La joven escritora uruguaya, que a sus 25 años ha ganado los grandes premios de su país, publica ‘Larvas’ un inquietante y luminoso volumen de relatos que presentará en la Feria del Libro de Madrid. «Escribir cuentos es como buscar el latido de las palabras» Leer
La joven escritora uruguaya, que a sus 25 años ha ganado los grandes premios de su país, publica ‘Larvas’ un inquietante y luminoso volumen de relatos que presentará en la Feria del Libro de Madrid. «Escribir cuentos es como buscar el latido de las palabras» Leer
En mayo de 2023, mientras bregaba con los exámenes de su licenciatura en Letras y su tecnicatura en Corrección de Estilo, Tamara Silva Bernaschina (Minas, Uruguay, 2000) publicó Desastres naturales, un volumen de corte rural y atmósfera enigmática cuya potente voz despertó un fenómeno poco frecuente en la literatura uruguaya contemporánea. Este debut recibió dos premios Bartolomé Hidalgo, de Narrativa y de Revelación, y ya en 2024 el Premio Nacional de Literatura, además de agotar cinco ediciones y acumular un buen puñado de reseñas elogiosas en su país y también en Argentina.. «Fue una sorpresa enorme y a la vez algo muy lindo que se dio de forma muy natural. Presenté en los dos o tres sitios que hay en Uruguay, tuvo repercusión en redes y yo pensé que ahí se quedaría, pero ahora todo va a más y no sé qué va a pasar, pero me alegra», reconoce con una sonrisa tímida. Hija y nieta de maestros y amante de la literatura desde que recuerda, explica que comenzó a escribir de pequeña «diarios y cosas muy chiquitas, bocetos y fragmentos que no iban a ningún lado, pero que me ayudaban a explorar lo que me interesaba, recuerdos, pensamientos…». En 2020 participó en un taller con el escritor Horacio Cavallo y ahí aprendió, comparte: «a enfrentarme a la página en blanco de otra manera a ir uniendo todos esos ladrillos en historias».. Páginas de Espuma. 104 páginas. 16 € Ebook: 7,49 €. Puedes comprarlo aquí.. El éxito de su primer libro tuvo continuidad con Temporada de ballenas, una novela en la que el agua y la naturaleza, la familia y la soledad, tenían gran importancia, y que despegó con un buen augurio: obtuvo una mención de honor en los Premios Onetti en la categoría de obra inédita. «Es una novela de apariencia simple, pero narrada con un estilo rico y expresivo, con una gran cantidad de capas de sentido», declaró el jurado. «Ahora me estoy amigando algo más con decirle novela, pero es tan fragmentaria que sentía que llamarla así era hacer trampa», confiesa. «Al escribir siempre trato de que la forma llegue mucho después de la palabra, de perseguir el misterio. Me parece que es lo más sano para el texto, escribir y después ver hacia dónde va, cómo se siente, qué cosas van apareciendo».. Con ambos libros viajó hace unos meses a la Feria del Libro de Guadalajara, donde también cosechó elogios. «Eso sí fue más loco. Hasta que llegué al hotel en México y luego a la feria, todavía no me lo creía. Estar en ese escenario, el evento literario más importante del mundo, en diálogo con mucha gente distinta, autores importantes… Todavía no lo procesé del todo», reconoce con emoción. «Un gran sorpresa fue encontrarme con lectores mexicanos que se vieron reflejados en mis libros, en un territorio uruguayo, en unos personajes indudablemente uruguayos… A a mí me pasa cuando leo una novela colombiana o cuentos chilenos, y no me lo esperaba del todo, pero me alegró mucho que esa geografía local sea capaz de cruzar fronteras».. «Al escribir siempre trato de que la forma llegue mucho después de la palabra, de perseguir el misterio». Ahora, la escritora se prepara para otro desembarco, el que protagonizará en unos días en la Feria del Libro de Madrid -que arranca el próximo viernes 30-, a la que llega con un nuevo libro de cuentos, Larvas (Páginas de Espuma), la confirmación definitiva de su fulgurante trayectoria. Por estos ocho relatos, llenos de imágenes precisas que se vuelven indelebles y marcados por la constante sensación de que algo amenaza, desfilan una perra justiciera que termina con la vida de personas sufrientes, un niño que cultiva piojos y lleva el pelo largo debido a una siniestra promesa, una niña ciega que cae accidentalmente al fuego o una yegua muerta que se pasea entre los vivos chorreando agua e indiferente a su destino. «Lo que no se entierra sigue vivo para siempre», sentencia el relato del equino, titulado Arena, arena, arena.. «Al escribir me cuesta pensar en temas. Generalmente mis historias empiezan con imágenes o pensamientos fugaces o recuerdos. Puede ser algo muy chiquito y básico, como un color, una acción o un gesto», explica la escritora. Pequeños vestigios de sensorialidad como, por ejemplo, la sensación del aire dando en la encía de un niño, y esa sensibilidad que te da el aire frío cuando se te cae un diente. «Puede ser un sonido, la forma en la que algo cae, la forma en la que te dan un medicamento, o en la que te sacan piojos… Cositas chiquitas, pequeños detalles, que de repente se vuelven el motor de un cuento, que hacen que el relato tenga latido, vida y un poco más de cuerpo. Ir desvelando eso a pinceladas es lo que me parece excitante de escribir».. Quizá por esta forma de plantearse la narración sus relatos dejan la impresión ambigua de un texto completo e inacabado a la vez. Son como pequeñas ventanas en el espacio-tiempo que invitan a colarse un rato en una realidad de otra forma inaccesible. Entras, miras y eres expulsado. Son como historias que nunca empiezan y nunca terminan, simplemente están ahí, dejando siempre más preguntas que respuestas flotando en el limbo de o real. «Me gusta explorar todas esas cosas extrañas que escapan a nuestra sencilla y limitada idea de normalidad. Y también quiero que lo fantástico sea verosímil, reconocible, así que trato de hacerlo funcionar en el mundo que conozco».. La escritora Tamara Silva, Premio Nacional de Literatura de Uruguay.Páginas de Espuma. Lo fantástico, el erotismo, el terror, el poder del silencio para hablar de lo prohibido y la fuerza expresivo de lo sonoro o lo táctil se entrelazan con píldoras de crudeza y de extrañamiento, personajes siempre al borde de un estallido que nunca es explícito y el cuidado por la palabra pulida, certera. Lo mejor que puede hacer el lector de Silva Bernaschina es entregarse a los paisajes y situaciones y naufragar en tan particulares historias, tejidas con un gusto infrecuente por lo sensorial, que se debaten entre la torsión de lo cotidiano y un misterio que impulsa a la propia escritora.. «Me gusta explorar todas esas cosas extrañas que escapan a nuestra sencilla y limitada idea de normalidad». «Me entusiasma cuando no sé nada, ese viaje de descubrimiento que tiene la literatura. En el caso de Larvas [cuya escritura completó en apenas tres meses] todos los cuentos se desprendieron de una misma imagen y de una misma idea, justamente una larva, una larva moviéndose, una larva saliendo de un cuerpo, entrando a otro. Hay algo de ese movimiento, de esa existencia sutil que se da en un nivel no visible y que tiene mucho de reflexión sobre el cuerpo, que está, de un modo u otro, en todos los relatos», comparte Silva Bernaschina.. Una transición corporal que se puede dar de vivo a muerto, de persona a animal o piedra o agua, o incluso de cuerpos que, de pronto, se deforman, se queman, se hieren… «Me fascina describir esos cambios a través de los sentidos de un personaje, porque al narrar de ese modo, desde el punto de vista de alguien que sólo huele u oye, de un animal, de un objeto, todo adquiere un peso y una materialidad distinta».. Un rasgo peculiar de la literatura de la uruguaya es que el grueso de sus relatos están protagonizados por niños y adolescentes, lo que añade un punto inquietante y distintivo a sus historias. «Cuando me pongo a escribir me cuesta mucho alejarme de la infancia y me encanta utilizar narradores niños por la mirada que ofrecen, ese misterio en su forma de ver el mundo, pues en su cotidianidad hay mucho que está velado, mucho que parece muy lejano a pesar de que no lo sea», defiende. «Narrar con ojos de niño es abrir la puerta a lo siniestro y lo fantástico, a un universo donde lo onírico, lo mágico y lo terrorífico están mucho más cerca. Y eso, además de parecerme muy potente e interesante, me divierte mucho».. «Ahora estoy leyendo a muchos latinoamericanos, porque algo bueno de viajar a ferias es conseguir libros que acá a Uruguay no llegan». Comparada con Onetti, Horacio Quiroga y Juan José Morosoli [escritor también de Minas], Silva Bernaschina asume el legado de la tradición -«es imposible escaparse a esos nombres, también a otros como Mariana Enriquez o Samanta Schweblin»-, pero se reconoce más afín a autoras como Olga Tokarczuk, Flannery O’Connor o Carson McCullers. «Me hubiera encantado escribir La balada del café triste, un libro que me fascina. Esas tres autoras las he leído mucho estos años, pero ahora estoy leyendo más a escritores latinoamericanos, porque algo bueno de ir a ferias de libros y viajar es conseguir cosas que acá a Uruguay no llegan», explica. «Por ejemplo, llevo semanas leyendo a varias autoras mexicanas que nunca había escuchado ni siquiera nombrar, y eso me emociona. Espero que me pase también cuando vaya a España, volver con muchos libros y conocer muchas nueva literatura».. Además de la Feria, Silva Bernschina hará varias presentaciones en nuestro país, acudirá a muchos clubes de lectura, participará en el Festival KmAmérica de Barcelona y disfrutará de dos residencias literarias en Cataluña, Villa Joana y Finestres. «Últimamente no estoy escribiendo demasiado, porque por suerte hay muchas cosas pasando. Todo me hace muy feliz, pero espero con ilusión las residencias, tener un tiempo dedicado sólo a escribir, algo que hasta ahora no había tenido», comparte la autora. «No sé cómo se va a comportar mi cabeza y mi cuerpo cuando me tenga que sentar a escribir sin nada más para hacer, pero espero que ahí se enciendan algunas cosas y vuelvan a comenzar otras que están un poco más pausadas». Quizás en España surja su nuevo libro, el cuarto con apenas 25 años.
Literatura // elmundo