«Hay cosas que no cambian. La gente es gilipollas, da igual cuando leas esto. Qué triste. Menos mal que son minoría». Este es el mensaje con el que anoche la cuenta oficial de La Revuelta en X (antes Twitter) compartió el vídeo de LalaChus en el que la colaboradora dijo basta. «La gente es gilipollas», quédese con esto.. Seguir leyendo
Hace unos meses, cuando RTVE eligió a LalaChus y a David Broncano para presentar las Campanadas, las redes sociales atacaron sin piedad a la cómica y humorista. La gordofobia y los insultos fueron de tal calibre que abrieron un encendido debate que LalaChus cortó de la mejor manera posible, con humor. Ahora, ha vuelto a ocurrir
«Hay cosas que no cambian. La gente es gilipollas, da igual cuando leas esto. Qué triste. Menos mal que son minoría». Este es el mensaje con el que anoche la cuenta oficial de La Revuelta en X (antes Twitter) compartió el vídeo de LalaChus en el que la colaboradora dijo basta. «La gente es gilipollas», quédese con esto.. Desde que La Revuelta llegase a La 1 y LalaChus se ha convertido en una de las colaboradoras más queridas, pero también más criticadas. Y no porque lo haga mal, o porque la líe por algún comentario o porque diga lo que algunos (generalmente esos «gilipollas») no quieren escuchar sino porque LalaChus está gorda. Ella lo sabe, es la primera que lo sabe y no hace falta que venga nadie a recordárselo. La historia aquí es qué tendrá que ver el físico de LalaChus para que te guste lo que hace o te deje de gustar; qué tendrá que ver su sobrepeso con su capacidad para hacer lo que se le da bien; qué tendrán que ver las churras con las merinas.. El insulto en las redes sociales (y fuera de ellas) sale gratis. El anonimato en las redes sociales da un súper poder que es el de esconderse detrás de una X para poder soltar todo el odio, el rechazo y la mala hostia. Cada vez es más habitual ver a tuiteros decir adiós a X, hartos de la toxicidad que se respira. Las redes sociales son en muchos casos la bandeja en la que se sirve un ambiente irrespensable, el lugar donde descargar la ira, el sitio donde atacar sin piedad…. Si eres azul porque eres azul; si eres rojo porque eres rojo; si escribes o dices lo que al otro no le gusta, ¡zas!; si tú físico no entra dentro de los canones de la belleza, ¡zas!; si no eres de su agrado, ¡zas! En resumen, ¡zas!, ¡zas!, ¡zas!, ¡zas! Y ¡zas! es lo que lleva recibiendo LalaChus desde el pasado mes de septiembre.. Cuando RTVE anunció que David Broncano y LalaChus iban a ser los presentadores de las Campanadas 2024, las críticas no fueron a parar al presentador de La Revuelta -más allá de las de siempre-, sino que se las llevó todas la humorista. Fue tal ataque de odio, de insultos, de gordofobia, de ira que frente a las decenas de miles que la ponían a parir por su físico, con comentarios que de ir dirigidos a otra persona, tal vez, el daño hubiera sido mucho peor -piense en una niña de 13 o 16 años-, otros tantos salieron en defensa de LalaChus abriéndose un melón que, probablemente, se tendría que haber abierto hace mucho tiempo.. La primera en defenderse, en dar un golpe en la mesa, en poner los puntos sobre las ies, fue la propia LalaChus, su «basta ya» se escuchó hasta en Sebastopol, pero de nada sirvió. Llegaron las Campanadas, llegaron las denuncias, llegó la vaquilla del Sagrado Corazón de Jesús y, de nuevo, el físico de LalaChus se convirtió en la mejor arma. Ella dice que lo que la digan, le entra por un oído y le sale por el otro, que es feliz, que está consiguiendo cumplir todos sus sueños, pero… pero se mire por dónde se mire tener a esos decenas de miles atacándote por estar gorda te chafa la fiesta.. Muy pronto LalaChus cumplirá otro de sus sueños, presentar El Grand Prix junto a Ramón García y Ángela Fernández. Fue el propio presentador el que acudió a La Revuelta y le hizo la oferta con toda la solemnidad que se merecía. LalaChus, obviamente, no dudó ni medio segundo en decir que sí, pues la colaboradora ha dejado sobradamente demostrado que es una ferviente seguidora del programa. Tan ferviente que hasta le costó una denuncia.. Pues bien, desde que RTVE comenzase con las promos de El Grand Prix, el odio ha regresado. Tal vez, no con tanto ruido como cuando las Campanadas, pues al final, tanto va el cántaro a la fuente que el cántaro se rompe, pero sí lo suficiente como para que LalaChus haya tenido que volver a decir «basta».. Como ya hiciera la otra vez, utilizó el altavoz que es La Revuelta para prácticamente mandar a freír espárragos a los que de nuevo usan su gordura para machacarla. Mira, si la machacaran porque no lo hace bien, porque no encaja en El Grand Prix, porque es una mala humorista, incluso, porque no les gusta su humor, pues hay que joderse y aguantarse, de hecho, seguramente, se jodería y se aguantaría, pero lo de la gordofobia es un temita que… pues que no. Luego, esos mismos que arremeten contra LalaChus por su sobrepeso son a los que se les llena la boca con la salud mental, con el vive y deja vivir, con lo políticamente correcto. ¿Alguno de ellos está pensando en lo que suponen ataques como estos no sólo para la persona sino también para el resto?. Consciente LalaChus de esto último, y con la capacidad y la valentía de responder dando hostias como panes, pero con una sonrisa en la cara, LalaChus anoche volvió a contestar. Debe ser agotador tener que estar así cada vez que despuntas un poquitín, realmente, agotador.. Anoche en La Revuelta, LalaChus dedicó su sección a hacer un repaso de todo lo que había vivido en el programa durante esta temporada. Obviamente, uno de esos momentos fueron las Campanadas y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, LalaChus volvió a dar un golpe en la mesa. La cómica brotó y lo hizo con toda la razón del mundo. Ojalá brotáramos todos cada vez que ocurren estas cosas, pero ya es algo que el personaje en cuestión sea el que diga ‘hasta aquí hemos llegado que me tenéis hasta más allá de Orión’.. «¿Te acuerdas cuando pasó lo de las Campanadas que mucha gente estaba preocupada por si se caía el balcón?», le lanzó a David Broncano. «Pues está volviendo a pasar ahora cuando ha salido que voy a estar en El Grand Prix», continuó.. «Dicen que por fin vuelve la vaquilla», reveló LalaChus. «Virgen santa. ¡Qué pesados! Vaya chapa todo el año», interrumpió David Broncano. Mirando a cámara y ya si ningún chiste de por medio, LalaChus se dirigió a los que no saben meterse con ella nada más que por su físico: «Yo sólo os digo una cosa amores, si tú estás un poquito enfadado con la vida, te vas, le pides un abrazo a alguien, que lo que necesitas es un poquito de amor, te das un paseo, te tomas un tinto de verano y… ¡Dejas ya de dar la turra y la chapa a la gente que solo quiere trabajar y ser feliz, por favor!».. LalaChus se llevó una sonora ovación del público, pues hay que tenerlos muy bien puestos (los ovarios) para, no sólo contestar, sino, de nuevo, volver a enfrentarse a quien sabes que no necesitan demasiada gasolina para prender todo un bosque. Tal vez, la solución sea que el bosque lo prendan quienes reciben los insultos. El callarse no sirve de nada porque no hay freno ni control, igual ha llegado el momento de que los silencios se acaben. Por cada insulto por el físico, un zasca como una catedral de grande, pues seguramente el que odia e insulta tiene mucho más por lo que criticarle que lo que tiene a quien él critica.. «Hasta aquí me tenéis. ¿Queréis dejarnos trabajar?», gritó Lalachus poniéndose en pie y llevándose las manos al pelo en un gesto de ‘me tenéis hasta el último pelo del cogote’. LalaChus volvió a demostrar que no se achanta, que la puedn llamar «vaquilla», «gorda», decir que se va a caer el balcón o que va a hundir el plató de El Grand Prix, que va a contestar.. La clave, aunque parezca extraño, la dio Grison: «Las redes sociales son un asco». Sí, lo dijo en tono jocoso, pero no le falta razón. El aire en las redes sociales es irrespirable desde hace tiempo, y lo peor no es lo que le puedan decir a LalaChus, que también, sino que ese aire irresperable lo respiren quien no tiene ni la capacidad ni la valentía para defenderse, quien no sabe cómo defenderse todavía, quien no entiende que quien se mete con el físico de una persona es «un gilipollas».
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