Durante muchos días, periodistas, haters y seguidores esperaban con ansia que en alguna de las decenas de entrevistas que Juan del Val ha dado por ganar el Premio Planeta, este entrara al trapo. El haberse convertido en el ganador del premio de literatura de mayor valor económico en España (un millón de euros) generó una tsunami de críticas incluso antes de que se hiciera oficial su nombre. Sin embargo, Juan del Val se guardaba su turno de respuesta para el día que se sentase en El Hormiguero. Sabe generar la expectación adecuada.. Seguir leyendo
Prometieron Juan del Val y Pablo Motos que su primera entrevista en El Hormiguero tras ganar el Premio Planeta iba a ser «salvaje». Tal vez, «salvaje» no era la palabra mejor elegida. La entrevista de anoche fue en realidad un desquite, el de un Juan del Val que tenía ganas de hablar y el de un Pablo Motos al que le han tocado a una de las personas que más quiere
Durante muchos días, periodistas, haters y seguidores esperaban con ansia que en alguna de las decenas de entrevistas que Juan del Val ha dado por ganar el Premio Planeta, este entrara al trapo. El haberse convertido en el ganador del premio de literatura de mayor valor económico en España (un millón de euros) generó una tsunami de críticas incluso antes de que se hiciera oficial su nombre. Sin embargo, Juan del Val se guardaba su turno de respuesta para el día que se sentase en El Hormiguero. Sabe generar la expectación adecuada.. Prometieron la semana pasada, cuando se anunció que se sentaría en El Hormiguero, que iba a ser una entrevista «salvaje» y en la cabeza de la mayoría nos dibujamos, tal vez, a un Juan del Val echando espumarajos por la boca y soltando hostias a diestro y siniestro. Es la imagen que él es consciente pueden tener muchas personas de él. Sin embargo, «salvaje» no es la mejor palabra para describir lo que se vivió anoche en El Hormiguero. Fue más bien un desquite, una entrevista «sin frenos» en la que tanto el Premio Planeta como Pablo Motos soltaron todo lo que llevan callando durante estas semanas, pero con una premisa: iba a haber hostias como panes, pero ninguna iba a dejar sangre sobre el ring.. Juan del Val es demasiado listo para caer en la trampa. No iba a soltar espumarajos ni iba a ser poseído por el espíritu del castigador. Él quería dar hostias con eso que Anthony Hopkins le decía a Antonio Banderas en El Zorro, con chairm.. Juan del Val aprovechó el jugar en casa para mostrarse sin ningún tipo de escudo protector más que el de su gran amigo. Porque sí, Pablo Motos también lleva todas estas semanas callando. Le han tocado a una de las personas que más quiere, a uno de sus mayores apoyos, a un amigo de los de verdad. Le tocaron, hablando mal y pronto, las pelotas, y había llegado el momento de descargar.. Con la novela ganadora del Premio Planeta, Vera, una historia de amor, ya publicada, había llegado el momento de hablar. «¿Vamos a hablar de todo?», le preguntó nada más arrancar Pablo Motos. «Vamos a hablar de lo que tú quieras. Tengo ganas de hablar. Yo estoy muy feliz por todo lo que ha sucedido. Ganar este premio me ha hecho muy feliz y feliz a mucha gente que quiero. Lo demás es secundario», respondió Juan del Val.. Porque, en realidad, todas las críticas que ha recibido —que no han sido pocas— a Juan del Val le dan exactamente igual. Hay muy pocas cosas de todas las que se han dicho o escrito en estas dos últimas semanas que pudieran arrebatarle o removerle esa felicidad. Solo cuando esas críticas tocaron a los que él quiere, es cuando Juan del Val notó un atisbo de tristeza, pero «me duró poco».. Juan del Val te puede caer mal, bien, regular o, simplemente, ni caerte. Lo mismo que su novela te puede gustar o la puedes aborrecer. El problema es que durante estas dos semanas la novela ni siquiera estaba a la venta. Esto ha sido la mejor arma para defenderse de esa avalancha de críticas de los que Pablo Motos llamó «mediocres» y «envidiosos». Frente a estos, Juan del Val, cero respeto.. De hecho, el inicio de la entrevista sorprendió. Podían haber empezado a saco e ir al grano, pero Pablo Motos prefirió que los espectadores conocieran al otro Juan del Val, al Juan del Val que con 17 años y tras el mayor fracaso de su vida se tuvo que poner a trabajar en una obra. Aquel primer día de trabajo, Juan del Val acabó hundido en una zanja llena literalmente de mierda, sin ropa, con dos botas prestadas del pie izquierdo y con una pregunta que aún hoy sigue regurgitando en su cabeza: «¿Qué he hecho yo para estar aquí?». La frase de Pablo Motos tras contar aquel primer día de trabajo es la mejor descripción de qué ha supuesto para Juan del Val recibir el Premio Planeta y por qué nadie le va a poder robar su felicidad: «Estabas en la mierda y ahora estás hablando del Premio Planeta».. Juan del Val lleva desde el año 2009 acudiendo a la entrega del Premio Planeta. Cada vez que ha estado allí en su cabeza siempre había el mismo pensamiento: «¿Me podría pasar a mí?». Y luego va y le pasa a él. «Es un acontecimiento y yo lo vivo como una especie de milagro», confesó. «Es un acontecimiento que me pase eso, es un acontecimiento estar aquí esta noche, y vivir esa sensación es precioso. Aquella noche no estaba nervioso, pero sí tenía mucha emoción porque mis amigos, mi familia y, por supuesto, mis padres iban a ser felices. Esto me genera mucha emoción porque lo han podido vivir. Mi padre tiene 90 años y mi madre 85, y que hayan podido vivir este momento tan bonito me emocionaba mucho», explicó Del Val.. De hecho, el Premio Planeta, pese al cabreo de Nuria Roca, está ya en casa de sus padres. «¿Es para compensar al joven ingobernable y cabronazo que fuiste?», le lanzó Pablo Motos justo antes de irse al bloque de publicidad. «Lo primero que me dijo mi madre al día siguiente fue ‘con lo que hemos pasado tú y yo'». Poco más haría falta decir. Que Juan del Val fue un rebelde lo ha contado en otras muchas entrevistas, pero pocas veces se ha sabido por qué. Anoche era el momento; anoche iba sin frenos.. «No fui conflictivo, fácil en absoluto», arrancó el escritor. «Lo que determinó todo fue un fracaso académico estrepitoso en una familia en la que eso era tremendamente importante. Fuimos de una familia humilde, mis abuelos eran republicanos y, a partir de ahí, mis padres evolucionaron a través de los estudios. Era la manera en la que podían cambiar su posición. Era como su salvación. Tengo 11 primos hermanos y todos son ingenieros, y yo no fui universitario. Ese fracaso a mí me creó una herida que no sabía solucionar y se la trasladé a mis padres. Mi fracaso pensaba que era su fracaso. Eso me marcó hasta un punto que salí, y salí mal», relató Juan del Val.. Hubo «años de sufrimiento» desde los 14 hasta los 18 y hubo cinco años de terapia de psicoanálisis con un psiquiatra para superarlo. «La principal cosa que aprendí es a no huir de mí mismo. Y sigo sin saber hacerlo. No poder ser víctima, no echarle la culpa a los demás de cualquier cosa que me sucede, buscar siempre la explicación. Y hay veces que es duro», explicó. Una vez conocido el Juan del Val «cabronazo», llegaba la hora de entrar al barro. El momento del salvaje Oeste, el momento de responder. Si espera un combate a muerte, no siga leyendo.. Primero: «La gente que me conoce se alegra de verdad y eso me da pistas de que algunas cosas sí las hago bien». Se refería el colaborador de El Hormiguero a la noche que le entregaron el Premio Planeta y cómo en el backstage del programa «la gente se puso a gritar como si se estuviera celebrando una Champions», desveló Pablo Motos. Dice Juan del Val que en la vida uno puede elegir ser buena persona o ser un hijo de puta. Para saber qué has elegido solo hace falta una prueba: si te dejan entrar en una sala donde hay seis o siete personas, «estás haciendo las cosas bien». Si no te dejan entrar y te rechazan, «estás haciendo las cosas mal». Aquella celebración en El Hormiguero es esa sala. «Intento entregarme a las cosas y a las personas de una forma honesta y sé que la alegría que ellos sienten es real», afirmó muy emocionado.. Segundo: las críticas «de la gente que no me conoce eran muy previsibles». Para Juan del Val estaban (y están) las críticas «que me llevo yo por mí mismo porque yo soy crítico con el poder y puede que transmita cierta virulencia».. Sin embargo, «creo que me llevo las mías, me llevo las de trabajar en El Hormiguero, parte de las tuyas (las de Pablo Motos), y me llevo las que corresponden a algo que tiene que ver con una guerra de grupos editoriales».. De todas, por cierto —las ha leído todas—, solo la mañana del lunes después de recibir el Premio Planeta, le inundaron de tristeza hasta el punto de no querer salir de casa. «Llamé a un amigo mío y estaba desolado por lo que me estaban diciendo. Luego llamé a otro, e igual. Entiendo que yo soy responsable de lo que hago, y sigo, pero ver a la gente de mi entorno realmente jodida me dejó fatal. No quería salir de casa. También es verdad que me duró poco. Salí a la calle y entonces ves a la gente de verdad y recibes un cariño fantástico. Hice el trabajo de consolar a mis amigos», explicó.. Juan del Val, anoche en El Hormiguero.ATRESMEDIA. Pero Pablo Motos quería saber cómo le sentaron aquellas que aseguraban que le habían dado el Premio Planeta porque sale en televisión. Y aquí sí salió el Juan del Val sin freno: «El 60% de las críticas fueron porque trabajo en Atresmedia». Y aquí Pablo Motos se plantó: «No, no trabajas para Atresmedia, trabajas para 7yAcción (la productora de Pablo Motos y Jorge Salvador)».. «Todos los presentadores tienen un contrato de cadena. Yo no lo tengo, así que me podría ir mañana a Telecinco, que no va a ocurrir, o a RTVE, que tampoco. No van a darme un premio por tener un contrato que no tengo», sentenció. Oye, razón no le falta, pero seamos realistas: no es mentira decir que Juan del Val es de la casa.. «La gente se suma a una corriente porque cree que es la correcta. Y no veas qué nivel hay en las redes», continuó el colaborador de El Hormiguero cuando Pablo Motos puso sobre la mesa los nombres de escritores que habían ganado el Premio Planeta (y otros muchos premios) y también salían en televisión (Camilo José Cela, Paco Umbral, Antonio Gala…). «Cuidado, porque tanto odio puede llegar a hundir a una persona», advirtió entonces Juan del Val. «Es algo tan injusto el reírse y mofarse de una persona. Esa es una corriente a la que se suman las redes sociales y los medios, y hunden a personas. Yo estoy en una situación privilegiada, pero hay gente que no». Más razón que un santo.. Un privilegiado porque «no me permito ser débil». «Parece una virtud, pero no lo es. El no poderte caer… Me refiero a sentir que verdaderamente te pueden tumbar. Soy un luchador, pero me encantaría aflojar», remató el escritor.. Hablaron los últimos cinco minutos de la novela, de las escenas de sexo, de las críticas —o la crítica— que dice que «la novela es tan mala que se va a vender». «¡Menuda gilipollez!», sentenciaron casi al unísono presentador y entrevistado. Y fue Pablo Motos el que acabó poniendo la guinda del pastel. A los amigos, ni tocarlos: «Yo no soy lector de novelas, pero las de Juan me enganchan. Cometí un error este verano. Me fui muy lejos y se tardaba mucho en llegar. Me salvó la vida leer tu novela (Juan del Val se la dio de los primeros). Me hizo llorar en un avión. Una de las cosas más difíciles es ser original, y tú lo eres». De «salvaje», nada.
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