La cocinera que acaba de ganar el Premio Pulitzer con su primera novela gráfica sobre la historia de su familia china advierte: «El paralelismo entre Donald Trump y Mao en China es aterrador» Leer
La cocinera que acaba de ganar el Premio Pulitzer con su primera novela gráfica sobre la historia de su familia china advierte: «El paralelismo entre Donald Trump y Mao en China es aterrador» Leer
Cuando a Tessa Hulls (California, 1984) le agradecemos que nos haya dedicado unos minutos de su tiempo para una entrevista por videoconferencia, teniendo en cuenta que acaba de ganar un Pulitzer, ella misma le quita importancia. «Hoy sólo estoy limpiando la cocina», dice a modo de despedida. La cocinera en el Capitolio de Alaska -ubicado en la capital del estado, Juneau- explica que la legislatura ha llegado a su fin y el volumen de trabajo se reduce. No como el día que le anunciaron que su primer libro (y último, advierte) la había lanzado en volandas al podio de la creación literaria en Estados Unidos. El día que supo que había ganado un Pulitzer, estaba preparando bocadillos de manera frenética para servir a los representantes y senadores de Alaska.. «Fue la experiencia más extraña de mi vida», rememora la también artista plástica, para admitir que «fue una sorpresa total». Para ella y para todo el mundo, pues nadie imaginó que su colosal novela gráficaAlimentar a los fantasmas (Reservoir Books) se iba a hacer con el Pulitzer como ya hiciera en 1992 Art Spiegelman. Su Maus se convirtió entonces en el primer cómic en alzarse con el galardón, gracias a su particular retrato del Holocausto a través de los ojos de ratones y gatos.. Traducción de Juan Naranjo. Reservoir Books. 400 páginas. 32,90 € Ebook: 15,99 €. Puedes comprarlo aquí.. El cómic de Tessa Hulls es el segundo que logra un Pulitzer, y en la misma categoría que Spiegelman: la de obra autobiográfica que, en este caso, aborda el drama de tres generaciones de mujeres marcadas por el yugo de la China comunista. Diez años de trabajo que han dejado a Hulls exhausta, pero curada de todas las heridas que los fantasmas familiares habían impedido cerrar.. Ella misma reconoce que pasó «30 años huyendo del libro»: «Quería enterrar el pasado». Pero dicen que el pasado siempre vuelve. Y el suyo no se iba. Como dejó escrito la novelista Toni Morrison, «el agua tiene una memoria perfecta y siempre trata de volver adonde estaba».. La abuela Sun Yi es el origen de todo. El porqué lo explica Hulls en su libro: «Crecí en un hogar asfixiado por fantasmas. Mi abuela Sun Yi era el centro de una oscuridad que se sentía, pero que nunca se nombraba. Mi familia se estructuró en los contornos de este espacio en negativo».. De niña, Hulls sólo sabía que su abuela era china y que de joven había sido una famosa periodista perseguida por los comunistas y con unas memorias superventas. Hasta que un día perdió la cabeza. El cómic nace por un motivo: «No sabía cómo conciliar la historia del pasado de mi abuela con el espectro de cuarenta kilos que pululaba por nuestra casa con un pantalón de chándal gris del Costco», escribe Hulls. El resto de los días los pasaba sentada frente a un escritorio escribiendo siempre las mismas historias del pasado.. El trauma de Sun Yi pasó a formar parte de la herencia familiar. El duelo se transmitió a su hija Rose, que a su vez trató de inculcarlo a su hija Tessa. «Para amarme, yo tenía que estar rota. Y, para que yo estuviera rota, ella tenía que romperme», explica Hulls sobre el inevitable lazo que le ataba a una madre criada en una cultura diferente a la suya. «Hay algo tan cercano, tierno y a la vez desgarrador en la intimidad de una relación entre una madre y una hija que las complejidades del trauma y la incapacidad de saber cómo amar de manera sana lo complican todo aún más. El núcleo del conflicto estaba ahí. La decepción de mi madre con la cultura estadounidense me dio la perspectiva que tengo. Por eso, en el libro plasmo mi rol de la eterna forastera que soy por culpa de mi familia, pero también por la virtud de tener un abuelo suizo desconocido».. Entenderlo obliga a dar marcha atrás. En 1949, Sun Yi conoció a un diplomático suizo mientras trabajaba en Shanghai como periodista. Un año después, él la dejó embarazada y, a continuación, desapareció. Sun Yi se convirtió en madre soltera de una niña mestiza y bastarda, Rose. Por si fuera poco, pasó a estar en el foco del gobierno comunista, que la persiguió y vigiló durante ocho años. Al fin y al cabo, «un rostro mestizo era un ‘recuerdo del imperialismo’, era la prueba del amorío traidor de Sun Yi. La propia existencia de mi madre era el ejemplo de una culpa y ponía en peligro a todos los que la rodeaban».. Fue así como, en 1957, la joven Sun Yi y la pequeña Rose decidieron escapar a Hong Kong escondidas en la bodega de un pesquero. Gracias a las ventas de su libro, Sun Yi pudo matricular a su hija en un internado de élite. El dinero y un padre blanco le abrieron a Rose las puertas del mejor colegio de Hong Kong… y del inglés, el salvoconducto que años después permitiría a la familia el inicio de una nueva vida en Estados Unidos. Pero el trauma seguía ahí.. Dolía tanto que Hulls supo que no podía hacer otra cosa que enfrentarse a esos fantasmas. «El libro empieza con una pregunta muy íntima: ‘¿Qué destrozó a mi familia?’. Esta pregunta me llevó a ser consciente de cómo el tiempo hace añicos muchos vínculos, de cómo la mente destrozada de mi abuela era el reflejo de lo fracturado que estaba su país y de cómo nuestros tres corazones rotos sangraban por la misma costura».. Volver al pasado obligó a Hulls y a su madre a regresar a China, a desandar el camino de ida y a hacer frente al choque cultural. El libro es ese viaje en el tiempo y, al mismo tiempo, entre culturas. La autora es consciente de que, en Estados Unidos, su madre sentía su país de origen como un «miembro fantasma». Para ella, lo chino «era el ideal platónico» y lo americano, «algo repugnante que tuviera que tragarse a la fuerza».. ¿Cuál es entonces la identidad de una niña norteamericana que crece siendo consciente de la decepción de su madre china? «Siempre me he sentido más cómoda entre categorías», responde Hulls. «He construido una vida que nunca he visto reflejada en otro lugar, viviendo en distintos sitios y a menudo haciéndolo sola en una bicicleta durante meses. Para mí, estar en movimiento y en circunstancias en las que simplemente intento comprender las historias de los demás, estar entre culturas y razas, siempre ha sido lo más cercano a mi hogar. Esa es la razón por la que me convertí en artista y periodista».. Hulls se ve a sí misma como una vaquera, una auténtica cowgirl, y así se proyecta en las viñetas. «Cuando empecé el libro, sabía que iba a tener que abordar el choque entre la cultura estadounidense y la china. Así que pensé: ‘¿Cuál es la síntesis del mito cultural?’ En Estados Unidos es, sin duda, el vaquero. Esta figura representa el mito del individuo aislado que no necesita a nadie ni rinde cuentas ante nadie».. De joven, cuenta Hulls, se sentía «como un vaquero» porque no sabía cómo asumir la magnitud de lo que le debía a su legado familiar. «Por ello, simplemente renegaba de él diciendo que no era mi problema», dice. Como en un western en el que el vaquero huye al atardecer montado en su caballo, en busca de su libertad. «El libro es esencialmente la historia de cómo me deshice de mi personaje de vaquera, de cómo aprendí a destruir ese mito». La elección del formato cómic le pareció la única lógica teniendo en cuenta el enredo que había que desentrañar. «La historia de mi familia es demasiado densa y compleja como para explicarla sólo con palabras».. «El libro me costó todo lo que tenía y más, porque es la historia de la que he huido toda mi vida», confiesa Hulls. La viñeta sirve también a Hulls para encuadrar, por ejemplo, las tácticas comunistas para hacerse con el control de la verdad. Para invertir el orden de los hechos con ayuda de la prensa. Si primero pasa algo de verdad, y luego los periódicos escriben sobre ello, la nueva realidad imponía lo contrario: «Primero, los periódicos escriben sobre ello, después algo pasa de verdad».. De ahí que la escritora advierta: «El hecho de haber dedicado tanto tiempo a estudiar los años de la llegada de Mao al poder en China me permite ver los paralelismos con el mundo de hoy. El paralelismo entre lo que hace la Administración de Trump y lo que hizo Mao en China es aterrador». Para Hulls, que está convencida de que su libro se prohibirá en China, «la negación de la ciencia, la eliminación de los datos o el silenciamiento de los periodistas forma parte del manual de un régimen autoritario».. Su madre Rose nunca entendió Estados Unidos. «Yo sí, pero me rompe el corazón», afirma Hulls. «Ya no vivimos en el mismo mundo que hace unos meses».. Hoy es su madre la que padece demencia avanzada tras un derrame cerebral. Perdió el hilo final del libro, pero Hulls sostiene que Rose está «encantada y emocionadísima» por el premio. «Le he dado el mayor regalo que podía recibir: ella cree que yo ya voy a estar a salvo, que es todo lo que siempre ha deseado».. Y, en cierto modo, es verdad. Tessa Hulls dice haber sanado definitivamente. «El libro me costó todo lo que tenía y más, porque es la historia de la que he huido toda mi vida. Nunca volveré a escribir un libro porque no me quedan heridas».
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