Silvia Abascal tiene la capacidad de meterse en cualquier papel que le propongan. Desde aquella Clara de Pepa y Pepe, que la llevó a convertirse en una estrella, hasta su último papel en la serie de Montecristo donde interpretaba a Mercedes Herrera. Hace un año y medio, Silvia Abascal terminó de rodar la serie que desde hace unas semanas se emite en La 1, Asuntos internos, donde la actriz es una madre pija, clasista, en plena Transición, que se encuentra cara a cara con lo peor que le puede pasar a una madre, una hija heroinómana por la que luchará hasta límites inimaginables. Una madre de la que esta noche se conocerá su final, pues RTVE ha decidido emitir lo dos últimos capítulos de la serie tras unos datos de audiencia que no han terminado de convencer. Las ficciones sufren en la parrilla de las televisiones generalistas, sobre todo por los horarios.. Seguir leyendo
Silvia Abascal es Ana, una madre que se enfrenta a la peor pesadilla, una hija heroinómana en la Transición. Asuntos internos, la serie que emite La 1 los miércoles y que esta noche llega a su final, no es sólo la historia de las primeras mujeres policía, es la historia de una época donde se luchó por algo más que la libertad
Silvia Abascal tiene la capacidad de meterse en cualquier papel que le propongan. Desde aquella Clara de Pepa y Pepe, que la llevó a convertirse en una estrella, hasta su último papel en la serie de Montecristo donde interpretaba a Mercedes Herrera. Hace un año y medio, Silvia Abascal terminó de rodar la serie que desde hace unas semanas se emite en La 1, Asuntos internos, donde la actriz es una madre pija, clasista, en plena Transición, que se encuentra cara a cara con lo peor que le puede pasar a una madre, una hija heroinómana por la que luchará hasta límites inimaginables. Una madre de la que esta noche se conocerá su final, pues RTVE ha decidido emitir lo dos últimos capítulos de la serie tras unos datos de audiencia que no han terminado de convencer. Las ficciones sufren en la parrilla de las televisiones generalistas, sobre todo por los horarios.. Ana Villacastín (Silvia Abascal) es una mujer de clase alta, creyente, conservadora y viuda, con una hija adolescente, Gema (Carla Campra), que desmonta todo el palacio de cristal en el que Ana vive. Su vida cambia tras la muerte de su marido. Sin apenas amigos, tiene continuos enfrentamientos con su hija, una joven moderna, hedonista, desinhibida… Encerrada en su propio dolor, no percibe que Gema cae en la heroína. Y cuando lo descubre, es demasiado tarde.. Porque Asuntos internos no es sólo la historia de las primeras mujeres policías, ni el funcionamiento de una comisaría en los primeros años de la Transición, ni tampoco los abusos policiales, es la historia de una época pocas veces contada en el lenguaje audiovisual. Y en esa época, además de todos los cambios políticos y sociales que se vivieron en España, también se vivió una pandemia de la que se habla sólo desde determinados puntos de vista, pero que arrastró a todos los estamentos de la sociedad: ricos, pobres, cultos, anafalbetos, trabajadores, aristócratas… Nadie escapó a las garras de la heroína.. Su irrupción arrasa en la serie a toda una generación de jóvenes y a sus familias. El barrio de Vallecas de Madrid es la localización principal en la que se ubica Asuntos internos y donde confluyen las historias de los protagonistas. Ambientada en interiores y exteriores naturales, cuenta una recreación precisa de viviendas, vehículos, indumentarias y decorados de finales de los 70 y principios de los 80.. «Ana, al fin y al cabo, no sabe en lo que se convierten los heroinómanos. Para ella son como zombies… Esas primeras mujeres que tenían a sus hijos trepando por una dosis, que las robaban, que acababan con la familia». «Yo tengo, en otra generación de mi familia, una mujer que pasó por dos hijos yonquis con la heroína, y ese referente lo he tenido muy en cuenta a la hora de interpretar a Ana», cuenta Silvia Abascal para explicar cómo preparó un papel en el que la evolución a través del sufrimiento y la valentía son claves. «Es que Ana, al fin y al cabo, no sabe en lo que se convierten los heroinómanos. Para ella son como zombies… Esas primeras mujeres que tenían a sus hijos trepando por una dosis y que las robaban, que acababan con la familia, incluso la violencia», relata Silvia Abascal.. Y todo ello en una época en la que se cuestionaron los pilares de la vida familiar, con reivindicaciones como el divorcio, aunque la mujer sigue soportando el peso del hogar y la crianza. Asuntos internos es un testigo de los cambios que llegaron también al ámbito laboral, donde las mujeres no lo tuvieron nada fácil. En esta ficción la comisaría sirve de escenario para mostrar el nuevo papel de la mujer en un entorno de hombres. Una sororidad, sensibilidad y transformación que también se vivió durante el rodaje.. ¿Cómo ha sido volver a grabar una serie y, además, con un papel como éste, el de una madre enfrentada a su hija que descubrirá el peor de los infiernos?. Este personaje empieza con la muerte de su marido. Recién viuda, con una relación con su hija adolescente muy complicada. Su hija empieza a ronear con las drogas, pero ella ni lo huele. Le van dando pistas, pero ella se niega a verlo. Se niega porque es algo que no pertenece a su condición social, que no lo vincula a la clase alta a la que pertenece hasta que no le queda otra y le llega la gran bofetada porque desconoce por completo lo que es la heroína, lo que produce, el mono, la necesidad.. Silvia Abascal, en una escena de Asuntos internos.RTVE. Es una serie que muestra una gran sororidad entre los personajes femeninos, pero sin que parezca intencionado, pues en aquella época la sororidad prácticamente ni estaba en el vocabulario.. No ha sido fácil, pero ha sido precioso, y yo siento que a lo largo de la historia siempre ha existido con más o menos facilidades, pero el núcleo de la mujer se asocia, se acompaña y se nutre las unas de las otras para empujarnos y salir a flote. En la serie hay mucha unión viniendo cada una de planetas muy diferentes, pero todas al final se identifican con un sufrimiento común o con una injusticia.. ¿Es importante recordar a través de la ficción?. A través de la ficción se puede contar todo, sea real o sea ficticio. Es una manera de mostrar mucha realidad, siendo muy veraz con cómo ha sido la realidad y otras veces imaginando. Ahora lo vemos mucho con la Policía, con los abusos en la Iglesia, con la corrupción. La ficción está para eso.. «Todavía me pongo nerviosa, pero son nervios positivos, no son nervios de bloqueo». ¿Qué es más complicado, interpretar un papel basado en hechos reales y que pasaron de verdad o un papel ficticio?. Es más complicado cuando a quien interpretas está vivo. Eso sí que me da mucho respeto porque sabes que esa persona va a ver tu trabajo. En el caso de Ana, es un personaje que existió, pero no con nombres y apellidos. ¿Cómo ha sido interpretar junto a Carla Campra escenas tan duras como las que viven en Asuntos internos?. No habíamos trabajado antes juntas y, la verdad, es que hemos tenido secuencias muy duras. Recuerdo una en la que ella llama a la puerta y yo la estoy esperando dentro de casa y el corazón me iba a mil por hora. Hasta los de sonido oían mis pulsaciones, pero es cierto que con María Togores y Samantha López Speranza (directoras de la serie) todo era más fácil. Ellas, dentro de que dos son directoras diferentes, han ido de la mano.. ¿Todavía te pones nerviosa al rodar una escena?. En este caso no era un nervio mío, de Silvia Abascal, sino de mi personaje, de Ana, como mamá. Pero sí que es cierto que al rodar o en el teatro todavía me pongo nerviosa, pero son nervios positivos, no son nervios de bloqueo. Nervios de qué ganas tengo de hacerlo ya.. ¿Cuál ha sido el mayor reto de Asuntos internos?. Pues adaptarme a esa educación que representa Ana, una educación que yo no practico. Ella tiene un lema que es o por las buenas o por las malas, y yo no. Y luego su evolución a lo largo de la serie. Empieza preocupándole el que dirán, las apariencias y acaba importándole sólo salvar a su hija cueste lo que cueste, tenga que pasar por los poblados que tenga que pasar. Y luego lo emocional. Ha habido secuencias que han sido un desgarre emocional y de las que no puedes hacer muchas tomas porque te destrozan.. ¿Te costaba desconectar cuando decían corten?. No, eso no, pero había secuencias tan duras emocionalmente que me quedaba completamente vacía y todavía quedaban por hacer otras seis secuencias más.. ¿Crees que hubiera sido diferente si en lugar de directoras hubieran sido directores?. Desde luego en manos de María y de Samantha, más que por ser mujeres por su humanidad y creatividad, ha sido increíble. No soy de generalizar y decir que un director hombre no hubiera conseguido esa sensibilidad porque hay directores masculinos que cuentan muy bien el universo femenino. Pero en este caso, con una historia de sororidad, en una época tan complicada para las mujeres, sí que favoreció porque empatizábamos y nos uníamos. Es muy emocionante y muy generoso.
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