranquista y las torturas recibidas en prisión. Sin embargo, en otros pasajes parece decidirse por la reflexión ética y existencial. En el terreno de la biografía académica apenas resiste con cierta convicción, enredado además en un costumbrismo ramplón. Pero en la cavilación moral la película encuentra sus mejores virtudes: en las dudas de Pujol sobre cómo se valorará su figura en la historia de Cataluña después de todo lo acontecido. Y ahí la labor de Pou, tan inesperado con sus casi dos metros de altura para interpretar el papel, es primordial: plena de carisma y de profundidad, y sin un ápice de tentativa de imitación.. Por la película desfilan los cochazos de Jordi, hijo (una especie de Fredo Corleone con el que el padre nunca tuvo confianza); la amante de este, que chivó lo que sabía a la prensa; Miquel Roca, en una época en la que casi se convierte en ministro de Felipe González; Artur Mas y los inicios del procés; y las grabaciones de Villarejo, interpretado con sentido de la naturalidad por Antonio Dechent. Alta política y bajos instintos. La grandeza y la avaricia. El dios intocable, vanidoso, más allá del bien y del mal. Ahora bien, Parenostre puede ser una película interesante de ver y de analizar, pero en modo alguno es una buena película.. Seguir leyendo
Una película sobre un personaje de la talla de Jordi Pujol, protagonizada además por un símbolo cultural y artístico como Josep Maria Pou, debería ser un acontecimiento político y cinematográfico. En Cataluña, y en el resto de España. Está por ver que llegue a serlo en cualquiera de las dos vertientes, pero en principio, sin demasiada publicidad y ni participación en festivales nacionales, el estreno de Parenostre, regreso al cine de Manuel Huerga después de casi 20 años dedicado a la televisión, no huele al evento que se le presupone. Primero, por la relevancia personal, familiar y social que tienen los días elegidos por los autores para narrar su reflexión: una semana de julio de 2014, entre la víspera del día en que el diario El Mundo publicó el asunto de sus cuentas secretas en Andorra, y la dimisión de su cargo en Convergència Democràtica de Oriol Pujol, uno de sus hijos, por el caso de corrupción de las ITV. Y segundo, por el hecho de que este mismo año 2025, en principio en el mes de noviembre, está previsto en la Audiencia Nacional el juicio contra el clan Pujol —el expresident, de 94 años, y sus siete hijos—, bajo la acusación de asociación ilícita.Parenostre es cine político con evidente interés en el fondo que, sin embargo, queda demasiado traicionado por sus formas. Guiado por un guion de Toni Soler, Huerga, director de las notables Antártida y Salvador (Puig Antich), ha compuesto una película de un acartonamiento digital casi exasperante. Los horrendos saltos hacia los flashbacks; la descolorida fotografía, entre lo grisáceo y lo sepia; los innecesarios efectos digitales hasta las secuencias de interior en los coches; la antiestética forma en que se filma la conversación telefónica entre Pujol y el rey emérito Juan Carlos I, recién abdicado; los cromas pedestres, y la explicitud formal con que se subraya el complejo de inferioridad con su padre del hijo mayor, Jordi, son unos cuantos ejemplos de lo que cuesta encontrar en la película un cierto gusto cinematográfico.Sin embargo, sería injusto que un trabajo así quedara marcado solo por su discutible arte visual. El casi inabarcable personaje de Pujol y su dramáticamente fascinante familia (esa impagable imagen de Marta Ferrusola, fallecida en 2024, afirmando en 2015 que sus hijos iban “con una mano delante y otra detrás” en materia económica durante la comisión de investigación en el Parlament) han sido objeto a lo largo de su reinado político y de su caída en desgracia de no pocos documentos artísticos de importancia, y además en todos los estilos, ya que el personaje, en su interior y en sus maneras externas, ofrece un juego extraordinario.Entre la farsa grotesca de la histórica obra teatral Ubú president, de Els Joglars, y la rigurosa serie documental La sagrada familia, de David Trueba, Parenostre se muestra como un híbrido. Por momentos se articula como un biopic tradicional, con sus saltos atrás hacia la niñez, el inicio de su relación con Ferrusola en los círculos católicos, la lucha antifranquista y las torturas recibidas en prisión. Sin embargo, en otros pasajes parece decidirse por la reflexión ética y existencial. En el terreno de la biografía académica apenas resiste con cierta convicción, enredado además en un costumbrismo ramplón. Pero en la cavilación moral la película encuentra sus mejores virtudes: en las dudas de Pujol sobre cómo se valorará su figura en la historia de Cataluña después de todo lo acontecido. Y ahí la labor de Pou, tan inesperado con sus casi dos metros de altura para interpretar el papel, es primordial: plena de carisma y de profundidad, y sin un ápice de tentativa de imitación.Por la película desfilan los cochazos de Jordi, hijo (una especie de Fredo Corleone con el que el padre nunca tuvo confianza); la amante de este, que chivó lo que sabía a la prensa; Miquel Roca, en una época en la que casi se convierte en ministro de Felipe González; Artur Mas y los inicios del procés; y las grabaciones de Villarejo, interpretado con sentido de la naturalidad por Antonio Dechent. Alta política y bajos instintos. La grandeza y la avaricia. El dios intocable, vanidoso, más allá del bien y del mal. Ahora bien, Parenostre puede ser una película interesante de ver y de analizar, pero en modo alguno es una buena película. Seguir leyendo
Crítica de cine. Crítica. Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia. El regreso a la pantalla grande de Manuel Huerga después de casi 20 años dedicado a la televisión es cine político con evidente interés en el fondo pero traicionado por sus formas. Tráiler de ‘Parenostre’, sobre Jordi Pujol. n «}},»video_agency»:false,»alt_image»:»Tráiler de ‘Parenostre’, sobre Jordi Pujol»},»url»:»https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZAQ4KCKH3FCXFLQTPMOQCLRORA.jpg?auth=f7887086777e391b555cbac6606edf511224435fc745619a60f451c83f363e5a&width=1200&height=675&smart=true»,»alt»:»Tráiler de ‘Parenostre’, sobre Jordi Pujol»,»ogWidth»:16,»ogHeight»:9});. 00:55. Tráiler de ‘Parenostre’, sobre Jordi Pujol. Josep María Pou y Carme Sansa en ‘Parenostre’ (2025), dirigida por Manuel Huerga.Foto: Filmax. Una película sobre un personaje de la talla de Jordi Pujol, protagonizada además por un símbolo cultural y artístico como Josep Maria Pou, debería ser un acontecimiento político y cinematográfico. En Cataluña, y en el resto de España. Está por ver que llegue a serlo en cualquiera de las dos vertientes, pero en principio, sin demasiada publicidad y ni participación en festivales nacionales, el estreno de Parenostre, regreso al cine de Manuel Huerga después de casi 20 años dedicado a la televisión, no huele al evento que se le presupone. Primero, por la relevancia personal, familiar y social que tienen los días elegidos por los autores para narrar su reflexión: una semana de julio de 2014, entre la víspera del día en que el diario El Mundo publicó el asunto de sus cuentas secretas en Andorra, y la dimisión de su cargo en Convergència Democràtica de Oriol Pujol, uno de sus hijos, por el caso de corrupción de las ITV. Y segundo, por el hecho de que este mismo año 2025, en principio en el mes de noviembre, está previsto en la Audiencia Nacional el juicio contra el clan Pujol —el expresident, de 94 años, y sus siete hijos—, bajo la acusación de asociación ilícita.. Más información. ‘Minecraft’, ‘Sorda’, lo nuevo de Mario Casas y otros esperados estrenos de abril de 2025 en cine. Parenostre es cine político con evidente interés en el fondo que, sin embargo, queda demasiado traicionado por sus formas. Guiado por un guion de Toni Soler, Huerga, director de las notables Antártida y Salvador (Puig Antich), ha compuesto una película de un acartonamiento digital casi exasperante. Los horrendos saltos hacia los flashbacks; la descolorida fotografía, entre lo grisáceo y lo sepia; los innecesarios efectos digitales hasta las secuencias de interior en los coches; la antiestética forma en que se filma la conversación telefónica entre Pujol y el rey emérito Juan Carlos I, recién abdicado; los cromas pedestres, y la explicitud formal con que se subraya el complejo de inferioridad con su padre del hijo mayor, Jordi, son unos cuantos ejemplos de lo que cuesta encontrar en la película un cierto gusto cinematográfico.. Sin embargo, sería injusto que un trabajo así quedara marcado solo por su discutible arte visual. El casi inabarcable personaje de Pujol y su dramáticamente fascinante familia (esa impagable imagen de Marta Ferrusola, fallecida en 2024, afirmando en 2015 que sus hijos iban “con una mano delante y otra detrás” en materia económica durante la comisión de investigación en el Parlament) han sido objeto a lo largo de su reinado político y de su caída en desgracia de no pocos documentos artísticos de importancia, y además en todos los estilos, ya que el personaje, en su interior y en sus maneras externas, ofrece un juego extraordinario.. Entre la farsa grotesca de la histórica obra teatral Ubú president, de Els Joglars, y la rigurosa serie documentalLa sagrada familia, de David Trueba, Parenostre se muestra como un híbrido. Por momentos se articula como un biopic tradicional, con sus saltos atrás hacia la niñez, el inicio de su relación con Ferrusola en los círculos católicos, la lucha antifranquista y las torturas recibidas en prisión. Sin embargo, en otros pasajes parece decidirse por la reflexión ética y existencial. En el terreno de la biografía académica apenas resiste con cierta convicción, enredado además en un costumbrismo ramplón. Pero en la cavilación moral la película encuentra sus mejores virtudes: en las dudas de Pujol sobre cómo se valorará su figura en la historia de Cataluña después de todo lo acontecido. Y ahí la labor de Pou, tan inesperado con sus casi dos metros de altura para interpretar el papel, es primordial: plena de carisma y de profundidad, y sin un ápice de tentativa de imitación.. Más información. Lea aquí todas las críticas de cine. Por la película desfilan los cochazos de Jordi, hijo (una especie de Fredo Corleone con el que el padre nunca tuvo confianza); la amante de este, que chivó lo que sabía a la prensa; Miquel Roca, en una época en la que casi se convierte en ministro de Felipe González; Artur Mas y los inicios del procés; y las grabaciones de Villarejo, interpretado con sentido de la naturalidad por Antonio Dechent. Alta política y bajos instintos. La grandeza y la avaricia. El dios intocable, vanidoso, más allá del bien y del mal. Ahora bien, Parenostre puede ser una película interesante de ver y de analizar, pero en modo alguno es una buena película.. Parenostre. Dirección: Manuel Huerga.. Intérpretes: Josep Maria Pou, Carme Sansa, Pere Arquillué, David Selvas.. Género: político. España, 2025.. Duración: 96 minutos.. Estreno: 16 de abril.. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo. ¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?. Añadir usuarioContinuar leyendo aquí. Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.. ¿Por qué estás viendo esto?. Flecha. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.. Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.. ¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.. En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.. Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.. Sobre la firma. Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de ‘Hoy por hoy’, en la SER y de ‘Historia de nuestro cine’, en La2 de TVE. Autor de ‘De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos’. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.. Normas ›. Mis comentariosNormas. Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos. Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus.. Más información. Archivado En. Cultura. Crítica. Crítica cine. Opinión. Manuel Huerga. Josep Maria Pou. Jordi Pujol. Cine. Estrenos cine. Cine español. Cataluña. Políticos. Generalitat Cataluña. Actores. Películas. Si está interesado en licenciar este contenido, pinche aquí. _. Últimas noticias. 05:4505:4505:4505:45. Lo más visto
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