Experto en Derecho Internacional, el jurista y escritor ha analizado los juicios de Núremberg y participado en varios casos del tribunal de La Haya. Su último libro ‘Calle Londres 38’ (Anagrama) cierra su trilogía sobre los crímenes del nazismo Leer
Experto en Derecho Internacional, el jurista y escritor ha analizado los juicios de Núremberg y participado en varios casos del tribunal de La Haya. Su último libro ‘Calle Londres 38’ (Anagrama) cierra su trilogía sobre los crímenes del nazismo Leer
«Todos los caminos llevan a Núremberg», suele decir Philippe Sands (Londres, 1960), uno de los grandes especialistas europeos en Derecho Internacional. Profesor en el University College de Londres, Sands ha participado en algunos de los casos más importantes que se han juzgado en La Haya: el proceso de Croacia contra Serbia relacionado con los crímenes en Yugoslavia, el genocidio en Ruanda, la persecución de la minoría rohingya en Myanmar… Todos ellos empezaron con Núremberg, donde se sentaron las bases de los conceptos de genocidio (acuñado por el abogado judío Raphael Lemkin) y de crímenes contra la humanidad (desarrollado por Hersch Lauterpacht). En su ya canónico Calle Este-Oeste (2016), Sands analizó las consecuencias del Holocausto, iniciando una trilogía sobre las barbaries del nazismo que ahora cierra, casi 10 años después, con Calle Londres 38 (Anagrama, como todos sus libros), en el que traza un paralelismo entre el caso Pinochet y la fuga de un oficial de las SS a la Patagonia chilena.. ¿Qué queda hoy del legado de Núremberg?. Ochenta años después de Núremberg, la Corte Penal Internacional ha emitido órdenes de arresto contra el presidente de Rusia y el de Israel. Pero claramente hay un problema con la aplicación del derecho. ¿Está muerto el derecho internacional? No. Aunque vivimos un momento de retroceso y nos enfrentamos a grandes desafíos, con un contexto xenófobo y nacionalista que está causando muchos trastornos. Muchos Estados o líderes políticos no quieren someterse a las restricciones de las reglas internacionales. «El único lenguaje que todos tenemos en común es el del derecho internacional» es una frase de Aung San Suu Kyi, cuando declaró ante la corte por el caso de Gambia contra Myanmar. No me gustó mucho lo que dijo, pero esa frase es muy interesante. Ningún país considera que haya que eliminar las leyes.. Las ideas de Núremberg marcaron profundamente el siglo XX. ¿Pero sirven para el siglo XXI?. La mayoría de leyes internacionales funcionan muy bien todo el tiempo, silenciosamente, sin publicidad. Obviamente, las reglas creadas en 1945 necesitan ser revisadas y actualizadas. Hay situaciones absurdas. Por ejemplo, ¿por qué Francia y Reino Unido son miembros permanentes del Consejo de Seguridad? Ni India ni Sudáfrica ni Brasil lo son… La estructura institucional, francamente, no es adecuada para su propósito y necesita ser reestructurada. También hay áreas donde las leyes no son adecuadas: la Corte Penal Internacional no tiene capacidad para tratar los crímenes medioambientales. Y eso para las generaciones más jóvenes resulta indignante.. ¿Existe una brecha entre la definición legal y lo que el ciudadano común entiende de conceptos como genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra?. Totalmente. Hay tres crímenes internacionales y todos están al mismo nivel, no hay una jerarquía en el sistema legal. Ningún acto es más terrible sólo porque se llame genocidio. Pero con el tiempo el concepto de genocidio ha emergido en la conciencia colectiva como si fuera el crimen de los crímenes. El enfoque público es que la matanza de un gran número de personas siempre será un genocidio. Pero la Corte Internacional de Justicia restringe la definición a un número muy acotado de casos en los que hay una intención de destruir a un grupo en su totalidad o en parte.. Sudáfrica denunció a Israel por genocidio en Gaza en 2023. ¿Prosperará?. En relación con los mismos actos en Gaza, el fiscal de la Corte Penal Internacional eligió acusar a Netanyahu y a Gallant, su ministro de Defensa, por crímenes de guerra y contra la humanidad, no por genocidio. Tenemos que esperar y ver qué deciden las cortes.. En 2024 usted defendió la autodeterminación de Palestina y la sentencia de La Haya fue durísima: declaraba la ocupación de Israel ilegal desde 1967. A pesar del simbolismo de la resolución, ¿cuáles son los efectos prácticos?. Es una declaración autorizada de la ley y con el tiempo tendrá consecuencias. Algunos países, incluido España, están contentos con esa decisión. Otros como Estados Unidos y tal vez Reino Unido no están tan cómodos. No es que sea simbólica, es que ciertos países no la están aplicando de inmediato. Y son cosas que toman tiempo, a veces muchos, muchos años.. Suele decir que la justicia es un juego a largo plazo… ¿Pero cómo de largo?. Diría que, en términos de historia, 80 años es un tiempo muy corto. Cuando era un joven investigador en Cambridge, había un profesor de Historia Legal inglesa, Sir John Baker, que a veces me invitaba a almorzar y me preguntaba: ‘¿En qué estás trabajando?’. Yo le contaba y él decía: ‘Ah, sí. Tuvimos un problema como este en el derecho inglés en 1472. Y tomó 275 años resolverlo’.. ¿Entonces la Justicia Internacional está aún en pañales?. 1945 fue un momento absolutamente revolucionario. Creó un nuevo terreno de juego con un sistema basado en reglas internacionales. Reconoció derechos para los individuos, crímenes contra la humanidad y derechos humanos. Reconoció derechos para los grupos, el genocidio. Por primera vez en la historia humana, el derecho internacional estableció que los derechos del Estado, del presidente, del rey y la reina, del emperador, no son ilimitados. Y harán falta décadas, si no siglos, para que las consecuencias de eso se desarrollen.. En su último libro trata el caso Pinochet, también emblemático. Por primera vez un jefe de Estado era detenido en un país extranjero por orden de un tercer país, España. Pero acabó muriendo en su casa de Chile, sin ser juzgado…. Cuando murió estaba bajo arresto domiciliario, pendiente de varias acusaciones. No podía caminar por las calles de su ciudad. No es poca cosa… El caso Pinochet fue otro momento revolucionario en términos de justicia. En los dos fallos de la Cámara de los Lores británica, el primero estableció que Pinochet no tenía inmunidad. Fue un gran salto. El segundo fallo, en marzo de 1999, matizó que perdía la inmunidad sólo para una pequeña categoría de casos. Y creo que la segunda decisión es más sostenible. Estoy a favor de la evolución en lugar de la revolución, aunque algunas son necesarias en situaciones excepcionales, como 1945 o 1789 [Sands también tiene orígenes franceses]. Creo que ahora el sistema es frágil. Necesitamos protegerlo con desarrollos paulatinos en lugar de saltos gigantes.. En julio de 2024, la Corte Suprema de Estados Unidos ratificó la inmunidad total de Donald Trump, con seis votos contra tres. Los jueces contrarios advirtieron que se estaba creando un «rey por encima de la ley». ¿Cuál debería ser el límite de la inmunidad?. El fallo de la Corte Suprema es muy preocupante. Establece una presunción de inmunidad absoluta para cualquier acto oficial. ¿Incluye cualquier acto oficial la tortura, la desaparición o el genocidio? Tampoco han considerado que si un presidente estadounidense comete un crimen internacional y tiene inmunidad absoluta en su país, eso permite que tribunales de otras partes del mundo ejerzan la jurisdicción. Es lo que ocurrió con Pinochet. Desde 1945, vivimos en un mundo aún más interrelacionado y no se pueden excluir las consecuencias a nivel internacional. Paralelamente, la Corte Penal Internacional también ha arrestado al ex presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, acusado de crímenes de lesa humanidad en su guerra contra las drogas. Es un panorama muy desigual y genera confusión. Pero a pesar de los esfuerzos de algunos líderes para deshacerse de las reglas internacionales, no podrán.. ¿Ni Trump? Que tanto amenaza con abandonar la ONU como la OTAN…. No es capaz. Algunas acciones del presidente Trump reflejan una posición de debilidad, más que de fuerza. Estados Unidos es más débil hoy que hace cuatro meses. La confianza en el país ha caído, no se ve como un socio fiable. Diría que todos los caminos llevan a Núremberg. Pero los caminos desde Núremberg son largos y traicioneros. Y conducen a lugares que no podemos conocer con precisión.. Editorial Anagrama. 584 páginas. 22,70 euros. Puede comprarlo aquí
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