En la ópera prima ‘La intrusa’, la escritora firma una divertida novela de aventuras que transcurre dentro del cuerpo de la protagonista Leer
En la ópera prima ‘La intrusa’, la escritora firma una divertida novela de aventuras que transcurre dentro del cuerpo de la protagonista Leer
Dejándose llevar por amigos, compañeros de trabajo y familiares, Diana, protagonista de La intrusa, primera novela de Irene Pujadas (Sant Just Desvern, 1990), accede a repararse: «la cosa iba de entrar dentro, trastear a ver qué no funciona y arreglarlo», según le dice la tía Roser, que es quien la lleva en taxi con su amigo Ximeno hasta la casa donde una vieja con «bata de lino y el pelo blanco recogido en un moño redondeado y sólido» le dé una única certeza: entrará por el ombligo. Luego le da a beber un líquido «que era dulce y le quemaba en la garganta».. Y así es como Diana entra dentro de sí misma para buscar «la sala de máquinas, el núcleo de todo esto o la persona al mando» para arreglar la «misteriosa alteración en tu forma de ser» que le detectan todos menos ella. La propuesta de Pujadas es una especie de burla por el modo de la interpretación literal del cuídate, conócete a ti mismo, trabaja, repárate. Entra en ti y descubre qué es lo que está mal y arréglalo. Pero llevado hasta el extremo palabra por palabra. El libro se publicó originalmente en catalán, la chispeante traducción es de Rubén Martín Giráldez.. Traducción de Rubén Martín Giráldez. Hurtado & Ortega. 168 páginas. 18 € Ebook: 10,99 €. Puedes comprarlo aquí.. La intrusa se lee como una novela de aventuras con misión cambiante: primero la reparación, después encontrar una salida para Diana. Y entre tanto, como sucede en las novelas de aventuras desde La Odisea, van sucediendo cosas que obstaculizan que el héroe logre su misión: detienen a Diana y Fidel y los encierran en un calabozo.. Mientras el tiempo corre -no sabemos cuánto, no lo sabe Diana, no lo sabe nadie-, Diana habla y habla sin parar, enumera «todos y cada uno de los barrios de la ciudad de Barcelona», explica cosas del mundo exterior y le vienen a la lengua conexiones inesperadas: «Muchos de los descubrimientos que cambiaron la historia fueron puramente accidentales: los rayos X, el vino de Porto, los pósit».. La intrusa es Diana dentro de sí misma, es una intrusa en su propio organismo, claro, que desconcierta a los que están allí dentro, la reconozcan o no. En su viaje por sus propias cavidades y estancias, Diana se hace acompañar de Fidel, inseparable ayudante que hace honor a su nombre y con el que forman una pareja que les guiña el ojo a Don Quijote y Sancho, Alicia y el conejo, Estragón y Vladimir. Los capítulos llevan títulos que anuncian y resumen la peripecia, al modo de las novelas primigenias, en un gesto de homenaje.. «La intrusa es una novela divertida, llena de hallazgos, que corre riesgos de los que sale airosa y no se parece a ninguna otra cosa». El libro juega también con la novela de viajes y descripciones de lugares exóticos, en los que aparecen criaturas singulares y suceden cosas extraordinarias, sólo que esos países que recorre están dentro de ella misma, un poco parafraseando a Paul Éluard cuando decía que hay otros mundos pero están en este, más exactamente, dentro de Diana.. Hay revoluciones, visitas a la «obra más que notable de la ingeniería de transportes»; a saber: el aparato circulatorio. Allí, Diana recuerda una frase de su abuela: «Dios lo ordena todo, menos los platos sucios y los juguetes», poco después ocurre lo de casi siempre: una intenta dar con el alma de las cosas o de sí misma y acaba en un bar.. La intrusa es una novela divertida, llena de hallazgos, que corre riesgos de los que sale airosa y, como los cuentos de Los desperfectos, no se parece a ninguna otra cosa. Irene Pujadas tiene una manera única de ver el mundo, y aunque quizá eso no sea un gran mérito en sí mismo, trasladarlo a la página con esa mezcla de ligereza e inteligencia con la que lo hace la escritora sí lo es.
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