El escritor publica ‘Las fuerzas contrarias’, un nuevo caso, ambientado en plena pandemia, de su pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, que cumple 30 años en plena forma. «El covid fue un espejismo, no nos ha hecho mejores» Leer
El escritor publica ‘Las fuerzas contrarias’, un nuevo caso, ambientado en plena pandemia, de su pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, que cumple 30 años en plena forma. «El covid fue un espejismo, no nos ha hecho mejores» Leer
Hace 30 años, en el lejano 1995, Lorenzo Silva (Madrid, 1966) era un abogado al que le picaba el gusanillo de la literatura pero no tenía claro qué escribir. Y, de pronto, surgió la revelación de escribir novelas policiacas con agentes de la Guardia Civil como protagonistas. «En aquel entonces trabajaba en una compañía que tenía como clientes a centrales nucleares, cuya seguridad, por el tipo de instalación, siempre han llevado guardias civiles, y tenía una visión de ellos distinta de la popular, más bien poco favorecedora», rememora el escritor desde el Puesto Principal de la Guardia Civil de Illescas (Toledo), uno de los lugares donde transcurre la acción de Las fuerzas contrarias (Destino), su nueva novela. «Fijándome bien, me di cuenta de que que la Guardia Civil se acompasó al Estado de Derecho, que entonces sólo tenía 17 años, más rápido que muchos otros estamentos de la Administración Pública Española»,. Fue entonces cuando Silva decidió escribir El lejano país de los estanques, publicada por Destino en 1998, primera de las 14 novelas protagonizadas por los guardias civiles más famosos de España, Bevilacqua y Chamorro, que ahora cumplen, por tanto, tres décadas. Autor de otras 25 novelas, muchas de ellas históricas, casi una veintena de ensayos y un buen grupo de novelas juveniles e infantiles [no en vano es el autor más representado en su editorial junto a Miguel Delibes], el escritor habla con cariño de sus personajes, «dos de los mejores amigos que me ha traído la vida. Son amigos imaginarios, pero han sido amigos imaginarios muy propicios y muy favorables para mi existencia y para el desarrollo de mi oficio como escritor. Sin ellos nunca habría estado en Irak o Afganistán, o patrullado por el Estrecho de Gibraltar, y en otras tantas historias que han cambiado, en buena medida, la visión que tenía de ciertas realidades relevantes, del mundo, del país en el que vivo y de los seres humanos», reflexiona.. En este sentido, y más en tierras manchegas [tan cerca de Esquivias, donde sigue en pie la casa real que inspiró a Cervantes la de su Quijote], Silva reivindica la estirpe cervantina de la Benemérita. «Desde el principio tenía en la cabeza escribir una historia de caballeros andantes del siglo XX, que ya ha pasado al siglo XXI, porque creo que hay algo de ese quijotismo y de esa andante caballería en la labor de los guardias civiles», asegura. «Y si alguien lo quiere constatar con más profundidad, no tiene más que leerse la Cartilla del guardia civil, que escribió el duque de Ahumada en 1845 y que dice, entre otras cosas, que el cuerpo sería ‘un pronóstico feliz para el afligido’. Si eso no es una divisa de caballero andante, no sé muy bien lo que es», añade sonriente el escritor.. En Las fuerzas contrarias Silva nos devuelve a los duros meses del confinamiento y a la incertidumbre que reinaba en todo el país centrando a sus personajes en la investigación de un asesinato que pronto se ve sucedido por otro. Pues en contra de lo que pudiera pensarse, el escritor plantea: «¿Qué mejor momento para cometer un crimen que cuando la muerte galopa desbocada por las calles? Abordar los delitos que ocurrieron durante el confinamiento también me sirven para hacer un poco de reflexión», apunta el autor.. «¿Qué mejor momento para cometer un crimen que el covid, cuando la muerte galopaba desbocada por las calles?». «Estos días leyendo las entrevistas a mi colega Ray Loriga vi que decía que la literatura no tenía por qué defender ni explorar valores, ni tratar sobre valores. Y estoy de acuerdo, pero creo, simultáneamente, que la literatura tampoco tiene ninguna obligación de ignorar los valores. Mis personajes, no sólo los que están del lado de la ley sino todos, tienen valores, porque creo que es difícil explicar una vida humana sin recurrir a ellos».. «Han pasado ya cinco años desde la pandemia, podemos verla con perspectiva y creo que quienes aspiramos a contar el mundo que nos rodea tenemos un cierto deber de afrontar esa narración y de constatar que hoy podemos decir con seguridad que el covid no nos ha hecho mejores», lamenta Silva.. El escritor Lorenzo Silva ayer en el Puesto de la Guardia Civil de Illescas, Toledo.CARLOS RUIZ. «Lo que reveló la pandemia fue que había una serie de costuras sociales que teníamos bastante mal zurcidas. Siempre me interesante recordar que hay un documento, la estrategia de Seguridad Nacional del Gobierno de España del año 2011, en el que se habla de la necesidad de tomar medidas, y tener recursos ante epidemias respiratorias. Y no había ni mascarillas», ironiza el escritor, que se pone contundente al asegurar que «siempre que pasa una calamidad en España se busca a un tonto al que colgarle el muerto para exonerarnos los demás. Pero debemos asumir que en este caso la sociedad española, como todas las sociedades europeas y mundiales, fracasamos ante esta amenaza, que aquí supuso un peaje de más de 120.000 vidas».. «Si extremáramos el rigor jurídico, todos los españoles, incluso los acusadores, tendríamos problemas con la justicia». No obstante, matiza con la ecuanimidad que le caracteriza que «aunque todo el mundo se vio desbordado, las responsabilidades en cada caso son puntuales. Si hablamos de los mayores y las residencias, los resultados son pavorosos en todas las Comunidades Autónomas, aunque haya algunas de las que se habla más», apunta con ironía. «Luego, hay comportamientos individuales y, como en la novela, hubo quien cruzó ciertas líneas que otros no, pero para eso hay diligencias judiciales. Yo no soy juez y creo que todo se debería investigar a fondo, pero ojo, y esto vale para todo en general: si extremáramos el rigor jurídico en España, incluso algunos que hacen de acusadores, tendrían problemas con la justicia», sentencia.. Volviendo a la novela, la evolución de estas tres décadas se deja notar en los protagonistas, pues cada entrega de Silva, por más que asegura que las opiniones y pensamientos de sus libros pertenecen sólo a sus personajes, trasciende el género negro para llegar a través de reflexiones maduras sobre la vida, la amistad, el amor, el paso del tiempo o las relaciones personales y familiares, a construir un colorido mosaico de la historia de España en estos 30 años.. Felizmente, aunque el tiempo pasa, el escritor asegura que estas tres décadas han sentado bien a sus protagonistas, por lo que de momento no se plantea una jubilación. «A Bevilacqua le quedan todavía 8 años, y a Chamorro unos cuántos más, y ese tiempo en la ficción da para muchas novelas». Historias que sigan retratando con pericia y valentía todas las caras de nuestro más convulso presente.
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