Situada poco a poco en el Olimpo del público y la crítica estadounidenses, la escritora explora en ‘Audición’ las tensiones entre identidad y realidad y la complejidad de la palabra y las relaciones humanas. «No todas las relaciones perduran, ni deberían hacerlo» Leer
Situada poco a poco en el Olimpo del público y la crítica estadounidenses, la escritora explora en ‘Audición’ las tensiones entre identidad y realidad y la complejidad de la palabra y las relaciones humanas. «No todas las relaciones perduran, ni deberían hacerlo» Leer
Una mujer madura sin nombre y un atractivo joven llamado Xavier quedan a comer en un restaurante. ¿Son amantes, familia? ¿Su relación es laboral, de amistad? La incomodidad y la tensión van in crescendo, auspiciadas por las miradas juzgadoras del resto de clientes, hasta que ella decide irse de forma precipitada. Esta desconcertante escena es la espoleta que pone en marcha Audición (Sexto Piso), la nueva novela de la escritora estadounidense de origen japonés Katie Kitamura (Sacramento, 1979), efusivamente esperada y celebrada por la crítica anglosajona y candidata a premios y listas de lo mejor del año como lo fue su anterior Intimidades, finalista del National Book Award y del PEN/Faulkner.. Con esta novela y con la más antigua, Una separación, se forma, explica la escritora, un tríptico relacionado por la reflexión sobre el lenguaje «Me interesa explorar personajes que no hablan con sus propias palabras, que sirven de canal para el lenguaje de otras personas». Por eso sus protagonistas, siempre mujeres sin nombre que atraviesan una crisis vital son traductoras, intérpretes o, como ahora, actrices.. «Existe una continuidad natural entre el trabajo de interpretación y el de actuación. Solemos decir, no de forma casual, que un actor interpreta un papel. El lenguaje transforma a las personas, nos moldea el idioma que hablamos, a menudo sin darnos cuenta. Pero también soy muy consciente de cómo las personas transforman el lenguaje. Es algo muy mutable. Su significado cambia y evoluciona constantemente y ser escritor es interactuar con esa mutabilidad», reflexiona la escritora, que confiesa: «La página es el único lugar donde me siento completamente libre. Escribiendo es donde me libero de restricciones y obligaciones, donde entro un terreno estimulante».. Traducción de Ismael Attrache. 184 páginas. 19,90 € Ebook: 12,99 €. Puedes comprarlo aquí.. Pero además de seguir indagando en el lenguaje, en su nueva obra va más allá. Poco a poco sabemos más. La narradora es, como decimos, una reconocida actriz que se prepara para un papel estelar, la actuación de su vida, en una obra de teatro. El joven, aspirante a dramaturgo, se acerca a ella afirmando ser su hijo. A medida que se desarrolla la historia, la verdad de su enredo se vuelve cada vez más difícil de discernir para el lector: ¿es él un mentiroso, un fantasioso o ella está loca?. «La idea se me ocurrió en 2010, cuando vi un titular en alguna parte que decía: «Un desconocido me dijo que era mi hijo». No hice clic, porque tuve la fuerte sensación de que en esa historia había algo en términos de ficción, una posible novela que escribir», recuerda. «Me resultó interesante por la idea de que en un sólo momento, en un solo encuentro, todo lo que entiendes sobre ti mismo, sobre tu posición en el mundo, podría cambiar radicalmente, algo que he intentado explorar en otras obras mías».. En efecto, esta improbable revelación sacude la vida de la protagonista y los cimientos de su matrimonio con Tomas, un reputado ensayista y crítico de arte, y la lleva incluso a replantearse su profesión y su éxito. Y de pronto, cuando el lector está ya familiarizándose con la historia, a mitad de la novela se abre una brecha radical -que obviamente no desvelaremos- que desmiente todo lo narrado, cuestionando lo que esa primera mitad había establecido, aunque fuera de forma tenue y descolocando quien la lee. Sólo cabe decir que la relación entre los tres protagonistas, Xavier, Tomas y la narradora cambia totalmente.. «Algunas de las experiencias más universales, como el amor, el matrimonio o la paternidad, contienen contradicciones irreconciliables». «Con esta estructura esperaba representar directa y formalmente la división en la vida y la psique del personaje. Todos llevamos vidas que, en cierto modo, son inconmensurables. Algunas de las experiencias más universales que tenemos, como el amor, el matrimonio o la paternidad, contienen elementos irreconciliables, y esas contradicciones son la base de la novela», explica Kitamura, ciertamente divertida por poner en tensión al lector. «Me entusiasman especialmente los libros que me involucran plenamente, que me convierten en una participante activa. La lectura que disfruto es la que me revela algo sobre mí misma y confío en mis lectores, por lo que espero que se acerquen al libro de esta manera».. Desde este punto, Audición se vuelve una historia inquietante y psicológicamente profunda que reflexiona con estilo sobrio y absorbente temas como la naturaleza de la identidad y la construcción de la individualidad planteando con insistencia preguntas sobre todo aquello que más damos por sentado. Cuando nos sentimos más a gusto, más seguros, más nosotros mismos, ¿estamos en realidad atrapados en roles predeterminados, pronunciando diálogos trillados y malinterpretando las señales de los demás? «¿Qué es una familia», se pregunta la narradora, «sino una ilusión compartida, una construcción?». O como plantea el libro: ¿qué sucede cuando las personas abandonan sus papeles y deciden reescribir el guion?. «Creo que actuamos con más frecuencia de lo que creemos, que, en el fondo, todos somos actores que vivimos constantemente interpretando un papel. Pero no creo para nada que esto sea algo negativo», sostiene Kitamura. «Aprendemos mucho sobre cómo existir en el mundo a través de la actuación. Cuando observas a un niño, lo ves interpretando papeles: un maestro, una madre, un camarero… Lo que están haciendo es aprender lo que significa ser una persona en el mundo. Es más evidente en los niños, pero creo que también es cierto para los adultos: nos encontramos a nosotros mismos a través de la actuación».. Katie Kitamura, en la pasada Feria del Libro de Madrid, su primera vez en España.IRENE MEDINA. Una idea, ese tópico barroco del gran teatro del mundo, que es más evidente en esta sociedad marcada por las redes y el mundo digital. «Sé por mis lectores que sienten que las redes sociales han cambiado su relación con la autopresentación y que sienten más presión para representar una versión idealizada de su vida», apunta la escritora, quien matiza: «Me resulta difícil distinguir cuánto es un cambio fundamental y cuánto una simple exacerbación, pero sí creo que las redes sociales han hecho que las personas sean más conscientes de las presiones del entorno y del nivel de representación que supone la vida en general».. Otro tema clave en Audición es uno de los clásicos de Kitamura, las relaciones humanas y su natural evolución, que no siempre es agradable. «Me interesa mucho la volatilidad de las relaciones, en particular de aquellas que estamos condicionados a considerar estables, ya sea una dinámica familiar, la relación entre madre e hijo o la relación matrimonial», explica la escritora, madre de tres hijos y casada desde hace años con el también escritor Hari Kunzru. «Cualquier relación duradera debe adaptarse a ciertos cambios. Pero aun así, puede resultar alarmante y peligroso, sobre todo en un matrimonio. ¿A quién le gusta mirar a su pareja y ver a un desconocido?», se pregunta. No obstante, concede que «la mayoría de las relaciones duraderas están sujetas a cambios. Requieren cierto cuidado y capacidad de respuesta a los cambios en la otra persona. Pero, por supuesto, no todas las relaciones perduran, ni deberían perdurar».. «Cualquier relación duradera debe afrontar cambios, pero es difícil. ¿A quién le gusta mirar a su pareja y ver a un desconocido?». La narrativa de Kitamura siempre se ha interesado por esos momentos en los que, al mirar a una persona que conoces bien, te parece un extraño, algo que, en su opinión es muy notorio en el inevitable y necesario distanciamiento que se produce a medida que los niños crecen y se alejan de sus padres. «Quería escribir sobre la relación paternofilial porque es una en la que este momento -mirar a alguien que crees conocer bien y ver a un desconocido- se percibe generalmente como necesario. Es el proceso mediante el cual un niño se convierte en adulto y alcanza la independencia. Y, sin embargo, también es posible sentir que hay algo extraño, algo un poco inquietante, en ese cambio, sobre todo porque a menudo no se reconoce como tal», reflexiona.. Lacónica al hablar de la situación de su país: «Lamentablemente, en Estados Unidos, nos encontramos claramente en un período de grave regresión», la autora se muestra más dicharachera al hablar sobre las clases de escritura creativa que imparte en la Universidad de Nueva York. «Cuando empecé a dar clases, no estaba segura de que se pudiera enseñar a escribir. No cursé una licenciatura en escritura creativa. Carezco de formación académica. Todo lo que sé sobre escritura proviene de la lectura. Así que yo misma era bastante escéptica», recuerda. «Pero ahora, tras una década de docencia, acepto que se puede enseñar y aprender a escribir, porque lo veo con mis propios ojos», explica.. «La idea de una academia de arte, una escuela de cine o un conservatorio de música goza de amplia aceptación. La literatura no es la excepción. También requiere técnica y oficio», sentencia Kitamura, quien ya ha empezado su próxima novela, que, según dice, será muy diferente a las anteriores. «Suelo no tomarme un descanso entre libros. Empiezo a escribir el siguiente, casi inmediatamente. Cerrar esta trilogía me ha cambiado y permitido ser más libre como escritora, estar más dispuesta a asumir riesgos», resume. «En cuanto a lo que viene a continuación, estoy trabajando en una novela ambientada en Italia y bastante diferente, pero, por ahora, no puedo decir más», concluye sonriendo.
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