La alexitimia, según la Real Academia Española, es una condición que se caracteriza por la incapacidad de identificar y expresar emociones propias y ajenas. Es decir, es la enfermedad que padecen las personas que no pueden sentir. Elmer (Álvaro Rico) es una de esas personas. Tras sufrir un accidente de coche de pequeño, su cerebro dejó de identificar las emociones. ¿Don o desgracia? Según se mire o, mejor dicho, según lo que diga la madre de Elmer, la China Jurado (Cecilia Suárez), que en la desdicha encontró el mejor arma para alcanzar sus sueños. Elmer era perfecto para matar, pues no sentía culpa, ni ira, ni nada de nada. Un hijo al que poder manipular para realizar asesinatos por encargo. Elmer mata a malas personas (maltratadores, asesinos, criminales…), la China Jurado cobra por ello y, entre medias, un premiado y espectacular jardín abonado con los cadáveres de sus víctimas.. Seguir leyendo
El jardinero es la historia de Elmer y de su controladora madre, la China Jurado. Es la historia de un hombre que no puede sentir, de una madre que utiliza es don o desgracia para alcanzar sus objetivos, y de como el amor, sin saber que es amor, lo puede cambiar todo
La alexitimia, según la Real Academia Española, es una condición que se caracteriza por la incapacidad de identificar y expresar emociones propias y ajenas. Es decir, es la enfermedad que padecen las personas que no pueden sentir. Elmer (Álvaro Rico) es una de esas personas. Tras sufrir un accidente de coche de pequeño, su cerebro dejó de identificar las emociones. ¿Don o desgracia? Según se mire o, mejor dicho, según lo que diga la madre de Elmer, la China Jurado (Cecilia Suárez), que en la desdicha encontró el mejor arma para alcanzar sus sueños. Elmer era perfecto para matar, pues no sentía culpa, ni ira, ni nada de nada. Un hijo al que poder manipular para realizar asesinatos por encargo. Elmer mata a malas personas (maltratadores, asesinos, criminales…), la China Jurado cobra por ello y, entre medias, un premiado y espectacular jardín abonado con los cadáveres de sus víctimas.. Todo era perfecto en el mundo de esa madre, pero ¿y si todo cambia de la noche a la mañana?¿Y si Elmer comienza de nuevo a sentir? Todo su mundo se acaba desmontando. ¿Puede un hijo perdonar todo a una madre?, preguntamos a los protagonistas de la nueva serie de Netflix, que en tan solo cuatro días ya es la más vista en España y que, además, ha descolocado por completo a los espectadores con un guion en el que se mezcla el thriller, pero también lo más complicado de visibilizar, los sentimientos y las encrucijadas de elegir entre el bien y el mal.. «Esas relaciones», arranca Cecilia Suárez, la única de los tres protagonistas que es madre e hija, «son tan particulares y dependen tanto del set de valores que cada relación tenga construidos…». Para la actriz mexicana no hay un catálogo escrito sobre cómo deben ser las relaciones padres hijos, como tampoco lo hay sobre cómo ser una buena madre. «Seguramente habrá incluso madres que no le perdonen todo a los hijos y es una presunción sobre la maternidad, como las miles de presunciones que hay sobre qué es ser madre y cómo debe de ser una buena madre. Hay como un catálogo, y eso tampoco es realista».. Los tres actores protagonistas de El jardinero: Catalina Sopelana, Álvaro Rico y Cecilia Suárez.NETFLIX. ¿Es una buena madre la que convierte a su hijo en asesino para lograr el dinero suficiente con el que volver a México? ¿Es una buena madre la que no respeta las elecciones de su hijo porque para ella no son las mejores? ¿Es una buena madre la que siente celos, el síndrome del nido vacío cuando su hijo quiere volar? ¿Es una buena madre la que entregaría todo, incluso su alma, por su vástago? El jardinero provoca todas estas preguntas, pero añade aún más: ¿el fin justifica los medios? Es decir, ¿se debe hacer el mal para hacer el bien?. Y aquí se enreda todo, se ‘descompone’ todo. «La pregunta que me parece pertinente en este caso es cómo se construye el concepto del bien y del mal, más que si esto está bien o esto está mal», nos corrige Suárez. A lo que se refiere la actriz es a cómo el ser humano entiende esos dos conceptos y «cómo esos dos conceptos pueden variar dependiendo de la persona y de los valores que tiene esa persona, o de cómo es la circunstancia de cada cual», explica.. Para Álvaro Rico y la tercera pata de esta historia, Catalina Sopelana, que en la serie da vida a Violeta, la profesora de guardería a la que Elmer tiene que matar, pero de la que se enamora, hablar del bien y del mal es un «gran debate» del que «no existe una respuesta clara». «Y, tal vez, el no tener una respuesta clara es la mejor respuesta».. Ninguno se quiere mojar porque si algo tiene El jardinero es que lleva al espectador a no poder elegir entre qué es lo mejor y qué es lo peor. Ni siquiera cuando Elmer vuelve a sentir, al enamorarse de Violeta, uno puede asegurar a ciencia cierta que el amor lo cura todo y lo salva todo, pues por amor también se cometen locuras, y Elmer, que nunca ha sabido lo que es ese sentimiento de amar, se encontrará perdido en un mundo donde las emociones son las que le ha explicado su madre. Un mundo donde aprendió a matar sin sentir, donde aprendió a fingir las reacciones que provoca cada sentimiento, donde el único amor que conoció es el de una madre de la que tampoco está claro si ama de verdad a Elmer o ama lo que hace especial a Elmer.. «Lo que voy a decir va en contra de la idea de que el sentir es lo que te hace estar vivo, pero cuando no siente hay cierto sosiego, cierta paz y tranquilidad». Álvaro Rico, actor. «Cuando me ponía en la piel de Elmer estaba como en un juego. O sea que me imaginaba cómo sería vivir sin sentimientos ni emociones y, de hecho, de alguna manera he indagado en cómo sería no sentir que es un poco lo que hemos puesto en carne y hueso en Elmer», afirma Rico. «Y he de reconocer que esto también es una cosa que me hizo pensar. Lo que voy a decir va en contra un poco de alguna manera de lo que ha dicho Cata sobre que el sentir es lo que te hace estar vivo. Cuando dejas de sentir hay cierto sosiego. Hay cierta relajación», confiesa. De nuevo, la dicotomía a la que transporta El jardinero y a la que también se han enfrentando sus actores.. De hecho, para Suárez este debate sobre sentir o no sentir es «muy pertinente» teniendo en cuenta los tiempos que corren: «Cuando vemos el estado de las cosas alrededor del mundo piensas por qué todo lo que estamos atestiguando está en manos de gente que no siente empatía por el otro. Y en ese sentido me parece que la pregunta que hace la serie sacada del contexto preciso de la serie, pero que se presta también a ello, es preguntarnos eso. La importancia de las emociones, más allá del tránsito de nuestra vida propia, es también generar un entorno mucho más armónico, mucho más dulce para todos como colectivo».. ¿Y el amor? Pues en realidad, El jardinero es una historia de amor contada sin amor o con demasiado amor, pues cada uno de los protagonistas vive el amor de una manera distinta. Elmer es el amor más puro y más desbordante, el que descubre por primera vez, pero ya con raciocinio y consciente de él, no como la mayoría de los mortales que prácticamente ninguno recordemos cuando sentimos por primera vez amor. Está el amor de la China Jurado, un amor egoísta, posesivo, maternal, protector. Y está el amor de Violeta, el amor del miedo, de la inseguridad, del sufrimiento.. Álvaro Rico y Catalina Sopelana, en una escena de El Jardinero.NETFLIX. «No todos los tipos de amores pueden con todo», asegura Sopelana. Para ella «está genial que no sea así», pero cree con convencimiento que «hay un tipo de amor muy bonito que no sólo es romántico, que sí que puede con casi todo y sana bastante». El actor coincide con su compañero, pero le resuena mal eso de que el amor puede todo, pues para él «hay que tener cuidado con esa afirmación»: «Sí, creo que el amor entendido como como las ganas o el querer construir y arreglar es muchas veces la única manera de salir del atolladero en el que te hayas metido».. El jardinero lanza muchas preguntas y muchos debates sobre el sentir y la existencia de la vida. Como sus protagonistas, cada espectador tendrá sus propias respuestas, pero ninguna será fácil de responder.
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