Han pasado 30 años desde esa icónica escena: Meryl Streep, en el papel de Francesca en «Los puentes de Madison», se aferra al manillar de la puerta de la furgoneta donde su esposo la espera, debatiéndose entre abrirla y entregarse al amor apasionado que vivió en los últimos y más intensos cuatro días de su existencia con Clint Eastwood, quien interpreta a Robert en la película (y también la dirige), o permanecer en un matrimonio que es evidente que está agotado, monótono e insípido. ¿Y cuál es su función? Permanece. Miramos en el espejo retrovisor a un Clint muy triste, empapado por la lluvia, mientras su esposo dice cosas triviales al volver a subirse a la furgoneta, y a una Meryl completamente destrozada. Desde su estreno y a lo largo de estos treinta años, Los Puentes de Madison ha recibido todos los elogios imaginables. Apreciada, venerada, incontables veces vista, representa lo que significa una extraordinaria historia de amor, peculiar por su enfoque romántico en la filmografía del director… Sin embargo, seamos realistas: nadie pretendía que terminara en el coche, todas anhelábamos un desenlace diferente. Laura Ferrero lo describe de manera clara en su obra «Instrucciones para bajarse de una camioneta». La trama transcurre en 1965 (aunque la vimos en 1995) en una granja americana aislada. Francesca, una mujer dedicada al hogar que había tenido grandes sueños (fue docente antes de enamorarse de un soldado estadounidense en Italia después de la guerra y decidir abandonarlo todo por él), se encuentra sola en su hogar.
Han pasado 30 años desde esa icónica escena: Meryl Streep, en el papel de Francesca en «Los puentes de Madison», se aferra al manillar de la puerta de la furgoneta donde su esposo la espera, debatiéndose entre abrirla y entregarse al amor apasionado que vivió en los últimos y más intensos cuatro días de su existencia con Clint Eastwood, quien interpreta a Robert en la película (y también la dirige), o permanecer en un matrimonio que es evidente que está agotado, monótono e insípido. ¿Y cuál es su función? Permanece. Miramos en el espejo retrovisor a un Clint muy triste, empapado por la lluvia, mientras su esposo dice cosas triviales al volver a subirse a la furgoneta, y a una Meryl completamente destrozada. Desde su estreno y a lo largo de estos treinta años, Los Puentes de Madison ha recibido todos los elogios imaginables. Apreciada, venerada, incontables veces vista, representa lo que significa una extraordinaria historia de amor, peculiar por su enfoque romántico en la filmografía del director… Sin embargo, seamos realistas: nadie pretendía que terminara en el coche, todas anhelábamos un desenlace diferente. Laura Ferrero lo describe de manera excelente en «Instrucciones para bajarse de una camioneta.» La trama transcurre en 1965 (aunque la vimos en 1995) en una granja de Estados Unidos, apartada de la civilización.
Han pasado 30 años desde esa icónica escena: Meryl Streep, en el papel de Francesca en «Los puentes de Madison», se aferra al manillar de la puerta de la furgoneta donde su esposo la espera, debatiéndose entre abrirla y entregarse al amor apasionado que vivió en los últimos y más intensos cuatro días de su existencia con Clint Eastwood, quien interpreta a Robert en la película (y también la dirige), o permanecer en un matrimonio que es evidente que está agotado, monótono e insípido. ¿Y cuál es su función? Permanece. Miramos en el espejo retrovisor a un Clint muy triste, empapado por la lluvia, mientras su esposo dice cosas triviales al volver a subirse a la furgoneta, y a una Meryl completamente destrozada. Desde su estreno y a lo largo de estos treinta años, Los Puentes de Madison ha recibido todos los elogios imaginables. Apreciada, venerada, incontables veces vista, representa lo que significa una extraordinaria historia de amor, peculiar por su enfoque romántico en la filmografía del director… Sin embargo, seamos realistas: nadie pretendía que terminara en el coche, todas anhelábamos un desenlace diferente. Laura Ferrero lo describe de manera clara en su obra «Instrucciones para bajarse de una camioneta». La trama transcurre en 1965 (aunque la vimos en 1995) en una granja americana aislada. Francesca, una mujer dedicada al hogar que había tenido grandes sueños (fue docente antes de enamorarse de un soldado estadounidense en Italia después de la guerra y decidir abandonarlo todo por él), se encuentra sola en su hogar.
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