En 1964 Rosemary Brown, una empleada postal londinense con formación musical autodidacta, empezó a llenar páginas de partituras. Según declaró, no eran composiciones propias, sino piezas inéditas de Franz Liszt dictadas por el propio espíritu del compositor húngaro, que se le había aparecido por primera vez cuando ella tenía siete años. Durante décadas Brown, que falleció en 2001, publicó piezas musicales que atribuyó a Brahms, Beethoven o Schumann. Siempre sostuvo que los compositores se las habían dictado desde ultratumba, y que se dirigían a ella en inglés.. En agosto del año pasado, cuando la violinista Patricia Kopatchinskaja acabó su concierto en la Quincena Musical de San Sebastián, dos casi treintañeros se colaron en el escenario del Kursaal para tratar de contactar por ouija primero con Liszt y después con Brown, y resolver definitivamente el misterio. “Lo tuvimos que hacer con una app del móvil porque no conseguimos comprar un tablero en Donosti”, recuerda Nacho Castellanos, fundador junto a Mario Marzo de El Vomitorio, un podcast de música clásica que no se parece a ningún otro podcast de música clásica. La idea les surgió precisamente en San Sebastián, a raíz de su afición a comentar conciertos. “Cuando vas a un auditorio te pasas 45 minutos en silencio, concentrado, y al acabar necesitas vomitar todo lo que sientes. De ahí sale el podcast”, explica Marzo. “Acaba el concierto, nos ponemos una cámara, dos micrófonos y narramos a la gente esa pasión. Queremos contagiarla, como si fuese una pandemia”.. El espacio donde los fotografiamos, la biblioteca del Ateneo de Madrid, tiene significado propio: el próximo 13 de junio Marzo y Castellanos ofrecerán allí un concierto en su faceta como músicos, un repertorio de piano y voz tan ecléctico como sus conversaciones, con obras de Purcell a Joe Hisaishi. Castellanos es contratenor, un talento que compatibiliza con su trabajo en comunicación musical. Marzo, a su vez, es un rostro conocido incluso por quienes nunca han escuchado una sonata: comenzó su carrera como actor (Los protegidos) y se ha labrado un lugar propio en el entretenimiento. En 2024 su podcast junto a Dane Rivarola, ¿Quieres ser mi amigo?, ganó un Ondas y este mismo año Marzo ha sido el vencedor de Bake-Off: Famosos al Horno, el concurso de repostería de Televisión Española.. Pero, ante todo, Marzo es músico, un pianista clásico que ha actuado como solista en escenarios de todo el mundo. “Es que es mi identidad”, responde a propósito de esa aparente doble vida. “Yo empecé en el mundo del arte por la música clásica. Vengo de una familia de músicos, tengo amigos músicos, mi mujer es violinista profesional… Empecé en la interpretación porque me presenté a un casting donde buscaban niños artistas. Y he estado seis años estudiando en la Hanns Eisler de Berlín dejando de lado oportunidades laborales que no tuvieran que ver con la música. La música clásica es lo que me permite ser mejor actor o podcaster”.. El Vomitorio, con una veintena de episodios, acumula más de cuatro millones de reproducciones mensuales en redes sociales. Por sus micrófonos, además de anécdotas, datos e información, han pasado estrellas de la clásica como los pianistas Lang Lang y Arcadi Volodos, o el guitarrista Pablo Sáinz Villegas. “Se habla de que la clásica tiene un público envejecido y de difícil acceso, pero nosotros estábamos convencidos de que podíamos llegar a mucha más gente”, apuntan.. En la media hora que dura cada episodio, los dos músicos abordan sus filias melómanas, sus pintorescas experiencias como pasapáginas de pianistas consagrados o las leyendas que rodean a obras y compositores fundamentales. Y lo hacen sin prejuicios. “La música clásica requiere mucho trabajo y mucha filosofía, pero eso hace que haya miedo a hablar de ella. Nosotros utilizamos un lenguaje natural, hablamos de Stravinski y de Rosalía, sin tabús”, afirma Castellanos. “¿Por qué no decir que Lady Gaga es lo más parecido hoy en día a la Gesamtkunstwerk de Wagner, si acaba de estar en Coachella con un espectáculo lleno de referencias al ballet de cour y al teatro de planta italiana? En el arte no existen cajitas, sino continuidad y emoción”. Un detalle: El Vomitorio no tiene música. “Nuestro objetivo es que, al acabar un episodio, los oyentes se mueran de ganas de escuchar la sinfonía o la ópera de la que les hemos hablado”.. Seguir leyendo
En 1964 Rosemary Brown, una empleada postal londinense con formación musical autodidacta, empezó a llenar páginas de partituras. Según declaró, no eran composiciones propias, sino piezas inéditas de Franz Liszt dictadas por el propio espíritu del compositor húngaro, que se le había aparecido por primera vez cuando ella tenía siete años. Durante décadas Brown, que falleció en 2001, publicó piezas musicales que atribuyó a Brahms, Beethoven o Schumann. Siempre sostuvo que los compositores se las habían dictado desde ultratumba, y que se dirigían a ella en inglés.En agosto del año pasado, cuando la violinista Patricia Kopatchinskaja acabó su concierto en la Quincena Musical de San Sebastián, dos casi treintañeros se colaron en el escenario del Kursaal para tratar de contactar por ouija primero con Liszt y después con Brown, y resolver definitivamente el misterio. “Lo tuvimos que hacer con una app del móvil porque no conseguimos comprar un tablero en Donosti”, recuerda Nacho Castellanos, fundador junto a Mario Marzo de El Vomitorio, un podcast de música clásica que no se parece a ningún otro podcast de música clásica. La idea les surgió precisamente en San Sebastián, a raíz de su afición a comentar conciertos. “Cuando vas a un auditorio te pasas 45 minutos en silencio, concentrado, y al acabar necesitas vomitar todo lo que sientes. De ahí sale el podcast”, explica Marzo. “Acaba el concierto, nos ponemos una cámara, dos micrófonos y narramos a la gente esa pasión. Queremos contagiarla, como si fuese una pandemia”.El espacio donde los fotografiamos, la biblioteca del Ateneo de Madrid, tiene significado propio: el próximo 13 de junio Marzo y Castellanos ofrecerán allí un concierto en su faceta como músicos, un repertorio de piano y voz tan ecléctico como sus conversaciones, con obras de Purcell a Joe Hisaishi. Castellanos es contratenor, un talento que compatibiliza con su trabajo en comunicación musical. Marzo, a su vez, es un rostro conocido incluso por quienes nunca han escuchado una sonata: comenzó su carrera como actor (Los protegidos) y se ha labrado un lugar propio en el entretenimiento. En 2024 su podcast junto a Dane Rivarola, ¿Quieres ser mi amigo?, ganó un Ondas y este mismo año Marzo ha sido el vencedor de Bake-Off: Famosos al Horno, el concurso de repostería de Televisión Española. Pero, ante todo, Marzo es músico, un pianista clásico que ha actuado como solista en escenarios de todo el mundo. “Es que es mi identidad”, responde a propósito de esa aparente doble vida. “Yo empecé en el mundo del arte por la música clásica. Vengo de una familia de músicos, tengo amigos músicos, mi mujer es violinista profesional… Empecé en la interpretación porque me presenté a un casting donde buscaban niños artistas. Y he estado seis años estudiando en la Hanns Eisler de Berlín dejando de lado oportunidades laborales que no tuvieran que ver con la música. La música clásica es lo que me permite ser mejor actor o podcaster”. El Vomitorio, con una veintena de episodios, acumula más de cuatro millones de reproducciones mensuales en redes sociales. Por sus micrófonos, además de anécdotas, datos e información, han pasado estrellas de la clásica como los pianistas Lang Lang y Arcadi Volodos, o el guitarrista Pablo Sáinz Villegas. “Se habla de que la clásica tiene un público envejecido y de difícil acceso, pero nosotros estábamos convencidos de que podíamos llegar a mucha más gente”, apuntan. En la media hora que dura cada episodio, los dos músicos abordan sus filias melómanas, sus pintorescas experiencias como pasapáginas de pianistas consagrados o las leyendas que rodean a obras y compositores fundamentales. Y lo hacen sin prejuicios. “La música clásica requiere mucho trabajo y mucha filosofía, pero eso hace que haya miedo a hablar de ella. Nosotros utilizamos un lenguaje natural, hablamos de Stravinski y de Rosalía, sin tabús”, afirma Castellanos. “¿Por qué no decir que Lady Gaga es lo más parecido hoy en día a la Gesamtkunstwerk de Wagner, si acaba de estar en Coachella con un espectáculo lleno de referencias al ballet de cour y al teatro de planta italiana? En el arte no existen cajitas, sino continuidad y emoción”. Un detalle: El Vomitorio no tiene música. “Nuestro objetivo es que, al acabar un episodio, los oyentes se mueran de ganas de escuchar la sinfonía o la ópera de la que les hemos hablado”. Seguir leyendo
En 1964 Rosemary Brown, una empleada postal londinense con formación musical autodidacta, empezó a llenar páginas de partituras. Según declaró, no eran composiciones propias, sino piezas inéditas de Franz Liszt dictadas por el propio espíritu del compositor húngaro, que se le había aparecido por primera vez cuando ella tenía siete años. Durante décadas Brown, que falleció en 2001, publicó piezas musicales que atribuyó a Brahms, Beethoven o Schumann. Siempre sostuvo que los compositores se las habían dictado desde ultratumba, y que se dirigían a ella en inglés.. En agosto del año pasado, cuando la violinista Patricia Kopatchinskaja acabó su concierto en la Quincena Musical de San Sebastián, dos casi treintañeros se colaron en el escenario del Kursaal para tratar de contactar por ouija primero con Liszt y después con Brown, y resolver definitivamente el misterio. “Lo tuvimos que hacer con una app del móvil porque no conseguimos comprar un tablero en Donosti”, recuerda Nacho Castellanos, fundador junto a Mario Marzo de El Vomitorio, un podcast de música clásica que no se parece a ningún otro podcast de música clásica. La idea les surgió precisamente en San Sebastián, a raíz de su afición a comentar conciertos. “Cuando vas a un auditorio te pasas 45 minutos en silencio, concentrado, y al acabar necesitas vomitar todo lo que sientes. De ahí sale el podcast”, explica Marzo. “Acaba el concierto, nos ponemos una cámara, dos micrófonos y narramos a la gente esa pasión. Queremos contagiarla, como si fuese una pandemia”.. El espacio donde los fotografiamos, la biblioteca del Ateneo de Madrid, tiene significado propio: el próximo 13 de junio Marzo y Castellanos ofrecerán allí un concierto en su faceta como músicos, un repertorio de piano y voz tan ecléctico como sus conversaciones, con obras de Purcell a Joe Hisaishi. Castellanos es contratenor, un talento que compatibiliza con su trabajo en comunicación musical. Marzo, a su vez, es un rostro conocido incluso por quienes nunca han escuchado una sonata: comenzó su carrera como actor (Los protegidos) y se ha labrado un lugar propio en el entretenimiento. En 2024 su podcast junto a Dane Rivarola, ¿Quieres ser mi amigo?, ganó un Ondas y este mismo año Marzo ha sido el vencedor de Bake-Off: Famosos al Horno, el concurso de repostería de Televisión Española.. Pero, ante todo, Marzo es músico, un pianista clásico que ha actuado como solista en escenarios de todo el mundo. “Es que es mi identidad”, responde a propósito de esa aparente doble vida. “Yo empecé en el mundo del arte por la música clásica. Vengo de una familia de músicos, tengo amigos músicos, mi mujer es violinista profesional… Empecé en la interpretación porque me presenté a un casting donde buscaban niños artistas. Y he estado seis años estudiando en la Hanns Eisler de Berlín dejando de lado oportunidades laborales que no tuvieran que ver con la música. La música clásica es lo que me permite ser mejor actor o podcaster”.. El Vomitorio, con una veintena de episodios, acumula más de cuatro millones de reproducciones mensuales en redes sociales. Por sus micrófonos, además de anécdotas, datos e información, han pasado estrellas de la clásica como los pianistas Lang Lang y Arcadi Volodos, o el guitarrista Pablo Sáinz Villegas. “Se habla de que la clásica tiene un público envejecido y de difícil acceso, pero nosotros estábamos convencidos de que podíamos llegar a mucha más gente”, apuntan.. En la media hora que dura cada episodio, los dos músicos abordan sus filias melómanas, sus pintorescas experiencias como pasapáginas de pianistas consagrados o las leyendas que rodean a obras y compositores fundamentales. Y lo hacen sin prejuicios. “La música clásica requiere mucho trabajo y mucha filosofía, pero eso hace que haya miedo a hablar de ella. Nosotros utilizamos un lenguaje natural, hablamos de Stravinski y de Rosalía, sin tabús”, afirma Castellanos. “¿Por qué no decir que Lady Gaga es lo más parecido hoy en día a la Gesamtkunstwerk de Wagner, si acaba de estar en Coachella con un espectáculo lleno de referencias al ballet de cour y al teatro de planta italiana? En el arte no existen cajitas, sino continuidad y emoción”. Un detalle: El Vomitorio no tiene música. “Nuestro objetivo es que, al acabar un episodio, los oyentes se mueran de ganas de escuchar la sinfonía o la ópera de la que les hemos hablado”.. Seguir leyendo
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