El pasado 18 de junio, en las Noches del Botánico de Madrid, el guitarrista Pepe Habichuela (José Antonio Carmona Carmona, Granada, 81 años) recibió un caluroso homenaje rodeado de familia, artistas y afición. A principios de agosto, sería el Festival del Cante de las Minas de La Unión el que lo reconociese con su Castillete de Oro y, ya a finales de ese mismo mes, el público del Festival Flamenco On Fire de Pamplona, del que es embajador, lo aclamaría como lo que es: una leyenda viva de este arte. Son tan solo unos de los últimos frutos de la cosecha de respeto y agradecimiento que el maestro y patriarca de la saga granadina de Los Habichuela viene recogiendo allá por donde va, en una larga secuencia que podría remontarse al año 2017, cuando, rodeado de artistas amigos y aficionados, celebró jubilosamente sus 60 años de guitarra flamenca con tres inolvidables noches en el Teatro Circo Price de Madrid. Un año después sería distinguido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.. Son muchas las razones —y todas justificadas— que explican esta ola de parabienes. La guitarra de Pepe Habichuela parte de las cuevas del Sacromonte granadino, donde se curtió desde pequeño. Siempre ha reconocido que de ahí viene la fuerza de su rasgueo, de tocar para bailar y de que se le oyera entre cante, palmas y taconeo. Aún adolescente y llamado por su hermano Juan, que ya estaba instalado en la capital, marchó a Madrid para trabajar en el tablao Torres Bermejas, el arranque de lo que habría de ser una larga y exitosa trayectoria profesional. También empezó a acompañar el cante en los discos de los mejores de ese tiempo: Juanito Valderrama, Fosforito, Fernanda y Bernarda, Pansequito… Ya llevaba casi medio centenar de grabaciones registradas (llegaría a acumular más de un centenar), cuando un joven Enrique Morente lo llamó para la preparación de dos obras que resultarían cruciales en la carrera de ambos y en la propia historia del flamenco contemporáneo: Homenaje a Don Antonio Chacón y Despegando, los dos del año 1977 y firmados por ambos artistas, algo inusual en la época.. El relato de aquella experiencia y aprendizaje, de sus tardes de cante, guitarra y café con galletas en casa de Encarna, la madre de Morente, constituye una impagable y extensa parte del libro Pepe Habichuela. Now or Never. Con Amparo Bengala y Josemi Carmona (El Flamenco Vive, 2025), que ha elaborado su amigo y compañero durante años, el escritor flamenco y productor discográfico, además de guitarrista, José Manuel Gamboa. Aquel empeño morentiano consumió meses y fue un ejercicio cómplice de “enrique-cimiento” mutuo, que diría el autor, con innegables e innovadores resultados en el cante y su acompañamiento a la guitarra.. La creación del sello Nuevos Medios (NM) de Mario Pacheco propició la primera grabación de Pepe Habichuela en guitarra de concierto, A Mandeli (1983). Curiosamente, y a pesar de su resistencia, inauguró la serie Los jóvenes flamencos, trascendental para la discográfica y para la nueva expresión flamenca, como la que constituyó el grupo Ketama, en el que militaron su hijo Josemi y sus sobrinos Juan y Antonio. Él fue puente entre generaciones y los componentes de la formación se lo agradecen en la contraportada del libro con un hermoso acróstico que también recoge los valores de su guitarra y de su persona.. Pacheco y el sello NM ocupan espacio propio en la biografía Now or Never, de la misma manera que lo tiene de forma obligada El Candela, el imprescindible bar-lugar de encuentro madrileño de Miguel Aguilera, en cuya renombrada cueva se dio cita toda la flamenquería de la capital desde mediados los ochenta. El libro es en buena parte un gran retablo del Madrid flamenco de la época, con el acostumbrado lujo en detalles documentales del autor y el añadido memorístico del guitarrista, ambos testigos y vividores de todo cuanto acontecía en el Foro. La obra recoge, asimismo, una gran cantidad de entrevistas o conversaciones, a veces corales —lo que obliga a usar tres colores distintos según el interlocutor (rojo para Pepe, verde para Amparo, su mujer, y azul para Josemi, su hijo)—, registradas a lo largo de años y transcritas de forma fidedigna. En ellas cabe un amplísimo —y, en ocasiones, hilarante—anecdotario.. A partir de su segunda grabación como solista, Canela en rama (NM, 1997), las grabaciones de Habichuela están producidas por su hijo Josemi Carmona y son un claro exponente de su disposición abierta a encuentros con otros músicos y otras músicas sin dejar de hacer la suya. En el 83 conoció y tocó con el trompetista precursor del free jazz Don Cherry— quien dijo que “la guitarra de Pepe suena como un árbol que llora”—. En la VII Bienal de Sevilla (1992), la experiencia fue con la banda del baterista también de jazz, Max Roach, y en 2010 registra Hands (Universal) junto al contrabajista inglés Dave Holland. Casi diez años antes había grabado el exitoso Yerbagüena (N.M. 2001) junto a la Bollywood Strings de la India.. Tanto en esos encuentros como en las innovaciones que aporta a su guitarra, ya sea de acompañamiento o solista, el toque de Pepe Habichuela ha permanecido en todo momento fiel a la raíz, sin perder la esencia y la razón flamencas, pero con la libertad que siempre ha defendido para su arte. “Toco como quiero, por tientos en acorde de minera o por soleá en el de granaína, pero lo importante es que suene a lo que estás tocando, a soleá, a granaína, aunque lo hagas en otro tono”, declara a Gamboa.. El análisis pormenorizado del toque del maestro ocupa espacio propio al final de un libro que incorpora múltiples y minuciosos anexos —dedicados a la discografía o a la genealogía de la saga Habichuela, entre otros—, una lujosa galería fotográfica de diversos autores, coordinada por Paco Manzano, y la siempre rigurosa documentación habitual en Gamboa. De la mano de Pepe Habichuela, una ilustrada crónica del flamenco de los últimos 65 años, de su reflejo en prensa y de la propia vida del artista.. Seguir leyendo
El escritor y productor José Manuel Gamboa repasa la trayectoria del guitarrista en una biografía que también es un retrato de la evolución del género en el último medio siglo
El pasado 18 de junio, en las Noches del Botánico de Madrid, el guitarrista Pepe Habichuela (José Antonio Carmona Carmona, Granada, 81 años) recibió un caluroso homenaje rodeado de familia, artistas y afición. A principios de agosto, sería el Festival del Cante de las Minas de La Unión el que lo reconociese con su Castillete de Oro y, ya a finales de ese mismo mes, el público del Festival Flamenco On Fire de Pamplona, del que es embajador, lo aclamaría como lo que es: una leyenda viva de este arte. Son tan solo unos de los últimos frutos de la cosecha de respeto y agradecimiento que el maestro y patriarca de la saga granadina de Los Habichuela viene recogiendo allá por donde va, en una larga secuencia que podría remontarse al año 2017, cuando, rodeado de artistas amigos y aficionados, celebró jubilosamente sus 60 años de guitarra flamenca con tres inolvidables noches en el Teatro Circo Price de Madrid. Un año después sería distinguido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.. Más información. Pepe Habichuela: “¿Sesenta años dando guitarrazos? ¡Qué rápidos han pasado!”. Son muchas las razones —y todas justificadas— que explican esta ola de parabienes. La guitarra de Pepe Habichuela parte de las cuevas del Sacromonte granadino, donde se curtió desde pequeño. Siempre ha reconocido que de ahí viene la fuerza de su rasgueo, de tocar para bailar y de que se le oyera entre cante, palmas y taconeo. Aún adolescente y llamado por su hermano Juan, que ya estaba instalado en la capital, marchó a Madrid para trabajar en el tablao Torres Bermejas, el arranque de lo que habría de ser una larga y exitosa trayectoria profesional. También empezó a acompañar el cante en los discos de los mejores de ese tiempo: Juanito Valderrama, Fosforito, Fernanda y Bernarda, Pansequito… Ya llevaba casi medio centenar de grabaciones registradas (llegaría a acumular más de un centenar), cuando un joven Enrique Morente lo llamó para la preparación de dos obras que resultarían cruciales en la carrera de ambos y en la propia historia del flamenco contemporáneo: Homenaje a Don Antonio Chacón y Despegando, los dos del año 1977 y firmados por ambos artistas, algo inusual en la época.. Retrato de familia: Carlos, Concha y Luis Habichuela (arriba); Juan y Pepe con Luisa Carmona (centro), la madre de todos ellos (abajo).Pepe Lamarca. El relato de aquella experiencia y aprendizaje, de sus tardes de cante, guitarra y café con galletas en casa de Encarna, la madre de Morente, constituye una impagable y extensa parte del libro Pepe Habichuela. Now or Never. Con Amparo Bengala y Josemi Carmona (El Flamenco Vive, 2025), que ha elaborado su amigo y compañero durante años, el escritor flamenco y productor discográfico, además de guitarrista, José Manuel Gamboa. Aquel empeño morentiano consumió meses y fue un ejercicio cómplice de “enrique-cimiento” mutuo, que diría el autor, con innegables e innovadores resultados en el cante y su acompañamiento a la guitarra.. La creación del sello Nuevos Medios (NM) de Mario Pacheco propició la primera grabación de Pepe Habichuela en guitarra de concierto, A Mandeli (1983). Curiosamente, y a pesar de su resistencia, inauguró la serie Los jóvenes flamencos, trascendental para la discográfica y para la nueva expresión flamenca, como la que constituyó el grupo Ketama, en el que militaron su hijo Josemi y sus sobrinos Juan y Antonio. Él fue puente entre generaciones y los componentes de la formación se lo agradecen en la contraportada del libro con un hermoso acróstico que también recoge los valores de su guitarra y de su persona.. Desde la izquierda, José Manuel Gamboa, el actor Nicolás Dueñas, Pepe Habichuela y Enrique Morente, en los camerinos del Teatro Albéniz de Madrid.Paco Manzano. Pacheco y el sello NM ocupan espacio propio en la biografía Now or Never, de la misma manera que lo tiene de forma obligada El Candela, el imprescindible bar-lugar de encuentro madrileño de Miguel Aguilera, en cuya renombrada cueva se dio cita toda la flamenquería de la capital desde mediados los ochenta. El libro es en buena parte un gran retablo del Madrid flamenco de la época, con el acostumbrado lujo en detalles documentales del autor y el añadido memorístico del guitarrista, ambos testigos y vividores de todo cuanto acontecía en el Foro. La obra recoge, asimismo, una gran cantidad de entrevistas o conversaciones, a veces corales —lo que obliga a usar tres colores distintos según el interlocutor (rojo para Pepe, verde para Amparo, su mujer, y azul para Josemi, su hijo)—, registradas a lo largo de años y transcritas de forma fidedigna. En ellas cabe un amplísimo —y, en ocasiones, hilarante—anecdotario.. A partir de su segunda grabación como solista, Canela en rama (NM, 1997), las grabaciones de Habichuela están producidas por su hijo Josemi Carmona y son un claro exponente de su disposición abierta a encuentros con otros músicos y otras músicas sin dejar de hacer la suya. En el 83 conoció y tocó con el trompetista precursor del free jazz Don Cherry— quien dijo que “la guitarra de Pepe suena como un árbol que llora”—. En la VII Bienal de Sevilla (1992), la experiencia fue con la banda del baterista también de jazz, Max Roach, y en 2010 registra Hands (Universal) junto al contrabajista inglés Dave Holland. Casi diez años antes había grabado el exitoso Yerbagüena (N.M. 2001) junto a la Bollywood Strings de la India.. Pepe Habichuela con el trompetista de jazz Don Cherry.Mario Pacheco. Tanto en esos encuentros como en las innovaciones que aporta a su guitarra, ya sea de acompañamiento o solista, el toque de Pepe Habichuela ha permanecido en todo momento fiel a la raíz, sin perder la esencia y la razón flamencas, pero con la libertad que siempre ha defendido para su arte. “Toco como quiero, por tientos en acorde de minera o por soleá en el de granaína, pero lo importante es que suene a lo que estás tocando, a soleá, a granaína, aunque lo hagas en otro tono”, declara a Gamboa.. El análisis pormenorizado del toque del maestro ocupa espacio propio al final de un libro que incorpora múltiples y minuciosos anexos —dedicados a la discografía o a la genealogía de la saga Habichuela, entre otros—, una lujosa galería fotográfica de diversos autores, coordinada por Paco Manzano, y la siempre rigurosa documentación habitual en Gamboa. De la mano de Pepe Habichuela, una ilustrada crónica del flamenco de los últimos 65 años, de su reflejo en prensa y de la propia vida del artista.
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