Si algo destaca en El último artefacto socialista, la magistral novela del croata, son sus personajes. Hay muchos, y todos cuentan en esta comedia negra sobre el capitalismo y la globalización Leer
Si algo destaca en El último artefacto socialista, la magistral novela del croata, son sus personajes. Hay muchos, y todos cuentan en esta comedia negra sobre el capitalismo y la globalización Leer
Según el manual sobre la globalización de Oleg y Nikola -dos primos que deambulan entre las ruinas físicas y psicológicas de la antigua Yugoslavia, pocos años después de la guerra-, «el capital viene, coge lo que necesita y se va». Animados por la secreta ambición de dar el pelotazo definitivo que les permita «concluir su carrera y retirarse», pondrán en práctica esta máxima en una anónima ciudad de provincias, llamada «N». Un lugar en decadencia (y sin cobertura, como indica el título original: zona sin señal), uno de tantos que vivieron de la industria pesada y de la economía planificada: «teníamos mercado mientras no había mercado… Ya saben, en el socialismo. Luego, cuando llegó el mercado, nosotros dejamos de tener mercado».. Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pitelek. Impedimenta. 432 pp. 25,95 € / Ebook: 12,99 €. Puedes comprarlo aquí.. Allí, los primos disfrazados de inversores quieren resucitar una antigua fábrica de turbinas para proveer al coronel de una dictadura norteafricana. El plan es simple: poner a trabajar a los antiguos operarios, cerrar la venta, cobrar y marcharse. ¿Qué podría salir mal? Todo. Al fin y al cabo, en los antiguos países socialistas «nadie planeaba ser un cretino en paro en el capitalismo».. Robert Perisic (Split, 1969) construye una comedia negra sobre el capitalismo y la globalización, un retrato caleidoscópico donde el tiempo parece haberse detenido y el futuro se resiste a tomar forma. La fábrica de turbinas (y sus trabajadores) funciona como metáfora de una vida obsoleta que gime agonizante. El fresco humano que traza Perisic deslumbra por su variedad y riqueza, y recuerda por momentos a la fanfarria de Las almas muertas. Aquí, el Chíchikov de Gógol se desdobla en dos embaucadores de poca monta cuyas artimañas terminan volviéndose en su contra.
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