El escritor estadounidense, ganador del Pulitzer y el National Book Award, aborda en ‘Patio de recreo’ sus grandes temas como los peligros de la tecnología, los abusos del neocolonialismo y la destrucción de la naturaleza, desde la urgencia de un presente aterrador. «Ahora más que nunca, las novelas deben ser políticas» Leer
El escritor estadounidense, ganador del Pulitzer y el National Book Award, aborda en ‘Patio de recreo’ sus grandes temas como los peligros de la tecnología, los abusos del neocolonialismo y la destrucción de la naturaleza, desde la urgencia de un presente aterrador. «Ahora más que nunca, las novelas deben ser políticas» Leer
«Entre los 11 y los 16 años estaba absolutamente convencido de que iba a ser biólogo marino, pues pasaba mi tiempo libre haciendo snorkel y buceo en el Mar del Sur de China en estos arrecifes que eran como otro planeta para mí, como ir a Marte», explica el escritor Richard Powers (Evanston, Illinois, 1957) a La Lectura sonriente y nostálgico en la pantalla. Esa mudanza infantil de Chicago a Bangkok, capital de Tailandia, le dejó también una gran formación musical, un ávido amor por la lectura -«especialmente ensayos científicos y clásicos como la Ilíada y la Odisea»- y algo más importante que ha marcado su vida. «Pasé de los suburbios de Chicago, un mundo capitalista y completamente humano excepcionalista, fila tras fila tras fila de casas de ladrillo y cuidados jardines, a una cultura budista que basa su ontología en la reverencia al mundo no humano, a la naturaleza salvaje, a los animales. Eso me cambió la vida», comparte.. También lo dotó de un peculiar mundo literario, ámbito al que llegaría tras estudiar Física. La ciencia, en su sentido más amplio, es parte capital de sus novelas, en las que explora las implicaciones de la ingeniería genética, la física nuclear, la astrobiología, la industria química o la inteligencia artificial, campos siempre abordadas en función de cómo afectan a las personas y la naturaleza, como caminos hacia pasiones humanas mucho más antiguas e íntimas.. Traducción de Teresa Lanero. AdN. 480 páginas. 22,95 € Ebook: 10,49 €. Puedes comprarlo aquí.. Es el caso de su nueva novela, Patio de recreo (AdN), escrita con la sutil erudición y la belleza electrizante que son seña del autor, que aborda los abusos del neocolonialismo, la destrucción de la naturaleza y los peligros de la tecnología y del excepcionalismo humano a través de la historia de Makatea, una pequeña isla de la Polinesia francesa. «Tenía unos 20 años la primera vez que conocí la historia de las islas de fosfato del Pacífico. La más famosa es Nauru -país independiente desde 1968-, pero existen muchos otros lugares literalmente destruidos durante décadas, cuyo territorio fue arrancado, para extraer de ellos este mineral fundamental para crear fertilizantes. Me pareció la expresión perfecta del colonialismo y pensé que un buen novelista decimonónico como Joseph Conrad podría haber escrito una gran obra con esto, pero nunca me puse a ello», explica Powers.. Sin embargo, esta vieja idea resurgió en su cabeza varias décadas después, cuando se enteró de que el capitalista de riesgo, Peter Thiel, fundador de PayPal y primer gran inversor de Facebook, planeaba construir ciudades en mar abierto, en aguas internacionales para escapar del control de cualquier gobierno nacional. «Me pareció la fantasía americana perfecta, el culmen de esa idea delirante de muchos magnates de Silicon Valley de crear sus propias reglas. Así que cuando leí que en 2017, creo, había firmado un acuerdo con el gobierno de la Polinesia francesa para explorar el mar con este fin, uní ambas ideas», resume el escritor.. Así, en Patio de recreo confluyen la historias de Rafi e Ina, habitantes de la isla que deben votar junto al resto de los 80 y pocos lugareños sobre el plan para enviar ciudades flotantes y autónomas a mar abierto; de Todd Keane, un magnate tecnológico aquejado de una enfermedad degenerativa y mortal que trabaja en una idea para rediseñar los límites de la inmortalidad humana; y de Evelyne Beaulieu, una buceadora y oceanógrafa canadiense de 92 años que quiere terminar un libro sobre el océano que revolucionará la comprensión humana de la vida marina.. «El excepcionalismo que cree que la alienación es la licencia para tratar al resto del planeta viviente como si fuera sólo un recurso, es la que nos está llevando al borde del precipicio». Es este personaje el que condensa una de las grandes luchas de la novela, la ácida crítica al excepcionalismo humano, esa creencia de que los seres humanos tienen un estatus especial en la naturaleza, basado en sus capacidades únicas, que impera en nuestra cultura occidental. «Esta idea, cuyo origen se encuentra en el dogma bíblico ‘multiplicaos y dominad la Tierra’ y que el capitalismo ha hecho suya, de que somos los únicos seres pensantes, sintientes, e importantes, de que la alienación es la licencia para tratar al resto del planeta viviente como si fuera sólo un recurso, es la que nos está llevando al borde del precipicio», sostiene Powers.. «La ilusión de que hemos escapado de la naturaleza, de que podemos crear nuestras propias reglas y no dependemos nada, nos ha llevado a la catástrofe climática, la extinción de especies, la reducción de las poblaciones de peces de los océanos del mundo en un 90% y a un sistema agrícola que no es sostenible», insiste.. Y, como denuncia a través del personaje de Keane, a plantearnos, incluso redefinir los límites de la inmortalidad, un viejo sueño humano donde la tecnología adopta un papel siniestro. «Existe una peligrosa conexión entre la fantasía libertaria de la cultura de Silicon Valley y la fantasía triunfalista de las criaturas que están creando. Es decir, entre la idea de conectar el deseo de ser políticamente autónomo con el deseo que se ve en la cultura de la IA de ser biológicamente autónomo», razona Powers, quien abomina del término «singularidad», popularizado por el tecnólogo Ray Kurzweil, quien sostiene que si conseguimos suficiente control sobre el tiempo y el espacio a través de las máquinas podremos escapar de la muerte.. «Cuando vivía en Silicon Valley y enseñaba en la Universidad de Stanford -experiencia que narra en El clamor de los bosques (AdN, 2019)-, iba a cenar con los grandes ejecutivos de Google, Apple, Facebook, y todas estas empresas que crearon el presente. Y ellos me decían: ‘mantente vivo unos años más porque vamos a arreglar el defecto de diseño de la muerte’. Realmente lo creían», ironiza el escritor.. «Ver a un Nobel como Geoffrey Hinton advertir al mundo sobre el crecimiento sin freno de la IA debe darnos qué pensar. Máxime, cuando tenemos a Elon Musk en la Casa Blanca». Pero a su juicio, la tecnología no es la única culpable de este «delirio colectivo». «Los peligros potenciales de la tecnología y la idea de que tendrá siempre un precio están en el origen de nuestra civilización. Recordemos que para Sócrates ya la escritura era un problema, pues creía que nos iba a robar la memoria y los recuerdos, que haría que prestáramos más atención a las palabras de los muertos que a lo que dice la persona que tenemos delante. La escritura fue el primer paso para la inteligencia artificial», apunta.. Richard Powers en Londres en la gala del Premio Booker, del que fue finalista en 2024.TOLGA AKMEN. Sobre este tema el escritor habla con la autoridad que le confiere haber escrito ya en 1995 Galatea 2.2, una reescritura del mito de Pigmalión donde cuestionaba el aceleramiento del aprendizaje autónomo de las máquinas. «Hace 30 años pensé que estaba contando una fábula, pero ya es real. Estamos trayendo al mundo criaturas que no tienen antecedentes. Son como organismos biológicos, no se parecen a nada que haya existido jamás». El problema, opina, es pensar que estos entes nos librarán de todos los males. «Estamos forzando los límites, como asegura Geoffrey Hinton. Ver a un Premio Nobel, padre del aprendizaje profundo, advertir al mundo que este crecimiento sin freno de la IA plantea una crisis existencial debe darnos qué pensar. Máxime, cuando tenemos a Elon Musk en la Casa Blanca impulsando el aceleracionismo y diciendo: ‘asegurémonos de que no haya barreras de seguridad, de que nada se interponga en nuestro camino'», lamenta.. Ganador del National Book Award en 2006 por El eco de la memoria y del Pulitzer en 2019 por El clamor de los bosques, amén de ser dos veces finalista del Booker, en 2021 con Desconcierto y el año pasado con esta Patio de recreo, Powers confiesa sentir temor. «Es aterrador ver cómo los temas de este libro se trasladan al mundo real en lo que Trump representa. Su fantasía es la de la autonomía y el excepcionalismo humanos, pero con un poder inmenso. Si alguna vez hubo un momento en que la novela deba ser política y criticar estas ideas, es ahora», defiende.. «Vivir hoy en mí país es una pesadilla. Lo único que evita que sea un horror absoluto es la incredulidad. Me despierto por la mañana, leo las noticias y aunque mi respuesta debería ser la desesperación total y absoluta, todo es una comedia y una parodia tan grande que no puedo creer lo que está pasando», apunta con resignado humor. «Estados Unidos está doblando la apuesta, comprometiéndose exactamente con el pensamiento falaz de que podemos escapar de la responsabilidad de nuestros actos que el libro está criticando».. «Debemos desprendernos de la cultura que busca el beneficio de individual e idolatra el poder y el dinero como símbolos supremos. Recordar cuán complejo, hermoso, rico, diverso e interdependiente es el mundo viviente». Por eso, la tercera trama de Patio de recreo aborda un neocolonialismo donde el poder de la tecnología y la geopolítica se dan la mano. «La ideología de Silicon Valley ha tomado del colonialismo esa idea de que el mundo es un tablero de ajedrez gigante, pero se encuentra con un problema que no existía en el siglo XIX, la existencia de los derechos humanos y la independencia de muchos lugares. Algo que ha obviado dinamitando esos derechos humanos de un modo que nunca habríamos previsto hace unas décadas», denuncia con pesimismo. «Trump básicamente está diciendo que deberíamos volver a una jerarquía estable en la que los blancos estuvieran por encima de otras etnias, los hombres por encima de las mujeres, los estadounidenses por encima del resto del mundo, y en la que los seres humanos pudieran ejercer un dominio completo sobre el resto de la creación viviente», lamenta.. ¿Existe una alternativa? Para Powers, debemos «desprendernos de una cultura que busca el beneficio de individual e idolatra el poder y el dinero como supremos símbolos de este éxito», sostiene. «El futuro de la raza humana no está nada claro, es extremadamente precario y estamos perdiendo inmensas cantidades de valor, significado y riqueza cada día. Debemos recordar cuán complejo, hermoso, rico, diverso e interdependiente es el mundo viviente, cuánto significado hay más allá de lo humano. Tenemos que estar en el lado correcto de la batalla. Nuestras historias, tanto novelas como relatos colectivos sociales están cambiando. Ya no son triunfalistas ni están preocupados por nuestras pequeñas crisis privadas. Ese es el camino», concluye.
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