En ocasiones, reflexionar sobre el pasado puede resultar satisfactorio. De tal manera, se corre el riesgo de perder de vista el ahora. El caso de Tomás Graves, músico, impresor artesanal y superviviente de la bendición —que puede ser también una maldición— de nacer en un paraíso (en el pueblo de Deià, en la hermosa sierra de la Tramontana, Mallorca) es notable. Esto lo ilustra en su obra ‘Afinando al alba’ (Libros del Kultrum, 2025), una especie de autobiografía que retrata un tiempo y un mundo que, aunque recientemente existió, ya no está presente. Lo hace sin resentimiento y profundamente conectado al contexto actual. «Para mí era fundamental transmitir cómo se experimentaba la música y la cultura en ese entonces», reflexiona por teléfono el más joven de la familia Graves, desde su hogar en el campo de Mallorca. Fue en 1943, en Deià, en una amplia casa de campo típica de la época —aunque para algunos sea diferente—, rodeada de olivos, limoneros, higueras, algarrobos y viñas, así como de lagartijas, burros, ovejas, flores de hibisco y jazmín, donde Beryl Graves —de soltera Pritchard— dio a luz a Tomás con la asistencia de María, la comadrona del pueblo. Su padre ya era un reconocido literato. Para tener una idea clara: en su casa recibía la visita de personalidades como Borges, Agatha Christie, Kingsley Amis y su hijo Martin, quien más tarde se convertiría en un reconocido novelista y ensayista, o incluso de Ava Gardner. En su juventud, se unió al ejército británico para combatir en la Primera Guerra Mundial, experiencia que lo inspiró a escribir Adiós a todo eso, considerada una de las mejores novelas antibelicistas de la historia. Su padre le comentó a su amigo Alastair Reid que, tras vivir el horror de las trincheras y la Batalla del Somme —donde perecieron un millón de jóvenes y él resultó gravemente herido—, se sentía curiosamente afortunado, pues comprendía que nada en la vida podría igualar semejante terror. Posteriormente, la película Lawrence de Arabia de David Lean se inspiró en el libro de su padre, Lawrence y los árabes. En esa misma época, Bob Dylan siempre llevaba consigo una copia desgastada de su obra La diosa blanca, que aborda las civilizaciones matriarcales. Sin embargo, durante las cenas familiares, los Graves no se dedicaban a recitar poesía renacentista ni a invocar a diosas griegas. «Mi hogar no era un sitio de pensamientos profundos.» «Se discutía sobre diversos temas y siempre con un tono muy humorístico», enfatiza. De acuerdo con la descripción que proporciona su hijo, el patriarca Graves se caracterizaba por ser una persona muy práctica.
El descendiente del célebre autor Robert Graves narra en un libro su historia familiar y retrata una isla que aún no había sido invadida por el turismo.
En ocasiones, reflexionar sobre el pasado puede resultar satisfactorio. De tal manera, se corre el riesgo de perder de vista el ahora. El caso de Tomás Graves, músico, impresor artesanal y superviviente de la bendición —que puede ser también una maldición— de nacer en un paraíso (en el pueblo de Deià, en la hermosa sierra de la Tramontana, Mallorca) es notable. Esto lo ilustra en su obra ‘Afinando al alba’ (Libros del Kultrum, 2025), una especie de autobiografía que retrata un tiempo y un mundo que, aunque recientemente existió, ya no está presente. Lo hace sin resentimiento y profundamente conectado al contexto actual. «Para mí era fundamental transmitir cómo se experimentaba la música y la cultura en ese entonces», reflexiona por teléfono el más joven de la familia Graves, desde su hogar en el campo de Mallorca. Fue en 1943, en Deià, en una amplia casa de campo típica de la época —aunque para algunos sea diferente—, rodeada de olivos, limoneros, higueras, algarrobos y viñas, así como de lagartijas, burros, ovejas, flores de hibisco y jazmín, donde Beryl Graves —de soltera Pritchard— dio a luz a Tomás con la asistencia de María, la comadrona del pueblo. Su padre ya era un reconocido literato. Para tener una idea clara: en su casa recibía la visita de personalidades como Borges, Agatha Christie, Kingsley Amis y su hijo Martin, quien más tarde se convertiría en un reconocido novelista y ensayista, o incluso de Ava Gardner. En su juventud, se unió al ejército británico para combatir en la Primera Guerra Mundial, experiencia que lo inspiró a escribir Adiós a todo eso, considerada una de las mejores novelas antibelicistas de la historia. Su padre le comentó a su amigo Alastair Reid que, tras vivir el horror de las trincheras y la Batalla del Somme —donde perecieron un millón de jóvenes y él resultó gravemente herido—, se sentía curiosamente afortunado, pues comprendía que nada en la vida podría igualar semejante terror. Posteriormente, la película Lawrence de Arabia de David Lean se inspiró en el libro de su padre, Lawrence y los árabes. En esa misma época, Bob Dylan siempre llevaba consigo una copia desgastada de su obra La diosa blanca, que aborda las civilizaciones matriarcales. Sin embargo, durante las cenas familiares, los Graves no se dedicaban a recitar poesía renacentista ni a invocar a diosas griegas. «Mi hogar no era un sitio de pensamientos profundos.» «Se discutía sobre diversos temas y siempre con un tono muy humorístico», enfatiza. De acuerdo con la descripción que proporciona su hijo, el patriarca Graves se caracterizaba por ser una persona muy práctica.
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