El Derecho es una trabajosa discusión sobre el bien común, más que una maquinaria que factura sentencias y que, en sus barrios malos, ejecuta las órdenes del Ejecutivo Leer
El Derecho es una trabajosa discusión sobre el bien común, más que una maquinaria que factura sentencias y que, en sus barrios malos, ejecuta las órdenes del Ejecutivo Leer
Dejad escriba sobre dos libros, porque en ellos la realidad parece más comprensible que en las personas. Uno: Calle Londres 38, de Philippe Sands (Anagrama) narra la detención de Augusto Pinochet en Londres, en 1998, y la frustración de su juicio en la Audiencia Nacional por delitos de genocidio, terrorismo y torturas. El libro también incluye una historia paralela, la búsqueda de un oficial de las SS de currículo atroz que se refugió en Chile y que quizá, sólo quizá, participó en la represión de 1971. De confirmarse ese «quizá», existirá una conexión biográfica y no sólo simbólica entre el III Reich y la dictadura de Pinochet, pero eso habrá que demostrarlo. La indagación funciona bien como contrapunto narrativo, pero lo mejor de Calle Londres 38 es lo que tiene de ensayo de Derecho.. En resumen: el Derecho que retrata Sands es una trabajosa discusión sobre el bien común, más que una maquinaria que factura sentencias y que, en sus barrios malos, ejecuta las órdenes del Ejecutivo. Los juristas tratan de casar argumentos que parecen incompatibles y buscan una forma de justicia que sea algo más que el castigo de un dictador odioso. Sands participó en las vistas de 1998. Trabajó para convencer a los jueces de que la solicitud de extradición de España era justa y correcta. De modo que perdió. Ahora, explica por qué perdió, sin minimizar los crímenes de Pinochet pero sin renunciar a la distancia ni al interés intelectual por los argumentos del otro lado. «No pudo ser, ojala hubiese sido, quizá ocurrió pronto», parece decir Sands. «Cometimos algún error pero también tuvimos aciertos». La discusión sobre la impunidad avanzó y ocurrió algo inesperado: Pinochet perdió su áura.Al poco, se supo en Chile que el general tenía una fortuna escondida en b. Esa grieta fue más dolorosa para sus partidarios que un juicio en España a un anciano disfrazado de víctima.. Dos: hay otro libro que se llama Alguien debe matarlos, de Patricia Evangelista (Reservoir Books), y que tiene algo que ver con Calle Londres 38 porque también trata de la impunidad y de la represión. Evangelista escribe sobre las políticas hiperpunitivas de Rodrigo Duterte, el presidente de Filipinas en el periodo 2016-2022. Sus gobiernos emprendieron en esos años una «guerra contra la droga» brutal y corrupta, probablemente más cruel que la dictadura chilena y, desde luego, mucho menos conocida para los lectores españoles. Sin embargo, el libro de Evangelista es peor que el de Sands. Es peor, ya me duele decirlo, porque hay demasiado periodismo en él, demasiadas páginas escritas como si fueran solos de guitarra en un blues. No ignoro que, comparados con la carrera heroica de Evangelista en nuestro oficio común, somos todos pigmeos, pero, por eso mismo, sus tics me pesan. Porque los reconozco.. Tres: mi amigo J. es profesor de Mercantil. Hablamos por teléfono. Yo quiero contarle de Calle Londres 38 y preguntarle por el Derecho en el Reino Unido pero él me interrumpe. Dice que odia los papers que tiene que leer porque son presuntuosos y porque describen obviedades como si fuesen grandes hallazgos científicos. Bueno: lo pensaré la próxima vez que me acuerde de eso del demasiado periodismo.
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